Final española. Final esfumada. Ni Barça ni Madrid. Queda la Eurocopa, desde luego no un consuelo para Mourinho y Guardiola. Si después de la eliminación del Barcelona ya alguien sacó la pluma del ‘fin del ciclo’, quizás ahora habría que esbozar irónicamente el fin del ciclo del fútbol español.
Sin embargo pocos dudan de que Barcelona y Madrid son equipos superiores a sus dos verdugos, Chelsea y Bayern. Es fútbol. Es esa injusticia deportiva que no llega de forma tan descarnada en otras especialidades. Por eso la expectación dura hasta el minuto 47-49 de cada tiempo, si no que se lo pregunten al Barcelona que encajó los tres goles de la semifinal en los descuentos.
La reflexión de hoy parte de las declaraciones de Mourinho tras la eliminación del Madrid. Habló con el pincel de la derrota, esto es, buscando culpables, acusando con ese dedo tan macarra que tiene tanto físico como verbal, asfixiando con sus ironías a una institución como es el club madrileño e incluso afeando a una afición que no dejó solos a sus jugadores. Pero el portugués es él. Esgrimió esta vez el que han llegado a donde han llegado a pesar de estar solos, ¿solos de qué, de quién?
Mourinho también criticó a los dirigentes españoles de establecer un calendario que perjudica a los equipos que juegan en Europa. “En Italia conseguí adelantar partidos al viernes”. Ya. Pues por aquí no todo pasa por el puño de una persona, habría que responderle.
Puede que Mourinho tenga razón que Madrid y Barcelona tengan un calendario exigente. Evidente. Ellos mismos lo han provocado. Tal es su potencial deportivo (por ese reparto de los derechos televisivos muy cuestionable) que la Liga española es cosa de dos y los dos equipos durante 38 jornadas necesitan ganar todo, no digo empatar, no, digo ganar tanto al Valencia como al Racing, y eso desgasta brutalmente.
Los dos grandes equipos tienen que pensárselo mucho incluso en el aspecto de las rotaciones. No pueden fallar ningún minuto del campeonato y el sentar a un titular se hace duro. Las rotaciones se han hecho significativas en el Barça, en ocasiones obligadas por las lesiones. Menos en el Madrid, que a pesar de ello han llegado al final físicamente bien. Ahora nadie se fija ni critica este tema, como hace un año se hizo desde la dirección madridista. Y me parece correcto que no se haga ni se ponga en duda ningún tema por métodos dudosos de preparación física.
Es muy posible que en las eliminaciones de los dos equipos españoles aparezcan razones de la propia exigencia de la Liga española. Parece que no ha ayudado que se disputara el clásico días antes de las semifinales. Me imagino que Mourinho pensará que su rival ha sido más perjudicado al jugar con 24 horas menos de recuperación.
Desde la distancia, las declaraciones de un equipo y otro han tenido volumen tan diferente que obligan a reflexionar. Guardiola con palabras de agradecimiento a jugadores e hinchada, con leve pincelada de autocrítica. De Mou ya he escrito. Yo me quedo con el tono de Iker Casillas, impecable y ponderado. El postpartido debe ser así. Y más cuando en el terreno de juego la igualdad fue manifiesta. Posiblemente otros pudieron quejarse con más amargura de la estrategia rácana del rival. El Barça puso el juego y el Chelsea dos muros. Pero el fútbol se mide en goles, no en posesión de balón, ni el disparos, ni en postes, ni en pases. Por lo tanto a callar, a mejorar, a modificar estrategias y a esperar una nueva ocasión.
Exigiría a estos ‘referentes’ deportivos que demuestren saben ganar y saben perder. Más de uno aquella lección de educación en el deporte, incluido el deporte profesional, se la perdieron por una diarrea. Y que no esbocen victimismos. ¿Víctimas de qué? Otros equipos están enfangados con decisiones de desprecio solo por ser pequeños y no gruñen un día sí y otro también.