En un derbi los dos factores claves son jugar en casa y saber disputar este tipo de partidos. Ni clasificación ni favoritismos ni superioridad manifiesta. Son bastantes Athletic-Real en la mochila como para comerme el coco con el análisis frío de qué colectivo es mejor en este minuto de la temporada.
Cuántas veces ha salido con las orejas gachas la Real a pesar de su equipazo. Cuántas veces la Real ha dado su mejor imagen a pesar de estar muy justito y el Athletic llegar al viejo Atocha de león mayúsculo. Pues eso, un derbi tiene que quitarse las máscaras de la racionalidad y acunar ese espíritu que sustituye el poco juego, elevar esa intensidad que oculta la falta de calidad, aflorar esa garra que deja atrás la táctica equivocada.
Sin embargo lo que me preocupa como seguidor realista, es que este equipo de enorme calidad sepa disputar un derbi en Bilbao. Que tenga dudas por juventud, inexperiencia o por ese estilo de juego que se acerca más a una bella danza que a una batalla medieval. Y para ganar un derbi se necesita mucho de estilismo algo de escuadra y cartabón, pero que nadie olvide en el vestuario la brocha gorda.
Recuerdo algunas escenas del entrañable Atocha que llenaban de testosterona la grada. Aquella imagen en la zona del córner entre Gorriti y Rojo y su intercambio de casi todo, es una metáfora de cómo jugar, o mejor dicho, disputar un Athletic-Real o Real-Athletic. Mantengamos nuestro estilo pero que nadie ponga un grado más de vigor “que yo”.
Lo visto en Milan ante el Barcelona, lo visto en Oporto ante el Málaga, en champions, demuestran que en ocasiones la intensidad, el cara-perro, el ser listo, la asfixia con y sin balón, ofrecen mayores beneficios que el delicioso toque.
El Athletic tiene hambre. La afición rojiblanca tiene hambre. Lleva una temp0rada famélica. La Real, sin embargo, lleva un menú estupendo. Ojalá que no esté empachada y haya realizado esta semana una dieta de amnesia para olvidarse de la borrcahera de éxitos cercanos y afrontar su última viaje a San Mamés con el apetito indispensable para brindar con la afición de la Real Sociedad. Son demasiados años sin levantar el puño en un campo histórico y ante una afición que, casi siempre, es notable.