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Iñaki Miguel

Con mi merida voy con mi merida vengo

Primer día, Donosti-Roma

Domingo,  10 de junio de 2013
El viaje, Donosti_Roma

Me he levantado a las siete y cuarto de la mañana, me he dormido, mi cuñado Juan ya estaba tocando el timbre, me hace de taxista improvisado, me he ido casi con las legañas en los ojos. A las 9’15 h. cogía el avión.
Que manera de caer agua, que no me llueva en el destino, no pido más, ayer el parte de meteorológico era de huevo frito en Roma, el lunes lluvia, luego parece que va a mejorar algo.

Espero que la bici llegue en buen estado, los empleados de carga de los aeropuertos por lo que he visto no son nada cuidadosos con los equipajes, he tenido alguna experiencia, como resultado ha sido salir del aeropuerto e ir directo a buscar un taller mecánico de bicis.

Vuelo con Vueling, por aquello de la economía, comparto vuelo con gente de Iberia, con todos llenamos un solo avión. Es un Airbus 319, vamos pegados, empaquetados, a nada que midas más de 1,60 pegas con las rodillas en el respaldo el asiento delantero.

Mi primera preocupación nada mas bajar del avión en Roma es buscar una tienda de telefonía para comprar una tarjeta TIM para el IPad, luego ver donde montar la bici y buscar un medio de transporte que lleve a la ciudad. Creo que hoy dormiré en un albergue de peregrinos, necesito hacerme la compostelana para que me la sellen por el camino, así se da fe de haber pasado, un trámite en todo camino de Santiago.

Este aeropuerto de Prat es como una ciudad, hay de todo, sobre todo gente que viaja a cualquier sitio, yo también. Ayer me pasó un mensaje mi compañera de trabajo Eva me toca la fribra gastronómica: las tortillas de camarones del Balbino en Sanlúcar, las tostas del Gallo Azul de Jerez… Y por esto, como la Esteban: “maaaaaato”. Durante unos segundos me hizo replantear me el destino, es broma!

Bueno, a las 14.30 h. Cojo el avión, como toda espera esto es un aburrimiento. Creo que he dado veinte vueltas a la terminal de tránsito, por fin a las 14.30, subimos al avión, veo desde la ventanilla como traen la caja de la bici, junto con más maletas, las meten en la barriga del avión y al rato el comandante dice que nos vamos, arranca, coge potencia, suelta el freno de mano y salimos catapultados.

Ha empezado a llover en Barcelona, pero 24 grados, me han venido bien, se me han secado hasta los mocos, echaba en falta esa sequedad. He dejado Donosti lloviendo a cántaros, el vuelo ha sido rápido, unas cuantas turbulencias y para abajo, el piloto un poco brusco en el aterrizaje, el anterior ha sido más suave.

Bueno, nos colocamos en la terminal y bajamos del avión, voy rápidamente a la cinta para recoger la caja de la bici, y aquí comienza la odisea, veo como todo el pasaje recoge sus maletas, y la mía que no sale, que raro que me pase a mí algún contratiempo. Como ha pasado un tiempo prudencial y me he quedado solo en la cinta, voy a hacer una queja, me mandan de un sitio para otro, al fin encuentro la compañía que me va a atender, media hora de cola, ¡la de gente que no localiza sus maletas!, tremendo, pregunto por mi caja con la bici, y me dicen que como es tamaño xl tengo que ir a otra salida, efectivamente, estos italianos si que saben de tamaño, en Málaga todo por el mismo agujero, da lo mismo, ¡hay, que delicados los italianinis”.

Observo la caja y parecía que había paso el avión por encima, he temido lo peor, salgo fuera del aeropuerto, busco un lugar donde montar la bici y comienza el puzzle, cuando ya estaba montada miro el reloj y las siete de la tarde, noto que el cambio no funciona bien, y puede que a pesar estar bien protegida, los del aeropuerto como parecía que se habían subido a la caja, posiblemente hayan torcido algo. No me da tiempo a probarla, pues tengo que coger el tren que me lleve a la ciudad.

Como ya sabía donde me quería hospedar y como en todos los trenes no se puede subir la bici he preguntado a un taquillero expendedor de billetes, el hombre no sabía donde estaba la calle a la que quería llegar, y además no me acordaba de la estación que tenía cerca, al final recuerdo que era Termini, me ha buscado otra opción, hasta la que si he podido llevar la bici, la estación de Ostiense, he sacado billete para mi y la bici, 14 euros, después media hora de tren he llegado a la estación, he bajado y me he puesto en la calle.

Como no quería preguntar, he conectado el GPS y he seguido la ruta hasta el hostel-albergue Downtown, donde por 25 euros la noche voy a compartir habitación con literas con cinco jóvenes, que no les pase nada, ronco un poco por la noche, a ver si lo evito.

Camino del “hostel” me he topado con el coliseo romano, me ha hecho ilusión, y también me ha decepcionado un poco, me lo imaginaba más grande, pero bueno, en todo caso majestuoso, he sacado unas fotos y he seguido en busca del hostel, había poco tráfico.

¡Que viejo es Roma! Iglesias, monumentos, Palacios… La vista se va para todos los sitios.

Bueno, he llegado al destino, después de una ducha en el baño común del pasillo, he pasado a la habitación, he metido las cosas en una taquilla y a la calle. Es de noche, a pesar de que no me gusta salir por sitios que no conozco, me he dado la vuelta a la manzana, había jaleo con multitud de mesas con turistas cenando en las pizzerías y ristorantes, pero también estaban merodeando gentes de aspecto raro, busca vidas, no han faltado los travestis y putillas que lanzaban frases ofreciendo sus servicios, con este plan he decido irme a contar esto, como me ha ido el día, y descansar, mañana empieza lo serio. Saldré del hotel, daré la vuelta por el Coliseo, llegaré a la plaza de San Pedro y carretera, me quedan mil kilómetros de vivencias.

Hotel-albergue Downtown
Vía Carlos Callaneo
Roma
25 euros.
Habitación con literas, limpia, baños comunitarios. Aceptable para jóvenes y para mí, de paso también.

Temas

Los caminos y mi bicicleta, dos amigos.

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