Estoy indignado. Muchos deportistas, también. Y técnicos. Y aficionados. Esto es un cachondeo. El tema de la lucha contra el dopaje en el deporte español sigue siendo de pandereta y olé. Luego muchos se pegaban con el puño en el pecho y besaban el escudo de España cuando personajes como Yannick Noah dudaron del deporte de este país por las ayudas químicas. ¿Y que quieren? Los demás nos miran con ojos repletos de interrogantes y con razón.
Con todos los respetos, me tiene contento la Guardia Civil y el área de operaciones antidopaje. La Operación Galgo prometía y por un cúmulo de circunstancias se ha quedado en casi nada. Es como si hubieran pretendido llevar agua en las palmas de las manos durante kilómetros. Claro, al final llegas con las manos mojadas pero ni una gota de liquido. Muy hábiles.
Si la Ley española contra el dopaje es insuficiente, antigua, ineficaz, ahora se suma el responsable de la Guardia Civil en esta materia que otorga certificados de colaboración a los deportistas cazados como si fueran monjitas y con un par de padresnuestros y avemarías, a competir que aquí no ha pasado nada, según explica mi colega Carlos Arribas en un esclarecedor artículo.
Pero en qué país vivimos. Los que seguimos con el listón alto en exigencia de un deporte limpio, estamos cabreados con esa reducción del castigo a atletas como José Luis Blanco, que tras confesiones sonrojantes e irrefutables y un positivo de manual, ha regresado a la competición antes de cumplir la sanción debido a su colaboración. Pero ¿de qué colaboración estamos hablando? Venga hombre!!! Que no nos chupamos el dedo. Esa colaboración debe ser efectiva para reducir el castigo según el Código Mundial y confesar públicamente haberse dopado. Nadie sabe nada ni de una cosa ni de la otra.
Luego se cachondean del deporte español. ¿Y alguien puede mirar de frente después de estos sucesos? Porque el dichoso certificado del teniente coronel ya ha sido restregado por las narices de los sorprendidos federativos que se ven obligados a rebajar el castigo. Después la Federación Internacional se revuelve en los sillones de Mónaco y pregunta irónicamente sobre tales colaboraciones para inmediatamente clavar los ojos furiosos en Madrid.
Ahora llega el caso de José Luis Blanco. Antes fueron los de Yesenia Centeno y Paquillo Fernández. Todos tenían un tufillo escandaloso y han acabado como unos atletas majetones. No puede seguir así esta situación. Los más tramposos parece que también son los más listos, bueno listillos. La IAAF no felicitará estas navidades al teniente coronel. Ni a Blanco. De hecho, exigió más pruebas de es su colaboración efectiva. Por supuesto ni pruebas ni le… El chiste llega cuando el Comité español de Disciplina Deportiva (CSD) le da la cautelar para que compita, al menos en territorio español. La carcajada se oye hasta en Australia.
Quizás me sigan molestando acusaciones de personajes como Noah, con episodios también a ocultar, pero creo que en la siguiente ocasión que ocurra, solo sonreiré. No pienso entrar al trapo y subirme al carro de los defensores de la limpieza de nuestro deporte patrio. Se acabó. O cambian la Ley o no gasto más mi teclado en argumentos que se los llevará de nuevo una Ley absurda y unos responsables irrresponsables.
No puedo finalizar sin recordar las Operaciones Puerto y Galgo. Por debajo de las alfombras hay más pelusilla que nunca. No son ni dos ni tres los que me recuerdan la inocencia de Marta Domínguez o Nuria Fernández… “ya te dije que no había nada”. Me parece que después de los casos ‘Blanco’, ‘Centeno’, ‘Paquillo’, estoy obligado a recordar todos los episodios que no han sido aclarados, las escenas dudosas, los personajes de la trama, las palabras mágicas que nadie aún ha entendido…
La Ley actual no puede entrar a fondo y el agua sigue escurriéndose entre los dedos de las manos. No oculto que solo están mojadas. Pero vosotros sabéis que si están mojadas es porque en algún momento hubo agua. Y todos se ríen cuando escuchan decir que están secas y que jamás hubo agua.