Este año como os he venido diciendo tengo el tomate plantado en tres sitios diferentes por aquello de que si le entra cualquier enfermedad estén separados para que no se estropee todo.
Pues bien, hay un cuadro que está para llorar. Primero fueron los días de calor, que estropearon mucho tomate y tiré muchos kilos a las zarzas con el fin de que por lo menos los que no estaban dañados cogieran más volumen, pues nada, luego ha venido el ‘Mildiu’, y no sé qué más, el caso es que están como podéis observar en la foto que dan pena.
El resto está bastante bien, a uno le he quitado bastante tomate y al otro comienzo ahora. Este último es el que más bonito está y tiene unos racimos con tomates bastante hermosos. No voy a hablar muy alto y voy a tocar madera, porque cuando hablas de que tienes algo bien, siempre pasa algo. Lo que quería con esto es comentaros como digo en el título, ‘al tomate no hay quién lo entienda’. La misma clase, tratados de la misma manera, con los mismos productos, en la misma zona, y ya no sé que más decir, y que el resultado sea tan diferente. Unas plantas están que casi no se puede pasar, altas, tallo grueso, hojas anchas, buen grano, en definitiva para mirarles con alegría y las otras que no hay por donde cogerlas. ¿Explicación?. Habrá que pedirle al maestro armero…