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Iñaki Miguel

Con mi merida voy con mi merida vengo

El diablo hace recados a los franciscanos

Viernes, 14 de Junio de 2013
Monteriggioni_Fuceccnio

Hoy me he dado una “paliza soberana” he tenido de todo, bici por pista, por carretera, campo través, fangal, despeñadero…. Hasta creo que el diablo ha estado un rato conmigo, os lo cuento en su tiempo.

La noche en un castillo es muy relajante, no es la primera que duermo en semejante sitio, lo recomiendo, esta noche tenía que haberme levantado al ventanuco y dar un zapatazo al palomo que ha estado toda la noche arrullando, marcaba los segundos, a veces duermes en la plaza de un pueblo y tienes el campanario, pero es cada hora.

Eran las seis y media cuando he puesto el pie en el suelo, la jornada se presentaba larga, así ha sido, con luz plena he bajado a montar la bici, he salido a la plaza, y allí estaban los de la limpieza, dejando todo txukuna para la nueva jornada, esto cuesta, ayer pagué un euro por tasa turística al reservar la cama en el albergue, no me hizo mucha gracia, pero no se salva nadie. Hoy ha sido curioso ver la plaza sin gente, anoche cuando me retiré a mis aposentos había gran bullicio, hoy volverá a ser lo mismo, mañana hay fiesta medieval, he leído el programa de actos y tenía buena pinta, con este entorno ni os cuento.

Ayer barajé si hacer todo por carretera, o parte, pero esta mañana he decidido ir con el trak. La salida del castillo me ha llevado a la carretera, después de unos primeros kilómetros he pasado por La Colonna donde he desayunado en un bar. Aquí los bares no son lo que tenemos en nuestras ciudades y pueblos, estos parecen pastelerías, no hay pintxos, solo dulces y algún bocadillo mixto, eso si, un café y un croissant: dos euritos, y en todo momento: bongiorno, grazie, prego y arrivererci.

Al salir de este pueblo me he liado un poco, habían cambiado las calles de dirección, pero nada, todo es orientarse de nuevo, a la salida y como la carretera no iba a la par y se abría en la lejanía, he decidido tirarme al monte, el comienzo ha sido muy duro, una pendiente de 16%, que ni metiendo todo el hierro podía subirla, así que pie a tierra, me he ido cruzando con peregrinos a los que saludaba, el más curioso un suizo, que venía desde Lassuana.
Las hierbas en ocasiones estaban altas y tapaban el camino, pero lo peor estaba por llegar, el camino se tiraba por una pequeña ladera llena de matorral duro, bajabas arrastrando la bici, apoyándote en las raíces de los árboles, este pequeño infierno terminaba en una charca maloliente con barros putrefactos, en fin, cuando he salido tenía piernas y brazos que parecía haberme peleado con un gato.

De los tres Caminos de Santiago que he recorrido por España, éste, ni por asomo está cuidado, el caso es que hay peregrinos, pero la cosa no está explotada, una pena: faltan hospederías en los pueblos, las pocas que hay son muy caras, la señalización es pobre, cuando no existe, en lo gastronómico falta el menú peregrino a precio asequible, etc.

He llegado a Colle di Val D’elsa, mitad del camino, y he llegado físicamente bien, a pesar de la paliza, ahora tocaba llegar a Gambassi Terme, que era otro reto para hoy, pensaba quedarme a comer en este pueblo, pero en vista de lo pronto que era, sobre las doce del mediodía, he decidido seguir y llegar a San Miniato. Para ello he desechado el monte y he cogido una carretera que iba pareja, y en un punto cercano me he incorporado al camino, para hacer esta incorporación habré subido “un poco a pie y otro andando” unos tres kilómetros, al preguntar a unos chavales ciclistas que pasaban por allí, por como era la carretera, no han podido evitar una media carcajada, creo que han dicho algo como “no sabe bien este por donde quiere ir como semejantes bultos”, no les ha faltado razón.

