Y mira por dónde que hemos visitado por fin uno de mis destinos incluidos en alguna de esas listas que tanto hacemos en mi casa, sobre todo yo.

Hace un par de semanas estuvimos en Arnedillo, pequeña localidad de La Rioja y volcada en el turismo itinerante. Imagino que por necesidad porque antes de crear el área me consta que muchos autocaravanistas y furgoneteros dormían “de cualquier manera” y en cualquier lugar y de esta manera lo han regulado con una magnífica área en sus altos.

En mi caso particular ir a Arnedillo es trasladarme a un pasado lejano en el que mi abueli iba a estas zonas y otras parecidas a tomar sus baños termales. Y yo junto con mis padres, le llevabámos en coche y pasábamos con ella el fin de semana, después se quedaba quince o veinte días y volvíamos a buscarle. Sin embargo no recordaba esas pozas de agua caliente en pleno pueblo.

Volviendo al presente, Arnedillo ha sabido adaptarse al turismo itinerante con una gran área para nosotros, en la que dentro de tus rayas, puedes sacar mesa y sillas. Además tienes posibilidad de enchufarte e incluso hay baños y fregaderos, además del vaciado de poty y grises. El área tiene un coste de 10€ que pasa por las mañanas un hombre a cobrarlos. Además te explica distintas rutas así como visitas que se pueden hacer. Si yo fuera el panadero del pueblo subiría con él y vendería pan, y magdalenas a los habitantes y te aseguras una venta mínima de 30 barras. Que son las autocaravanas que estábamos ese fin de semana.

Nosotros llevábamos las bicicletas e hicimos un recorrido de 8km hasta Herce. Es una vía verde que llega hasta Calahorra. Muy fácil de hacer, sobre todo a la ida. En ese mismo recorrido os podéis desviar al Mirador del Buitre, que como su nombre indica, es para observar los muchos buitres que habitan en sus montañas rocosas. Me recuerda tanto el paisaje a Lumbier. Además con el pago del área tenéis un pequeño descuento en los avistamientos de estas maravillosas aves.

Otra de las excursiones que podéis realizar por los alrededores es a pie, la ruta de las ermitas. Hay como siete. Nosotros hicimos un recorrido circular por los aledaños del pueblo. Muy fácil también aunque no apta para ir con carritos. Por el camino podéis aprovechar a almorzar moras. Nosotros fuimos en septiembre y estaban a reventar. Y otra vez me trasladé a mi infancia, cuando iba con mis padres al monte, y por el camino recogíamos esas frutas algunas moradas y otras rojas. Como me gustaría que todos esos pequeños momentos se quedaran en la memoria de mis txikitos, y cuando se hagan mayores se les humedezcan los ojos pensando en las excursiones y viajes que hacían con sus padres. ¿Por qué tenemos que esperar a hacernos mayores para emocionarnos con esas cosas?

Si tenéis ocasión, os recomiendo encarecidamente la visita a este pequeño pueblo en el que además consumimos en sus bares y en su panadería, en agradecimiento a su hospitalidad. El área esta en las siguientes coordenadas (N 42º 12′ 44” / W 02º 14′ 22”) no os asustéis por la enorme pendiente que hay que subir. En la esquina de la calle hay un bar (creo recordar que se llamaba la Huella) y de ahí para arriba. Desde luego las vistas son inmejorables. Ya me contaréis. Nosotros seguro que repetimos.