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Iñaki Miguel

Con mi merida voy con mi merida vengo

El calor, el Puente Coperto y el formaggio

Martes, 18 de junio de 2013
Castel di San Giovanni_Vercelli

El calor me está haciendo sufrir, las temperaturas desde primera hora de la mañana han sido elevadas, y más al terminar la jornada, Me he levantado con 24˚en la región de la Emilia Romagna, hacia el mediodía teníamos ya 29˚ y subiendo en la Lombardia, y en el Piamonte que es donde estoy, a última hora de la tarde unos 38˚. Asfixiante. Remedio: agua, agua y mucho agua.

Hoy han caído 110 km. Desde Castel di San Giovanni, pasando por Pavia y terminando en Vercelli, en tres regiones italianas diferentes, pero con mucho en común, las tres agrícolas, con enormes extensiones de cereal, y luego las inundables como forma de riego, para arroz en mayor medida, además de maíz, ello gracias al agua de su gran río: el Ticino, que baña esta gran ribera. Cuando he estado cruzando este enorme regadío, me ha recordado las marismas del Guadalquivir, en la zona entre Coria del Río y Sanlúcar de Barrameda, 80 km. de lo mismo.

Pasar por estos arrozales y con el sol impartiendo justicia propia de estas fechas me ha hecho pasar un pequeño calvario. Había continuas bolsas de calor que hacían el aire irrespirable. Si a esto le sumas que estás haciendo esfuerzo continuamente la mezcla es peligrosa, y como compañía molesta, cada vez que paraba para echar un trago había visita de mosquitos, me llevo el recuerdo de unas cuantas picaduras.

Como lugar bonito hoy me quedo con el Puente Coperto, sobre el río Ticino en Pavía, que conecta el centro de la ciudad vieja con el barrio de Borgo Ticino. El puente tiene cinco ojos y es completamente cubierto de madera, con dos portales en ambas orillas, tiene numerosos balconcitos y muertes como barandilla, donde la gente va a sentarse para relajarse, o parejas a declararse en tan insigne lugar.

Si hay algo en común en Italia, por lo menos en la parte que voy recorriendo es la bicicleta, la usan tanto pequeños como mayores. Para darse un paseo, ir a la compra, pasear al nieto en una sillita delantera, etcétera. No se como estará aquí el tema de las desapariciones, pero las dejan con mucha tranquilidad en la calle, la mayoría se ve que son bicicletas viejas, de esas que tienen encanto.
Otra cosa que me hace muchísima gracia es la cantidad de gente mayor por la calle con la camiseta siciliana, Sobre todo en los pueblos, Es una prenda que te alivia, supongo, del calor sofocante de estas fechas. A algunos les quedan bien pero otros yo no le dejaba salir de casa.

También me llama la atención la cantidad de pasos de tren que hay en mitad de los pueblos, pasos con barrera, Que se respetan, naturalmente. Son imágenes que tenía olvidadas, de otra época.
Lo mismo la ausencia de variantes es una constante en casi todos los pueblos, la calle principal es transitada por camiones de gran tonelaje, esto unido a las aceras tan pequeñitas que hay hacen que sean un peligro tremendo.

Los hoteles en Vercelli son caros, he encontrado uno que se ajusta a mi economía, el hotel Matteotti, con la recepcionista que es un encanto, súper amable, como no nos entendíamos bien, ha cogido el móvil y ha llamado a su marido, Pietro, que controla el español, y con el manos libres puesto nos hemos comunicado, parece surrealista, pero así ha sido.

He salido a dar una vuelta y he visto la ciudad vacía, supongo que era porque jugaba al fútbol Italia y España, una final, ganando esta última. ¡Bien!. He visto un bar abierto y me he metido, con un refresco he estado viendo como terminaba el partido, la camarera me ha invitado a un trozo de queso, era picante, he tenido que pedir otra lattina, el formaggio era “Primosace” picante, de Silicia. El establecimiento era el “bar Corso”, recomendable, con mucho sabor, como a mi me gustan, como los bares de siempre.

Esto se va acabando, me estoy acercando a los Alpes.

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Los caminos y mi bicicleta, dos amigos.

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