Ayer comentaba que el sol y las altas temperaturas le suelen pasar factura a la huerta. Hoy cuando he ido, lo primero que he hecho ha sido mirar si la temperatura de ayer había quemado el tomate. Los que estaban bastante expuestos al sol y habían comenzado a enrojecer al tocarlo se notaba alguno ablandado, no así los que estaban verdes (me acuerdo que el año pasado incluso a los verdes y que todavía eran pequeños, el calor que hizo a últimos de junio les dio mucha caña. Hoy, como habían dicho que iba a hacer algo más de calor, he decido recoger todos aquellos tomates que han comenzado a enrojecer y aunque he recogido bastante no importa porque como dice el refrán “más vale pájaro en mano que ciento volando”. Mañana veremos qué decisión adopto. Primero me cercioraré de qué temperatura viene y en consecuencia decidiré si lo recojo o no.