Ayer fue un día tranquilo, de esos que me sientan igual de bien que un masajito suave, cuando notas que te vas relajando de afuera hacia adentro, empezando por la piel algo seca, siguiendo por los músculos bastante tensos y que el bienestar va extendiéndose al interior del cuerpo y sobre todo a esa parte que no sale en las radiografías pero que es donde se halla la paz, el silencio que me lo da todo.
Ayer fue un día tranquilo, sin más hablar que decirle la hora a un señor que me la preguntó paseando por la playa; él no llevaba móvil, yo tampoco -¿quién lleva reloj a estas alturas?- así que nos quedamos parados mirando hacia arriba y calculando. -“Pues yo creo que sobre las doce porque el sol ya está muy alto”, dijo él. -“Pues yo creo que más cerca de la una porque me rugen las tripas”, contesté yo. Me miró, como pensando en voz alta, “vaya mujer más poco glamurosa” y yo le sonreí con muchos dientes…y ya. Fin de la interacción humana del día.
Si es que llevo tres días en “mi otro mar” y no he parado un minuto; que si el viaje y la tromba/diluvio del sábado, que si el festejo del domingo y las tonterías del lunes (llenar el frigo, ubicar mis trastos, saludar a los vecinos, cenar donde los guiris).
Por fin me toca –el martes- un día de los que me gustan, demorado y remolón, con buen paseo playero, pero sin baño todavía, que está el mar lleno de cañas, maderas y demás residuos antinaturales, comiendo en la terraza bajo la buganvilla, haciendo un poco de siesta como corresponde a quienes ya sólo mantenemos vicios no pecaminosos.
He empezado a pintar de nuevo mis cuadritos playeros, cielo y mar. La sesión de lectura en el jardín, en ese “sol y sombra” que da calorcito a ratos y refresca otros dándole un plus de calidad a la lectura.
Acercarme al mar para ver la puesta del sol, magnífica y silenciosa, sin compartirla con nadie –porque ni siquiera hice fotos aunque llevaba el móvil-, me gusta ir en modo “pensamientos libres” de vez en cuando. La cena ligera, la noche liviana, el despertar contento.
Voy en busca de mi destino…
Felices los felices.
LaAlquimista
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