El mal sueño de la crisis lo hemos borrado durante horas con una goma llamada ilusión. El saco de los pajes de los Reyes Magos trae la primera carrera internacional en Gipuzkoa, la prueba de la Gimnástica de Ulía, en un mes que siempre ofrece sonrisas atléticas. Sin embargo, esta magia entreverada de barro y asfalto llega en estos tiempos muy justita y tosiendo mucho.
Justita porque los presupuestos han sufrido el mayor hachazo de la historias de estas competiciones. El cross de Reyes no ha conseguido ningún atleta español de elite que tradicionalmente ofrecía interés al desenlace en esa pelea con corredores internacionales. Visto lo visto, y analizando lo que sucedió, por ejemplo, en la San Silvestre de Beasain (sin fijos y solo con premios por clasificación), es posible que la reflexión que deba hacer la organización de esta prueba donostiarra es si no es mejor hacer un mixto de premios para atletas extranjeros (sin fijos) y un intento de contratar a una figura española (con fijo pero sin premios).
No son buenos tiempos para nadie. Hay crosses que han quedado en la cuneta. Otros ofrecen un nivel bajísimo. Elgoibar baja el presupuesto pero se va a defender muy bien. San Sebastián hace muchas sumas y restas para no perder la dignidad. De esta crisis se va a salir con un panorama muy diferente. Y es complicado que se regrese a los viejos tiempos de presupuestos elevados. Los representantes de atletas, por ejemplo, hasta ahora estaban en posiciones de elegir las carreras y sin reducir fijos. Ahora, son ellos los que llaman a la organización de turno para colocar a sus atletas a cambio de cifras inferiores a las que se venían manejando. Solo unos pocos atletas de supernivel pueden mantener cachés altos… otra cosa es que les contraten.
La magia de enero ha comenzado. Reyes, Zornotza, Elgoibar, Lasarte… Desde luego es necesario ser más imaginativo que nunca, conocer muy bien el mercado y el estado real de los corredores para que el espectáculo ofrezca un mínimo de interés y no arroje dudas sobre el futuro. Esta crisis no solo es de números. Esta crisis puede cerrar muchas puertas que nunca más se abrirán si ahora escucháramos un portazo.