Tenía ganas de escribir sobre la labor de los entrenadores en la parcela de motivación de sus deportistas. El efecto ‘disc0’ en la Real y la defensa de Montanier; Guardiola y el ‘chavales no hay nada que hacer’; Mourinho y su vertiente de gladiador; o la fina labor de Sito Alonso en el Gipuzkoa Basket.
Comienzo por éste último. He apreciado un gran trabajo de Sito Alonso, técnico del Gipuzkoa Basket de baloncesto, en las previas de los partidos. Siempre saca algún aspecto positivo del otro equipo, aunque sea el colista, para que la relajación huyera de las mentes de sus hombres. Sin embargo ha machacado durante toda la temporada repitiendo que el equipo podía ganar a cualquiera de la Liga, y lo ha demostrado superando al Madrid y al Baskonia, pero su coletilla era “…y también podemos perder con cualquiera”. Inteligente.
Mucho se habló la semana pasada de la salida nocturna madrileña de un grupo de jugadores de la Real Sociedad. La afición se enfadó porque no veía lógico que después de un nefasto partido en el Bernabéu, los jugadores se pudiesen ir a una discoteca como si nada. Ya hablé de este tema en un anterior post. Los deportistas dieron su respuesta ayer. El públicó se reconcilió. Pero ¿qué hizo Montanier, el técnico francés? Pues defender al grupo. Era evidente. Quizás no le gustó del todo que se fueran a una discoteca y que se aireara el asunto. Pero lo dejó muy claro: disfrutaban de sus días libres que él mismo les concedió. Y punto. Me imagino que en las charlas en el vestuario, durante la semana, les recordaría que todos esperaban, él también, su respuesta en el campo.
Los días libres fueron una motivación extra para unos deportistas que además de unas ganancias muy altas tienen una cabeza, una mente que trabaja independiente de la cuenta corriente. Cabeza y mente que son vitales a la hora del rendimiento deportivo. El técnico francés les sacó la cara. Lo contrario hubiese sido un duro golpe para el colectivo y el resquebrajamiento total del vestuario. No sé si permitirles que se quedaran en Madrid fue lo mejor para la motivación en ese momento, pero el resultado es que ha unido más al grupo. La muestra es la celebración del gol de Griezmann. El delantero se dirigió hacia el banquillo para compartir la alegría con el entrenador que había aguantado palos en los días anteriores.
La piña que convocó el capitán Bravo antes de cada tiempo también demuestra que después de recibir críticas y de poner en duda la actitud, necesitaban responder como equipo.
El caso de Guardiola también es significativo. Une a todos los jugadores a pesar de las rotaciones constantes. Hace importantes a más de once. Sabe que necesita tenerles en tensión y motivados aunque un día no jueguen un minuto. Solo el caso de Ibrahimovic le salió mal. El sueco rechazaba el no ser protagonista de forma constante. Otros blaugrana lo toman como algo normal. En las últimas semanas Guardiola ha utilizado la motivación ‘negativa’ de desenchufarles de la Liga quitando presión “No hay nada que hacer” dijo públicamente. Desde ese momento, el Barça no ha perdido un solo punto.
En el otro extremo está Mourinho. Entra en el cuerpo a cuerpo para aliviar tensiones a sus jugadores ante un partido clave. No siempre acierta. Genera en ocasiones una presión innecesaria y negativa. Su librillo motivacional a veces también pasa por la descalificación e incluso humillación de algunos jugadores. Unos resucitan; otros se hunden y se marchan. El caso de Mou puede ser ejemplo de doble motivación. Públicamente es un elefante que arrasa con todo pero en el contacto diario con sus jugadores se asemeja a la seda para ganarse al grupo. Esta temporada ha funcionado aunque queden cadáveres por el camino.
Y por último están casos como el de Javier Clemente. Las imágenes que veíamos ayer en una rueda de prensa insultando repetidamente a un periodista indica la poca educación que tienen algunas personas en el deporte. Es lamentable la escena. No se explica ni pensando que lo hizo para desviar la atención por su derrota y por ser ahora el colista de la clasificación. Hay formas que no se deben traspasar. Y no es el primer incidente del vizcaíno en Gijón en tan solo unas semanas. Otro periodista ya fue insultado. Parece que el de Barakaldo sigue aplicando testosterona en el campo en lugar de pizarra, y verborrea barata en lugar de explicaciones pausadas.
En fin, entrenadores motivadores y otros desmotivadores… por llamarlos de alguna forma.