Cada edición de los Juegos Olímpicos idéntico ritual. Bienvenida a las nuestras figuras del futuro y adiós a quienes lo fueron todo en el deporte.
Me supongo que ayer lunes la despedida llegó a dos atletas. Yelena Isinbaeva metió por última vez su pértiga en un cajetín olímpico. Parece frenado su racimo de récords mundiales, por ahora, y la hazaña de convertirse en la primera atleta en sumar tres oros consecutivos se esfumó en una lluviosa noche londinense. Me parecía que la rusa era una candidata perfecta para cantar la gesta.
Isinbaeva es una de las grandes de este deporte. Yo creo que puede pasar por el arco de las leyendas. Ha conseguido grandes cotas en una disciplina, que a pesar de su juventud, está dinamitada por su poderío durante casi una década. El declive parece inevitable ¿O no? También auguramos hace un año un descenso de su nivel hasta que el pasado invierno nos deleitó con un nuevo récord mundial. Este verano ha estado fatal. Pocas competiciones y una medalla de bronce que es cosecha no propia de su biografía. El año próximo marcó la raya de su despedida. Se disputa el Mundial al aire libre en Moscú y la zarina quiere dejar de caer en la colchoneta. Tiene todo el derecho. Los 30 años mandan.
Conociendo a Isinbaeva, creo que algo ha ocurrido en estos meses estivales que no nos ha contado. O quizás solo sea falta de confianza. Me ha comentado Naroa Agirre, que fue extraño que siguiera saltando en las últimas altura con la misma pértiga. Estaba cómoda con una pértiga blanda pero debió pasar a una más dura. Dice Naroa, que no ve mal físicamente a Isinbaeva pero en el apartado mental no es la Isinbaeva de antaño.
¿Y Marta Domínguez? Pues que entre lesiones, temas extradeportivos, la edad… no está como para conseguir un podio internacional. En semifinal corrió lo justo. No sabíamos cómo estaba realmente. La final lo desveló. Su recuperación entre prueba y prueba en 48 horas no fue suficiente. Nunca atacó el grupo de cabeza. Veía la carrera desde muy atrás. No tenía fuerzas para remontar posiciones. En ritmos exigentes la palentina decía adiós a su sueño olímpico. Esta vez se quitó su eterna cinta rosa en el puesto decimosegundo.