Una de las imágenes del fin de semana ha sido la del jugador inglés del Bolton Fabrice Muamba fulminado en el terreno de juego, víctima de un paro cardiaco. Compañeros y aficionados completaban la escena. Gestos dramáticos. Silencio eterno.
Pronto pasaron por nuestra cabeza situaciones similares, con desenlaces trágicos, en el fútbol y en el atletismo. El jugador inglés, de 23 años, llegó con vida al hospital. Hoy permanece estable pero en estado crítico, según el último parte médico.
La primera pregunta que todos nos hacemos es cómo ocurren este tipo de situaciones a deportistas de alto nivel, con entrenamientos diarios, con permanentes controles médicos, rigurosos en sus dietas. La medicina aún no tiene respuesta para explicar estos accidentes cardiovasculares. Ni sabe por qué, ni cuándo. La muerte súbita sigue siendo un misterio. Tal desconocimiento parece más inaudito cuando se da un fallo cardiaco en un deportista. O al menos esa es la sensación que nos queda.
He intentado conocer más datos del Muamba persona y no tanto del Muamba profesional del fútbol. Quería conocer su historia humana de este hombre nacido en el Congo, el país más pobre del mundo y que en la pasada década protagonizó una guerra con millones de muertos.
Pues bien Fabrice Muamba y su familia tuvieron relación con uno de los tristes protagonistas de la historia de la nación congoleña. El padre de Fabrice, Marcel, trabajó para el gobierno de Mobutu Sesse Seko, un dictador que fue derrocado en 1997. Los colaboradores del régimen fueron perseguidos y Marcel huyó del Congo. La madre del futbolista Gertrudis y sus cinco hijos fueron recogidos por un tío. La situación se agravó cuando el tío fue asesinado. Un par de años después la familia huyó del país africano para aterrizar en Inglaterra. El hoy futbolista tenía 11 años.
En unas declaraciones a Daily Mail, Muamba señaló sobre su experiencia en su país natal: “Fue muy, muy difícil. Yo vi la guerra. Vi morir a la gente. Crecí con la guerra. Tuve miedo”. El pequeño Fabrice escuchaba los disparos por la noche “Yo no vivía muy lejos de la guerra. Por las noches era terrorífico. No podía salir a jugar a fútbol porque nos podían matar. A dos amigos míos les mataron, a otros les hirieron”·
Aquella pesadilla terminó para él en 1999 cuando se le concedió asilo político en en Reino Unido. El pequeño Fabrice no sabía una palabra de inglés. Pero los profesores le recuerdan como un niño inteligente. Estudió en la Escuela de Kelmscott en Walthamstow, al noreste de Londres, a tan solo tres kilómetros del campo de fútbol donde se desplomó el sábado. En los perfiles que estos días se han escrito en Inglaterra destaca el dato de que Muamba era el jugador del vestuario con más títulos, destacando los de francés y matemáticas.
El jugador es profundamente religioso y en todo momento reconoce que Dios es la razón de todo que ha logrado como persona y deportista. Actualmente sus horas libres las pasaba con su hijo Josué Jeremias y es un gran aficionado a escuchar ópera. No ha conseguido muchos más datos pero quizás lo ahora verdaderamente importante es saber si ese corazón que siempre ha desbordado generosidad y que tanto ha sufrido emocionalmente en su vida, puede superar ese paro cardiaco que ha conmocionado desde el sábado a todo el deporte.
Ánimo Fab.