A tres días de cumplir los 35 años -entra en la primera de las categorías denominadas ‘veterana’ o master, pero eso es lo de menos-, la pertiguista Naroa Agirre ha abierto una puerta que ha tenido cerrada durante muchos años, demasiados. Las lesiones le han hurtado los mejores años como competidora y sin embargo la donostiarra no ha cedido al desánimo aunque los lagrimones tampoco han faltado.
Ese registro de 4.51 metros conseguido por Naroa el sábado en Valladolid tiene un valor inmenso. Y no es récord de España, ni plusmarca personal, y está lejos de ser una marca para asegurar una plaza de finalista en una competición internacional. Sin embargo, la sonrisa que se dibujó en el rostro de la pertiguista tuvo más recorrido que la que en ocasiones se ve después de un récord mundial o un título olímpico. Son diferentes niveles de éxito. Hasta podría afirmar que con este 4.51 Naroa levantó el brazo con más fuerza que cuando hace siete años batió el récord de España con 4.56, plusmarca que aún mantiene en las tablas, y que ahora sí tambalea después de una prolongada sequía tan siquiera de intenciones.
La pareja Naroa-Jonkar ha peleado lo suyo para volver al punto de partida. A esa linea imaginaria que se desvaneció tras una apuesta loable pero que salió fatal al compartir experiencias con la plusmarquista mundial Isanbayeva y su entrenador en una concentración en Italia. Aquellos cambios técnicos pudieron provocar los problemas físicos que luego llegarían a la espalda de Naroa. El cuerpo de la saltadora dijo en varias ocasiones ‘Stop’ y ahí quedó varada la progresión de una atleta que llegó a ser finalista olímpica y en un mundial.
Ese 4.56 metros tuvo un gran valor en 2007 ¡hace siete años! y pensemos que en una progresión normal y sin ser demasiados ambiciosos en la mejora virtual, Naroa debería haber estado saltando en la actualidad por encima del 4.70. Siempre ha tenido condiciones físicas y solo la mejora técnica le hubiese lanzado a registros competitivos en cualquier cita mundialista. Ese escenario ha estado cerrado hasta el sábado. Ya el pasado invierno cuajó una temporada notable pero me parece que nadie quería soñar después de tantos momentos ácidos.
Ahora abrimos los ojos para recuperar el tiempo perdido. Es necesario ser prudente y esperar a que Naroa gane esa confianza que quedó diluida por tanto crack. Los test decían que que podía saltar muy alto aunque su cabeza se negaba a volar. Ojalá que podamos la bienvenida a una Naroa que aún tiene un butacón entre las mejores pertiguistas del mundo.