En esto del fútbol o caes bien a la primera o entras en la ruleta del pim, pam, pum, deporte casi olímpico. ¿Por qué? Pues vaya usted a saber. Quizás porque alguna tarde no has saludado a una parte de la grada; o porque te achacan algún fichaje sonrojante; o porque descartas a alguno de los supuestos ídolos locales… ¡Y yo qué sé! En menos que canta un gallo, te corean aquello de ‘gabacho, mueve el banquillo? y te cuelgan un nuevo sanbenito: ‘No sabe leer los partidos y solo hace cambios en el minuto 70’. ‘Y el que mete un gol, el próximo partido no sale de titular’.
A mí el entrenador realista también me ha sorprendido en algunas de sus decisiones, o mejor tendría que escribir que sus decisiones no han encajado con las mías. ¿Y por eso está él equivocado? Puede que falte más transparencia o política de comunicación en alguna ocasión para que todos los aficionados sepamos las razones de ciertos cambios o descartes. Puede ser.
Lo que me molesta es que no exista un respeto a la realidad y después de un partido notable la critica se acumule -hacia el entrenador o hacia los jugadores, me da igual- por venenos personales, por hacer el juego a no se quién, o por jugar con ventaja. Claro, porque criticar al entrenador y desear mandarlo a casa es un juego en el que siempre ganas. tarde o temprano el técnico será cesado. Y entonces el ego de alguno crecerá y dirá que yo ya lo había dicho hace mucho tiempo: ‘El entrenador no valía para este equipo’. Y dará igual que haya ganado la champions. No valía y punto. A eso se llama ventajismo.
No seré yo quien, a esta altura de la película, exija objetividad. Más iría por la receta del equilibrio en las críticas. Dar cañita es necesario. Apuntar con el cañón sin tregua, poco recomendable. Y si la objetividad la dejamos para otros escenarios, que al menos la subjetividad a flor de piel no perjudique a la Real Sociedad.
¿A qué viene decir que los banquillos están llenos de titulares? Los titulares son los 11 del campo. Y la alineación de carrerilla como antaño, no es la mejor receta en el fútbol actual. Y los suplentes son los del banquillo. Obvio. Y son suplentes se llamen Rubén Pardo, Ifrán, Messi, Xavi o Higuain. Parece que la primera regla se les ha olvidado a muchos: SOLO pueden jugar once y hay SOLO tres cambios en un partido. A ese martillo pilón se llama mercadear con los suplentes y ningunear a los titulares de ese día.
Pregunta: ‘¿Entonces te parece mal que salgan de titulares esos jugadores?’ Respuesta: No. Pregunta: ¿Y crees que entre los suplentes hay titulares?’. Respuesta: Sí. En consecuencia: el criticón quiere que la Real juegue con 14 jugadores. Quizás desea demostrar así que es más realista que nadie.
Ya cansa eso de que el entrenador da ventajas a los equipos contrarios. Y señalar que en todas las alineaciones hay errores garrafales del técnico. Unas veces porque Vela no juega; otras porque Griezmann está en el banquillo; o porque Agirretxe recibe el ‘castigo’ de no ser titular. También muecas por el sistema: por el 4-3-3; o porque Illarra está muy adelantado; o porque Markel está muy solo… Y lo que aquí comento que no se entienda como que el técnico acierta siempre, ni que haya que defenderle con escudo antimisiles. No. Pero no vendrá mal echarle unas gotas de coherencia y análisis pausado al pim, pam, pum.
Cuando la realidad va noqueando algunas de esas críticas, llegan otras. ‘Se ficha a José Ángel y no juega…’ Pero si quien está jugando lo está haciendo bien ¿por qué hay que cambiar? Si entrara a jugar el prometedor asturiano, el palo sería por quitar a De la Bella ‘con lo bien que lo estaba haciendo el catalán’.
Con la de cosas que se pueden argumentar y no estar de acuerdo con un entrenador. Pero siempre con un razonamiento, no con la ‘testiculina’ en los dedos. Se puede pedir más intensidad desde el banquillo, a los jugadores que no se vayan de los partidos y que aprieten como si tuvieran enfrente siempre a leones. Que se entrene las jugadas a balón parado -tanto en defensa como en ataque-. Que sepan leer los tiempos del partido. Que se hable en el campo… Y mil cosas más. Por ahí, sí. Por ahí, las críticas seguro que tienen fundamento. No nos quedemos en la bofetada al entrenador porque está de moda o en el primario ‘yo alinearía a éste y no a aquel’.
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