El campeonato de Europa de veteranos que se está celebrando estos día en San Sebastián ofrece muchas historias humanas, mil anécdotas y es un escaparate de las diferencias económicas y culturales entre los participantes.
Las delegaciones más potentes y compatibilizando en la mayoría de los casos Deporte/Turismo en Gipuzkoa, aparecen Gran Bretaña y Alemania. También los paises nórdicos, Finlandia principalmente, ofrecen una imagen de mucho desarrollo en materia de salud/deporte. Sin embargo existen otros casos que han sorprendido estos días. Ahí está la historia de un atleta búlgaro que llegó a San Sebastián con 30 euros en el bolsillo, convencido de que podría alojarse y comer durante una semana. Poco había leído del nivel de precios de la capital guipuzcoana.
Peor es el caso del atleta ruso que después de recoger su dorsal e información de la ciudad, preguntó donde estaba el autobús para ir a París. ¿A París? preguntaron a coro los voluntarios. “Sí. Tengo el hotel en París”. Alguien comentó que lo más probable es que el atleta ruso pertenece a alguna república de grandes extensiones y no le pareciera muy lejano tener un hotel a 800 kilómetros de la competición. No me lo imagino así, pero no tiene muchas explicaciones.
Son anécdotas de un campeonato que ofrece muchas diferencias de atletas entre las categorías más jóvenes (35, 40…) y las que reciben a los de más de 70-75 años. Aquí comienzan a verse escenas más delicadas… o que provocan una sonrisa. Como la de un velocista que antes de el pistoletazo de su carrera, se sacó la dentadura y la dejó junto a los jueces. Al terminar la prueba, la recogió sin un gramo de vergüenza. Para él parecía ser lo habitual.