Si tú eres un realista comme il faut, seguro que disfrutaste con la renovación de Antoine Griezmann y el bloqueo que eso significaba de fuga de capitales de Zubieta hacia otros clubes. Era el subidón de autoestima para un club y sus seguidores que lo han pasado mucho, demasiado, tiempo. Sin olvidar por donde pisamos, la renovación la pasada campaña de Zurutuza, otro de los tesoros codiciados, y ahora la de Griezmann, más otros jugadores que creen en el proyecto de la Real Sociedad, evidencia que el club guipuzcoano recupera galones de identidad.

Este optimismo se puede desvanecer de un día para otro porque el fútbol te da una coz cuando te despistas un segundo. Sin embargo estos gestos deben servir para que el aficionado realista crea aún más en el futuro del club. Somos, quizás, demasiado somorros los guipuzcoanos y no nos gusta alardear. La semana pasada tuvimos motivo. Tampoco despleguemos las naves de la ilusión sin barreras. Estamos donde estamos.

El cambio de planteamiento de los jugadores-símbolo de un club en crecimiento, la valentía e inteligencia en las propuestas desde el Consejo, la paciencia de los seguidores con algunas decisiones, me lleva a pensar que esta Real Sociedad se parece más a la Real ambiciosa de antaño que a la timorata de la última década. En la actual Liga hay dos ricos muy ricos y el resto sobreviven. Por eso creer (todos) en un proyecto es vital en los tiempos que corren. Luego llegarán escenarios donde las despedidas parecerán fugas insidiosas. Pero no. En ocasiones algunos traspasos servirán para llenar de oxígeno unas cuentas bancarias que dejaron atrás las telarañas aunque siguen necesitando de euros para cuidar la huerta de Zubieta, entre otras cosas.

La máxima de un equipo con canteranos y unos pocos refuerzos foráneos, se está cumpliendo. Y no es poco el éxito. Ahora hace falta que en el plano deportivo esta Real Sociedad sea merecedora del aplauso continuo. Y ahí tenemos recorrido. Es un equipo joven, con debilidades. Con fortalezas por recuperar. De ahí que de la autoestima que llegó de los despachos pasamos en 72 horas a la realidad del campo. En Mallorca todos queríamos ver al equipo poderoso y vimos a un equipo con carencias. Es necesario comprender y es vital exigir al grupo. Solo así un plan trazado en los despachos se transformará en éxito.