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El beso de Jutta

Todo el mundo quiso a Jutta… menos Jean-Louis Schlesser, el que fuera compañero sentimental de la primera mujer piloto en ganar el Dakar en el año 2001.  Esta historia se remonta a finales de los años 80 cuando Jutta Kleinschmidt, una alemana de Colonia, empieza a aficionarse al mundo del motor en sus ratos libres como ingeniera de BMW.

En 1992, Jutta conoció al piloto francés Jean Loiusse Schlesser que le llevaría  a tener una relación más allá de lo profesional, para desgracia de ambos. Schlesser propuso a la alemana a ser su copiloto ya que veía en ella capacidad de sobra como mujer que había recorrido más de un tramo como simple turista por amor a este deporte.

En 1998, el motor de la pareja se paró en seco. Jutta conducía un buggie de la escudería de su novio. No fue un final amistoso y menos aún cuando se supo que Schelesser obligó a Jutta a detenerse por ir más rápido que él, algo que no podía soportar. Fue en ese momento cuando el francés encontró en su ex pareja a su peor enemigo. Y aquello de ‘el que ríe el último ríe mejor’ se llevaría hasta sus últimas consecuencias.

Mitsubishi pescó en el río revuelto de una relación rota. Fichó a Jutta Kleinschmidt y la conviertió en icono de la marca, de las mujeres y de toda Alemania, años después. En el rally de 2001 la rubia de Colonia le sirvió a su ex novio la vengaza en el plato más frio que encontró en toda África.

A aquél Dakar llegaba Schelesser como estrella escudado por el Renault del español de José María Serviá. En el bando contrario, Mitsubishi apostó por Masuoka y Fontenai a bordo de Pajero T3 dejando a Kleinschmidt como adalid del equipo.

En un Dakar digno de la serie animada ‘Los autos locos’, las parejas Schelesser-Serviá y Masuoka-Fontenai se enzarzaron en una lucha atroz por la sabana con la intención de conquistar el preciado Rally. Jutta desde la distancia y junto a su copiloto Andreas Schultz, no se veía precisamente mordiendo el polvo.

En la última etapa, Servía y Schelesser se colaron en el control de salida al líder, Masuoka que rompió su vehículo intentando darles caza, al final, Jutta y Schultz entraron en el lago rosa de Cabo Verde como primeros y únicos alemanes que ganaban el Dakar en la categoría de coches.

La vengaza de Jutta se consumó y eso que Schelsser intentó impugnar el resultado por todos los medios algo que le denegó la propia FIA. En ese momento se consumó un hito más, el de la primera mujer en ganar un Dakar y en convertirse en icono de la igualdad entre hombres y mujeres en media Europa.

Mitsubishi pasó del eslógan “una mujer puede correr el Dakar con nuestro coche, tú también puedes hacerlo”  al “una mujer puede ganar el Dakar…“. Todo un logro y toda una vengaza de la que pocos se acuerdan.

Autor: chemarubio10

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