En primer lugar tenemos que preparar los membrillos. Se lavan en el chorro de agua fría, cepillando con suavidad la piel. En un puchero grande, ponemos a cocer a fuego vivo abundante agua. Cuando rompa el hervor, vamos introduciendo en ella los membrillos. Los sacamos a los cinco o seis minutos, usando una espumadera, y metemos más membrillos. Mientras éstos se cuecen, pelamos en caliente los otros. La piel es muy dura y hay que descartarla. Cortamos la pulpa en trozos y la colocamos en un recipiente. Tendremos que repetir la operación de escaldado y pelado con todos los membrillos. Posteriormente, ponemos las peladuras y los huesos de las piezas de fruta en el agua en que se ha escaldado la fruta y lo cocemos a fuego vivo hasta que el líquido quede reducido a una cantidad de tres cuartos de litro aproximadamente. Filtramos este líquido y lo trasladamos a un puchero. Añadimos la pulpa de los membrillos y la cocemos durante 30 minutos o hasta que esté blanda. Debemos tener el puchero siempre destapado. Se pasa la pulpa por el pasapurés. A continuación pesamos el puré que acabamos de conseguir y lo volvemos a echar en la cazuela. A éste, tendremos que añadirle su mismo peso en azúcar (eso es lo que dice la receta, pero en casa nos parece excesivamente dulce y le echamos un kilo menos de azucar, 8 kilos de pulpa, 7 kilos de azúcar) y una cucharada sopera de zumo de limón. Ponemos la mezcla a cocer a fuego mediano, removiendo muy a menudo con la cuchara de madera para que no se pegue. Sabremos que este dulce está en su punto cuando se encuentre muy espeso, cuando cueste esfuerzo seguir removiendo. Se llenan los envases elegidos con la carne de membrillo caliente y recién hecha. Dejamos enfriar el dulce a temperatura fresca cubriendo los envases con papel de aluminio, pero sin cerrar del todo. Así se posibilitará que la superficie se seque y quede dura. Cuando enfríe la masa, se cubren los envases con papel film sujeto con una goma elástica. Después los cerramos con una tapa. Por último, yo suelo congelarlos pero también se pueden guardar en un sitio fresco y oscuro para que se conserven en perfectas condiciones.