Cuando ayer nos cocíamos en la subida de Oix, hoy nos empapábamos en la bajada de la estación de ski de la Molina.
El día amanecía en Camprodon, nublado. Ya nos habían avisado en la reunión nocturna de carrera que las previsiones para hoy daban de lo peor. Y así ha sido, tormenta eléctrica incluida.
Nos eperaban otros 120km y 2500 de desnivel positivo.
Todas las preocupaciones de ayer a la noche del posible estado de forma para hoy se han ido disipando según afrontábamos los primeros kilómetros. La táctica para hoy era totalmente diferente a la del sábado, nos hemos propuesto salir al final del pelotón y marcar nuestro propio ritmo, así no caeríamos en la tentación de entrar en pelotones con ritmos que no nos pertenecían.
Hoy la salida tenia una primera sorpresa en el km 5, el primer puerto largo con rampas muy empinadas en donde con mucha delicadeza hemos empezado a notar los efectos de las manos de Mikel en el masaje. Estaba resentido pero sabía que manteniendo un ritmo sostenido podría seguir haciendo kilómetros.
Iñaki en mucho mejor estado de forma que yo siempre avanzaba unos cuantos metros por delante girando constantemente la cabeza para ver si ponía cara de estar pasándolo mal.
Tipi tapa, tipi tapa, hemos llegado a la cumbre 1700m y eso siempre ayuda a nivel moral. Las piernas ya estaban calientes y había dejado de sentir el agarrotamiento, así que a por todas de nuevo. Un descenso pronunciado con cierto peligro y llegamos al primer avituallamiento en el pueblo de Ribes de Freser, sales, agua y frutos secos y a seguir dando pedales camino de la Molina, 19 kilómetros de subida constante a un 10% de desnivel sin descanso hasta llegar a un magnifico praderio de altura donde hemos disfrutado de ir cual Heidis y Pedritos atravesando rebaños de ovejas, vacas y caballos.
Todo no podía ser tan idílico claro!!! Se ha cubierto en cuestión de minutos y ha empezado a tirar agua como si no costase. Nos hemos apresurado a ponernos toda la ropa de agua, pensando que ya estábamos arriba, pero no, antes nos esperaba una pared no ciclable donde hemos tenido que tirar de bici en mano más de 400 metros entre pinos en una pared mu empinada.
Pasada la trampa ahora si que hemos salido a la carretera general para llegar hasta la estación de la Molina, donde nos esperaba el segundo punto de apoyo, con unos macarrones y sopa caliente que nunca me he alegrado tanto de poder comer.
Recuperada la temperatura corporal nos hemos tirado por una trialera muy estrecha con muchas zonas de barro y zonas muy peligrosas. Tal es así que he sido descabalgado 2 veces por delante del manillar de mi Giant. Tremenda suerte que las caídas no han repercutido daño alguno. En ese punto otro compañero se ha fracturado la clavícula, así que hemos decidido bajar el ritmo en las bajadas y asegurar la salud, que da mucha carrera.
Los últimos 60 kilómetros han sido los típicos rompe piernas sube y bajas constantes, donde nos hemos juntado con Sergio y sus amigos, el grupo de navarros con el que vinimos en el autobús hasta Roses.
Ruedan mu fácil y rápido, tienen calidad en las piernas y son técnicos, donde yo me bajo ellos suben montados y con aparente facilidad. Hemos montado grupeta y a buen ritmo nos hemos acercado hasta meta.
Las sensaciones que tenia eran tan buenas que he sacado el máximo provecho a la Anthem 29, rodando a casi 40km/h en la carretera general que conduce hasta La Seu D Urgell, que para ser sincero siempre va picando un poco para bajo.
Llegada a meta, abrazos felicitaciones, una mas esta hecha y a reponer fuerzas lo antes posible quitar toda la ropa mojada, ducha entrar en calor, corriendo al masaje, lavar y engrasar la bici, llamar a la familia, ir a cenar, reunión para el día siguiente, ver el final del partido, corriendo para el hotel, preparar todo para mañana, pasar las fotos y videos al ordenador ( mañana abriré un blog exclusivo donde iré colgando todo los documento gráficos que voy recopilando) y sentarme a escribir la crónica. Realmente tengo la sensación de estar todo el día en una carrera constante.
Hoy puedo decir que he aprendido varias cosas. Siempre hay que hacer caso a la gente que sabe. Al primero a mi socio Iñaki, es un tío metódico, con todo estudiado y medido, y si dice que se come, yo con, que se bebe yo bebo, que no se corre, yo no corro. En el único momento que le desobedezco es cuando ya no puedo mas y veo como el sube felizmente como si por el no pasase la fatiga. Hoy en un momento faltando 20 km, me ha mandado parar, y me dice, tengo que comer, me estoy vaciando y así ha sido. Hemos parado 5 minutos una barrita y uno de esos sándwiches de jamón y queso que todas la noches prepara con amor mientras yo escribo, trago de sales y a correr la caravana. Yo estoy seguro que de haber sido yo el que siente el vacío, hubiese caído desfallecido por la pájara a pocos km de meta. Hay que escuchar al cuerpo, y lo que quizá en un principio supone la perdida de 5 minutos, significa un nuevo éxito al final.
Y la segunda es cuando comenzamos a gestar esta aventura tanto Paco como Néstor de Etxeondo, nos aconsejaron traer 4 equipaciones y algunas prendas que a priori no hubiese metido en la maleta. Una gorra de ciclista a la vieja usanza, pero actualizada con la tecnología Goretex, ha hecho las magnifica labor de para peto del agua para la cabeza y la cara, impidiendo que las gotas cayesen en las gafas.
Me da miedo pensar como lo hará la gente que ha traído menos ropa, aquí es muy complicado secar, y la de ayer esta llena de polvo y de las sales que mi cuerpo decidió expulsar y la de hoy para coger con pinzas, de tanta agua y barro como tiene.
Según pasan los días el espíritu de la carrera se va ampliando, el compañerismo crece, si te ven parado todo el mundo pregunta si necesitas algo, si estas bien. Vas conociendo a gente y sus historias, y tan solo han pasado 2 días.
Mañana nos toca la etapa reina, 138 km y 3700 positivos.
Así que me retiro a poder descansar.
Muchas gracias por estar aquí
Igor Zabalbeitia.