Hay años que los pongo y otros que no, dependiendo un poco del tiempo que tenga en la fecha. Hay diferentes variedades. Se pueden plantar en diferentes épocas del año. Dicen que los más ricos son los que se ponen entre enero y marzo y se recogen de mayo a junio. En mi casa siempre se han puesto para San Ignacios. A esta verdura le gusta el suelo compacto y bien abonado. No le gustan los terrenos en los que se producen encharcamientos. Por tanto, si el terreno presenta un poco de desnivel, mejor. Es importante no volver a plantarlos en el terreno donde estuvieron el año anterior. Hay que hacer una rotación de 3 años mínimo. Este año, como andaba un poco liado, los puse a la vez que las berzas, y como véis en la foto quedaron muy chulos, pero les pasó lo mismo que a las berzas: el calor los dejó como disecados contra el suelo. Tenía que haberlos tapado y no hubieran sufrido tanto, pero como dice el refrán, “después de visto todo el mundo es listo”. Como no puedo ver que unos (los pocos) estén medio bien y otros (los demás) estén renqueantes, los he arrancado y se acabaron los puerros por este año…