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Cecilia Casado

A partir de los 50

Homenaje a un libro acabado.

A mí no me importa prestar mis libros; es más, deseo compartirlos para que la magia, sabiduría y deleite que contienen pueda ser disfrutada por otras personas. Curiosa y sorprendentemente, todos los libros que presto vuelven a mis manos junto con el agradecimiento del nuevo lector. Estas letras que van a continuación, venían en una carta dentro de un libro devuelto hace unos días. Me emocionó tanto que la comparto como prueba de que, a veces, la lectura puede despertar a pequeños geniecillos dormidos en nuestro interior.

 “Homenaje a un libro acabado”.

Fuera, el viento mecía a su antojo las ramas más altas de los árboles mientras la fina y persistente lluvia, chocaba contra el cristal de la ventana haciéndolo llorar.

Dentro de la habitación, una pequeña estufa de infrarrojos emulaba humildemente a una vieja chimenea preñada de brasas, confiriendo al entorno una calidez y una suave luz anaranjada que invitaba al recogimiento.

La lámpara de pie hacía incidir su foco sobre el libro abierto entre sus manos. Al lado del sillón, a su derecha, sobre la mesa cubierta con un pequeño mantel de cuadros verdes, un cenicero con un cigarro puro dejado apagar apenas encendido, hacía compañía a un vaso de güisqui que al principio era con hielos y ahora con agua y templado.

Era su rincón y su hora del día favorito. Gustaba de la lectura y si ésta estaba acompañada de un buen puro y de algo de licor, la tarde se auguraba placentera.

Se reacomodó en el sillón. La sensación de una pierna dormida le incitó a ello. Había perdido la noción del tiempo. Su ser, había traspasado la materia de celulosa y tinta, y ahora su realidad era la del protagonista de la historia que tan ávidamente devoraba entre sus manos.

No sabría decir cuánto tiempo llevaba así. Las hojas del libro iban cambiando de un lado al otro con un ritmo pausado pero constante.

Al cabo de un rato, la última hoja dio paso al cierre definitivo del libro.

Inmóvil, con la mirada perdida entre las nubes grises que se difuminaban en el horizonte, fue poco a poco recuperando su auténtica conciencia a este lado de la novela que acababa de leer.

Se sentía bien. Hacía mucho tiempo que una lectura no le hacía sentir algo tan especial. Alguien muy querido le había recomendado el libro y una vez más había acertado, aunque la pésima traducción del título, no le hacía albergar grandes esperanzas.

Tenía cierta sensación de cansancio y bienestar, como quien termina una ascensión a un monte y al llegar a la cumbre y observar el inmenso paisaje, piensa que el esfuerzo ha merecido la  pena mientras se sienta a descansar sobre una piedra templada por los rayos de un sol de primavera.

Lentamente se dirigió al equipo de sonido, lo encendió y sintonizó una cadena de música clásica. El Concierto para violín y orquesta en la menor de J. S. Bach empezó a llenar la estancia. En esta ocasión puso el volumen bajito, casi imperceptible, para que le acompañase en un susurro que acariciase casi sin tocar. Encendió de nuevo el cigarro puro y con el vaso de güisqui en la mano, se dirigió a la ventana.

Las nubes se empezaban a disipar y un rayo de sol se coló tímidamente por los cristales aún llorosos yendo a dar sobre el libro que dejado suavemente sobre la mesa, parecía dormir plácidamente, como un bebé recién acostado y arropado en su cuna.

Su humilde tapa, de predominante color azul con la torre Eiffel en negrode fondo, brilló como una sonrisa.

 

Gracias a J.R.B. por el alto concepto que tiene de la amistad y la gratitud devolviéndome el libro (que por cierto, ya está en otras manos ahora) cuidado, entero y… disfrutado.

Sigamos leyendo, que en los malos momentos un libro es la más sabia y silenciosa compañía y en los buenos la guinda que corona el pastel.

LaAlquimista

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Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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