Coger tu autocaravana y rutear ya sea lejos o cerca, es uno de los mayores placeres que nos podemos permitir los autocaravanistas. La gente a veces me saca la cuenta de todas las vacaciones en hoteles de 5 estrellas que podría hacerme con el dinero que nos hemos gastado en nuestra casa con ruedas. Sin embargo, la posibilidad de adaptar tu viaje a lo que más te apetezca hacer en ese momento, o no andar con prisa por llegar, o disfrutar del camino hace que esos cálculo me resulten indiferentes.
Cómo la vez que decidimos visitar la provincia de Burgos, sin un rumbo pre-establecido, sino más a bien a donde nos llevase la carretera. La idea de visitar las Merindades fue sin querer. Salíamos de Añana después de comer y dudábamos entre seguir por la Rioja Alavesa o conocer el Norte de Burgos, ya que estábamos cerca. “Tira por aquí a ver…” con esa frase tan inocente dimos lugar a uno de los viajes más bonitos de los últimos tiempos.
Atravesamos Sobrón, y bordeando el Ebro, impresionados por el paisaje, las montañas, la presa y continuando por la BU-530 llegamos al
pueblo más pequeño de Burgos. Frías. Pero lo dejamos un lado para subir un poco más hasta la cascada de Tobera y la Ermita de San Esteban. No somos muy de iglesia, pero ver ese edificio encastrado prácticamente en la montaña impacta. Pero aún impacta más que un pequeño afluente del Ebro pueda albergar tanta belleza. No quiero desvelaros muchas imágenes de este pequeño pueblo para que las descubráis por vosotros mismos.
Hay espacio a ambos lados de la carretera para aparcar durante un rato la autocaravana y recorrer a pie un pequeño sendero o ruta junto al río y entre las casas del pueblo.
Después de la caminata regresáis a Frías a conocer el pueblo medieval. Primeramente aparcáis la autoca en el parking de arriba, no en el área. Y así podéis pasear pueblo arriba. Calles empedradas y empinadas, no aptas para carritos. Eso sí, las vistas desde arriba del castillo merecen la pena. llevaos una chaquetita porque el aire es como el pueblo, frío.
Podéis comprar pan y magdalenas en el estanco. La morcilla de la carnicería de la esquina no merece mucho la pena, la verdad.
En la oficina de Turismo, junto al castillo, dais vuestra matrícula y abonáis los 6€ del área. En horario de oficina, sino siempre podéis ir al día siguiente.
Como os digo, el área está a los pies del pueblo. Mirando hacia arriba desde aquí podéis pensar que estáis en Cuenca. Tiene casas colgadas y un cielo estrellado y raso. Dormir rodeados de compañeros en un pueblito como Frías, me reconforta. Hasta 11 vehículos contamos esa noche de lágrimas de San Lorenzo.
Abandonamos Frías por la mañana con dirección a otro hito burgalés, Atapuerca. pero antes sigamos conociendo Las Merindades. El siguiente pueblo digno de parada y fonda es Oña. Villa ilustrísima que cuenta todos los veranos desde hace ya 29, su crónica histórica en el que participa prácticamente todo el pueblo, y por el que bien merece una parada. Y mira, no tiene área como tal, pero dormimos cinco compañeros junto al parque infantil. Silencioso y seguro como pocos. A este parking improvisado se accede por la calle en la que se encuentra la guardia Civil, como si fueras a ir al polideportivo del pueblo. Aparcas, cruzas la carretera y subes las escaleras que te llevan a la plaza mayor de Oña. Iglesia de San Salvador, y los jardines secretos. Lugar ideal para una buena caminata campestre, y para avistar diferentes aves, sobre todo buitres.
En Oña hemos dormido plácidamente, en silencio, tranquilos y muy seguros. No hay área, pero existen en el propio parque mesas y bancos de madera así como una fuente y algunas zonas de barbacoas, que pueden hacer de tu fin de semana, un placer.
Os he dicho que íbamos camino de Atapuerca verdad? Creo que lo dejaré para otro relato, por hoy ya hemos tenido suficiente información.
A esta zona de Las Merindades se puede acercar tanto de paso, como un fin de semana, no está muy lejos, 2 horas escasas.