Mi nombre es Dickson J. B. y hoy me caso.
Estoy esperando en el altar a la que todavía es mi novia. Aquí está toda su familia. Todas sus amistades. Todas están muy felices porque nos casamos. Va a ser un día muy bonito. Hace un día espectacular. Ninguna nube se ve en kilómetros a la redonda.
Ella estará radiante. Muy guapa. Vestida de blanco, con su ramo de flores, vestido largo, con una larga cola y con esa mirada que no le hace falta decir nada más.
Mi familia y amistades no han podido venir. Tan solo un primo con su mujer y dos hijas que viven en la misma ciudad donde yo vivo. Pude hablar ayer con mi madre y ya me dijo que se alegraban mucho por nosotros. En estos momentos es cuando te das cuenta de lo importante que es la familia, más cuando no la tienes cerca.
Mi nombre es D. John B. y ya me he casado.
Todo ha salido a la perfección. Hemos dicho el protocolario “Sí quiero”, nadie ha dicho nada en contra de nuestro matrimonio y hemos sellado el acto con un beso. Ahora iremos a que nos hagan las fotos, al restaurante para comer, bailar y pasarlo bien. Algo muy sencillo, nada pomposo y con las personas necesarias.
Yo no le he dicho nada a ella por respeto, pero tengo muchas ganas de que pase el día de hoy. Eso de exponerme delante de la gente nunca lo he llevado bien. Y menos cuando no son las personas con las que he compartido otros momentos familiares.
Mi nombre es D. J. Bekele.
Me he casado porque necesito legalizar mi situación. Necesito unos papeles donde diga que estoy aquí para trabajar y hacer una vida mejor. Ese es mi único propósito desde que salí de mi país.
Ella está de acuerdo en hacer todo esto. Por eso me he lanzado a esta… no sé cómo catalogarlo; aventura, experiencia; pero a todas luces necesidad.
Soy de Nigeria, llegué a Europa en una patera que me llevó a una playa de Almería. Me detuvieron por el mero hecho de ser migrante, negro y africano. Conocí a la que ahora es mi esposa. Una chica alicantina y un gran corazón.
Me gustaría que ninguna persona tuviera que pasar por esto que he tenido que hacer yo. Pero desgraciadamente, sospecho que yo no voy a ser la última persona migrante en usar un recoveco que nos deja la ley para legalizar mi situación.
No sé por qué una persona, se puede llegar a considerar, ilegal.
¿Acaso no respiro como todas las personas?
¿Acaso no quiero hacer de mi vida, una vida mejor?
¿Acaso no voy a pagar impuestos cuando esté trabajando?
Solo puedo decir que no me arrepiento de lo que hemos hecho.