Coronado este alto me ha gratificado con la vista de San Miniato, fin de la jornada, en Gambassi, en la oficina turismo he han aconsejado que me alojase en el albergue de peregrinos, así que me he propuesto buscarlo, primero he preguntado a un señor que me ha enviado a la puerta de una iglesia, cerrada. Por la hora que era el cura estaría en la siesta. Vuelta atrás, yendo por una calle he visto a un cura y me he parado a preguntarle, justo delante de mí había una escalera de unos cincuenta peldaños, para no dar un buen rodeo por calles, me sugiere que los suba con la bici a cuestas. Una vez arriba, que siga siempre recto, que al final encontraré un monasterio de Franciscanos, que se dedican a recoger peregrinos.

Ha sido subir las escaleras y quedarme sin resuello, he recobrando el aliento en un segundo, tenía delante a dos guapas novias engalanadas, cosa extraña, enseguida me he dado cuenta que estaban presentado como modelos los trajes a alguna familia en un restaurante que tenía al lado.

Lo mío era localizar el Monasterio, así ha sido, en una pedalada se me ha puesto enfrente, un San Francisco en la fachada avisaba del lugar, casualidad, un monje en la puerta estaba despidiendo a una señora, cuando ha terminado le he abordado, preguntado por el albergue le he notado en el gesto algo extraño, pero he insistido. San Miniato es un lugar muy caro para hospedarse.
El fraile, un tipo curioso: bajito, regordete, creo que era el encargado de la intendencia, curioso, creo haberlo visto la etiqueta de una cerveza.
Me ha llevado a otra puerta, me ha pedido candar la bici para que le acompañase, asi que cuando me disponía a ello, me dice que casi espere. Ha aparecido un fraile sin uniformar, que me ha dicho que las habitaciones eran muy humildes, que aquello un monasterio, pero que si quería pasar la noche eran 35 euros, me ha parecido algo más que limosna, con la excusa de que iba a bajar a la ciudad para verla, y que luego regresaría, me he ido.

Esa mentirijilla casi me cuesta una avería en la bici, he olvidado quitar el candado y he montado un lío en la rueda, solucionado el nudo voy a montar de nuevo y pego una pedalada al aire, golpe en hueso, me ha salido un huevo en la pierna, debajo de la rodilla. Creo que es la “factura” de la hospedería. Por eso he dicho lo del diablo, el fraile no me ha creído y me ha impuesto “castigo express”, no lo dudo.

He salido de San Miniato con la intención de buscar alojamiento en el pueblo de Fucecchio, he preguntado a una persona en un bar, pero pronto se ha unido toda la clientela a buscarme sitio, con buena intención un cliente me dice algo aí: ” Primero a diestra, una rotonda y al fondo, que luego a siniestra, recto tres rotondas, que luego a siniestra y otra vez y al fondo, que después de pasar un semáforo había una oficina de la Policía municipal, que preguntase por un hotel, del cual me ha dado el nombre, pero desconocía el lugar”
Camino de dicha oficina policial, cuando llego estaba cerrada, horario de verano y un teléfono móvil.
Sigo adelante al próximo pueblo, y cuando ya estaba mentalizándome de que iba a dormir al raso encuentro un oasis: “Albergo La Campagnola”, tres estrellas, peleo el precio, me parecía algo caro, logro rebajarlo y me quedo. La habitación sorprendente, lo mejor hasta ahora.

Una ducha, la colada, cargar las baterías de los aparatos y a la calle, el hotel está fuera del pueblo, pero tiene restaurante y bar, en éste por 4,50 euros buffet libre de pintxitos y una bebida, claro he llenado tanto el plato de todo que me he dado una panzada, me la merecía, ha sido un día duro.

Mañana bajo hacia la costa, llegaré según como sea el camino.

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Los caminos y mi bicicleta, dos amigos.

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