Para terminar el verano con buen pie hicimos un plan para todos los gustos, me metí en San Google y busqué a 200KMs a la redonda.
Encontré un pueblo que en su programa de fiestas había preparado una fiesta de la patrulla canina, ideal para mi peque, un encierro nocturno, novedoso y divertido para el mayor que tiene afición por los encierros, ya me ha dicho que en cuanto cumpla los 18 irá a Pamplona a correrlos. Espero que se le pase de aquí a entonces.
Si no estás en internet, no existes, y sólo encontré un restaurante en ese pueblo, luego resultó que había más pero este era el mejor. Por suerte para ellos les conocí gracias a las redes, y no defraudó. Pero por partes.
La pena del plan es que el pueblo no tenía área. Lo curioso es que había un área al otro lado del valle según Google maps, pero no se podía ir en línea recta, había que bordear el valle, 1.5horas de viaje. Aluciné. Así que optamos por la “aventura”. Pensamos en probar a dormir en el pueblo, algún sitio tranquilo encontraríamos.
Desde San Sebastián a Pie de Concha serán como unas dos horas. En el pueblo hay un coviran y un par de bares, y además tienes piscinas municipales. Si me leen los de allí a lo mejor me destierran pero comparten metros con Bárcena, no sé cuál es más bonita porque tienen muchas casas solariegas ambos, las típicas casas coloniales, como si se hubieran ido a las américas y luego hubieran vuelto a poner aquí una casa. En fin, que me lío. Me gusta imaginar cómo ha transcurrido el pueblo
Como os decía eran las fiestas de Pie de Concha y teníamos que llegar al espectáculo de la patrulla canina, imaginaos las calles estrechas en las que si sube uno el otro va marcha atrás un trecho hasta encontrar un hueco donde cruzarse. Pues ahora imaginaroslo con la piojita de 7.5 metros. Sí, la gente nos miraba como diciendo “Ande irán estos”
Aparcamos en un merendero a las afueras del pueblo, osea al final de carretera de Pie de Concha. La verdad es que el sitio tenía buena pinta, pero pensé que como eran las fiestas, los jóvenes irían allí a divertirse por su cuenta y que nos íban a dar la noche. Además quedaba demasiado aislado y al no haber compañeros…. efectivamente, no nos atrevimos.
Cuando acabaron los perritos de bailar, y se calmó el tráfico, cogímos la autoca y la movimos de sitio. Volvimos a bajar por la estrecha calle de Pie de Concha y aparcamos junto al campo de fútbol. Entre coches, bajo una farola, junto a un riachuelo. Corrímos las cortinas y allí nos quedamos a cenar y haciendo tiempo al encierro nocturno que para eso habíamos venido.
A las 23.30 nos fuimos al centro del pueblo, nos recomendaron una campa en alto, como a dos metros de alto sobre la carretera, en la que la gente se ponía para ver a las vaquillas. Nos aseguraron que no subían los animales, imaginaos el plan yo aún con la pata semichula, que no la podía ni doblar ni estirar del todo, el niño dormido en brazos del padre. En fin, un cuadro. Y no, pasaron las vaquillas, subían y bajaban pero no hicieron ademán de irse a la campa… salvo la última, que se lo pensó, yo estaba sentada en el suelo junto a más gente, y no sé ni cómo me puse de pie, con gran dolor de tibia, ví los ojos de la vaquilla brillar en la oscuridad y no me lo pensé. Sólo fue eso un pensamiento, nunca había pasado pero….
De ahí nos fuimos a la cama de nuestra casa con ruedas aparcada junto al campo de fútbol.
Al despertar abrimos las cortinas para desayunar con más luz, y de eso que te sientes observada, como los gorilas de Cabárceno a través de su cristalera. La gente pasaba y miraba de reojo (o no) a la autocaravana. Yo creo que es lo malo de no tener área, quizá la población no está tan acostumbrada a ver nuestros vehículos y siente curiosidad.
Después de desayunar fuimos a las piscinas echamos la mañana y con el apetito abierto fuimos paseando hasta Bárcena para ir al restaurante especialista en carnes a la brasa. Y vaya carnes! Comimos cerca del asador, más divertido que en el comedor, aunque con el peligro de llenarte de humo. La Calzada se llama el sitio. No os perdáis la cecina de León y las mollejas, y como colofón un chuletón de buey que no tenía nada que envidiar a los nuestros de sidrería. Te diría que incluso más grande. Te lo asan lo justo, en su gran parrilla y después te ponen una mini barbacoa en la mesa para que lo pases un poco más o si se te ha quedado frío el trozo. Además pedimos sidra, y te lo sirven en un escanciador automático. Imaginaos la diversión estaba asegurada. Entre uno que servía la sidra dándole al botón y el otro que ponía la carne en el asador….
Tras descansar un rato en la piojita, aún nos quedaba el sábado noche y domingo, así que como tenemos los pases anuales de Cabárceno nos fuimos a su área a dormir y visitar el parque al día siguiente. 4 cosas, las aves, las jirafas, los osos y los gorilas, y allí me vino a la mente la noche anterior y la gente mirando….
En resumen, fue un fin de semana de lo más atractivo, y ya se nos van quitando los miedos a dormir fuera de áreas. Con sentido común y sin molestar a nadie. Ahora, el beneficio para los pueblos que tienen área es infinito, porque sales en los mapas. La gente te conoce, te visita, gasta, pernocta con total tranquilidad.
¿Qué sitio recomendáis que no tiene área pero que se está de maravilla?