No pensaba yo que iba a celebrar los 20 años de los Juegos Olímpicos de Barcelona con Cataluña pidiendo el rescate ‘económico’. Es cierto que después de aquella experiencia olímpica, se vivió una crisis notable en este país salvada por devaluaciones y otros mecanismos que en ese momento podían utilizarse.

Lo que significó un éxito y un referente de “hacer bien las cosas” y un cheque de credibilidad desde Barcelona, 20 años después esa imagen positiva está pulverizada. Quién lo iba a decir ¿verdad Cobi?

Las imágenes de los 17 días de competiciones (más otras cuantas semanas en mi caso por el trabajo en la organización olímpica) son imborrables. Los Juegos Olímpicos de Barcelona han sido de los mejores en la historia, en algunos aspectos los mejores, en todo caso, en el podio. Lástima que ahora mismo el país esté más cerca del farolillo rojo que del oro.

Son muchas las escenas de aquel 92. Unos días con mucho calor y humedad, fiesta ciudadana, ambiente deportivo, euforia, perfección organizativa, una nueva Barcelona…

Mis recuerdos se entremezclan con los resúmenes actuales de la cita barcelonesa. El alegrón de la primera medalla española en Barcelona de Moreno en ciclismo; las exhibiciones del dream team de baloncesto en Badalona;  los abrazos de quienes estábamos en la oficina de prensa al ganar el oro Fermín Cacho; la final de 100 metros (en ese momento tenía que recoger del starter los tiempos de reacción y la vi desde atrás, con un primer impresionante silencio y más impresionante ruido de los zarpazos de los velocistas en la salida de tacos y rugido final del público); el seguimiento a las chicas de oro del hockey; la sorpresa del tiro con arco; el error que tuve con Alberto de Mónaco; las ceremonias inaugural y de clausura (impecables);  el ‘Amigos para Siempre’ del último día; las lágrimas de muchos al ver finalizar un sueño.

El recuerdo para Martí (el número uno del tinglado de medios de comunicación), Robert, María Àntonia, Carles, Paz, Ignacio, Manolo, Paco, Félix, Nicole, Erick, Olimpia, Alicia… un pequeño departamento dentro del monumental engranaje de unos Juegos Olímpicos.