Épica. Remontada. Coraje. Empuje. Necesidad. Esas sensaciones se vivieron en Anoeta. La Real Sociedad tomó un par de bombonas de oxígeno y la épica regresó al frío estadio. Parece evidente que con pistas de atletismo también se pueden disfrutar de gestas que llegan solo cuando hay un par… de goles.
No quiero desviarme de la esencia atlética de este blog. Sin embargo otra vez el deporte demuestra lo crucial que es tener, demostrar, carácter. En la Copa Davis Rafa Nadal fue un ejemplo de apretar el puño y los dientes. A la misma hora en Anoeta la Real mostraba la desconfianza y debilidad mental cuando se encontró con un marcador adverso. Con el 1-2 el buen equipo que habíamos visto desapareció.
Este fin de semana también ha comenzado la temporada de cross en Gipuzkoa. El coraje del Bidasoa como club de cantera de atletas y organizador, es otra vertiente del deporte. Como siempre impecable su labor en los terrenos de la ikastola Txingudi. Victoria de un atleta humilde pero de gran calidad. Hossain Kaanache, un oriotarra que este año puede dar muchas alegrías tras haber encontrado un trabajo en la ikastola de su pueblo que le permite tener más horas de descanso y entrenar mejor. Es el coraje del deportista aficionado, del no profesional, del no millonario, de la estrella de un deporte pobre pero con enormes valores humanos.
Es coraje desde otro ángulo. Tan necesario como el del futbolista de Primera División que salva la cabeza de su entrenador, que no es mejor o peor que un minuto antes, pero que sigue en el banquillo porque alguien empujó, resistió, mostró coraje, no bajó las manos ni la mente, y en ese metro final metió la pelotita en la portería e hizo ‘grande’ al equipo. Si esa pelotita hubiese pegado en el poste, hubiese ido fuera, o el portero hubiese hecho la parada del siglo, ese equipo o ese entrenador habría pasado por la guillotina… a pesar del coraje.