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Antxon Blanco

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Tercera gran época del baloncesto

Mis recuerdos no abarcan la época del Atlético SS, germen del baloncesto profesional en Gipuzkoa. Arrancan con aquel Askatuak de José Antonio Gasca. Aquel entrenador que cuando yo le miraba parecía tan serio y con gesto tan duro que me llegaba a atemorizar desde la primera fila del polideportivo de Anoeta, después de ver el partido de balonmano del Zarautz, que si no me falla mis recuerdos de preadolescente, jugaba en esa cancha, no me pregunten las razones.

Con aquel entrenador ‘tan serio’ y de primer nivel, un adelantado a su tiempo, Gipuzkoa vivió un baloncesto de ensueño con los Dicoproga y su ascenso, el Dico’s posterior y un Askatuak que vivió otro ascenso sin patrocinador en sus camisetas. En la memoria de todos aquel partido en el velódromo de Anoeta, con uaan asistencia de público brutal, con la polémica de las canastas y victoria del equipo guipuzcoano. Llegarían años felices y años con disgustos. El aficionado disfrutó con Russell, Robota, Jeelani, Essie Hollis… éste último era mágico y vacunó ilusión a nuestra generación, como lo hacen Baron o Panko ahora con los jóvenes que acuden a Illumbe.

El partido del domingo ante en Real Madrid vuelve a marcar una época. Sito Alonso en el banquillo, Gorka Ramoneda y otros en los despachos, están firmado una nueva época del basket en Gipuzkoa que se recordará. Primero con la disputa de la Copa; ahora con esas opciones de disputar el play off por el título, y victorias sólidas frente a grandes como Baskonia y Madrid. Espectacular. El show se está repitiendo cada quince días en la cancha donostiarra, como hace unos años ocurrió con Porfi Fisac y el ascenso tan añorado que significó meter la cabecita entre los grandes de este deporte. Aquel 2006 parece tan lejos y sin embargo es historia casi presente que llegó en aquellas décimas de segundo en la canasta-ACB de Esteban Martínez.

Todos tenemos que repasar las páginas de la enciclopedia del baloncesto para hacernos una idea de las dificultades que ha recorrido en su trayectoria. Sin embargo no perdamos la oportunidad de llevarnos un trocito de esta época a nuestro disco duro. No sé cuánto tiempo durará como juego colectivo. No sé cuánto durará este entrenador; no sé cuánto durarán Vidal o Panko o Baron maravillando en la plaza de toros.

El carpe diem debe estar más presente que nunca entre los aficionados guipuzcoanos a este deporte que se reinventa año tras año para que sea más atractivo. Se adapta a los cambios, a las televisiones, a la demanda del público, modifica reglas. Es uno de los éxitos del baloncesto actual. Quizás también tenga aspectos criticables como el permitir fichajes en cualquier momento de la temporada, incluso solo por un mes a golpe de talonario sin ningún rubor. Ahí el control del fútbol, en mi opinión, ofrece más seriedad.

En estos momentos donde el equipo de fútbol de Gipuzkoa, la Real, también está esculpiendo un proyecto con jóvenes valores que exige tiempo y paciencia, el equipo de baloncesto con otros parámetros que se dan este deporte ofrece ese puntito de orgullo que significa estar mirando sin complejos a equipos con excelsas trayectorias.

El fútbol es el fútbol y tiene muchas virtudes. La aportación de la cantera es una joya, hecho casi inexistente en nuestro baloncesto. Los jóvenes ilusionan y sin embargo en el basket cuesta una eternidad tener una referencia local visible. No es fácil. Es una asignatura pendiente, casi siempre suspendida. Ahora hay chavales prometedores, siempre los hubo, pero casi ninguno cuajó en la élite.

Ahora la magia del Gipuzkoa Basket ilumina a muchos chavales que quieren ser barons, pankos, vidales. Es el primer paso para que canteranos alcancen en su día protagonismo en partidos como el de ayer ante el Madrid.

 

 

Antxon Blanco

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