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Antxon Blanco

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¿Hay que ladrar en el fútbol?

Parece que en el fútbol si no ladras no existes. Las largadas de algunos entrenadores la pasada temporada han servido para que este año ni rechiste disfrutando del panorama porque los árbitros parece que están atemorizados y ante la duda la decisión es más bien blanca. Ahora, los pataleos llegan desde el otro lado de la orilla, blaugrana por más señas. Quizás el año próximo estemos hablando de lo contrario. Gritos en portugués y silencios catalanes. Esto es así, que lo sepan -que ya lo conocen- equipos secundarios.

La percepción de los aficionados es que ante una injusticia/error, es necesario elevar la voz. Solo así en el siguiente partido te respetan, es lo que se piensa. Y si el presidente de turno no lo hace, parece que es un lili. No parece una estrategia muy pedagógica. Es más testorenil que cerebral. Pero así es el ‘furbol’ y otros deportes aunque en menor medida.

El derbi del domingo en Bilbao es otra experiencia. Admitido el error arbitral, repetido un año más contra la Real, se habla de la influencia de Ángel Villar para no voy a decir ‘favorecer’ sino quizás ‘no perjudicar’ al club de sus amores. No considero que existan indicaciones directas, quizás sean autopresiones inconscientes de quienes arbitran o dirigen el colectivo que ya saben qué campo pisan. No lo sé. Quizás todo sea más sencillo. La respuesta pudiera estar en que, simplemente, se arbitra con desinhibición a un club que no va a ocupar primeras páginas y se da un bloqueo mental cuando miras de reojo el dedo de Mou o la bufanda de Pep.

Sin embargo en el fútbol sí se dan situaciones que cabrean muchísimo. Incluso con la cabeza fría, parece de entendimiento complicado que un jugador con un comportamiento exquisito como Illarramendi sufriera una sanción de dos partidos por su acción desafortunada en Granada, con todos los recursos rechazados, y Pepe, jugador violento, haya cumplido esta temporada los mismos partidos de sanción (doble tarjeta más ciclo de amarillas). Algo está fallando.

Por otro lado, el sentido común no existe cuando se plantea una sanción a un jugador (Piqué) que realiza una declaración inadecuada después de su expulsión mientras otros jugadores realizan similares declaraciones inadecuadas y se mira hacia otro lado, o un entrenador espera al árbitro en el aparcamiento para decirle cuatro cosas inadecuadas y nadie levanta la voz, o un técnico habla de robo en la sala de prensa… y no hay respuesta. Algó está fallando. ¿O es necesario ladrar?

Antxon Blanco

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