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Guzmán Villardón

Historias cotidianas

Los JJ.OO. entre bambalinas

     Mi nombre es Yamar Al·Houri y les hablo desde el infierno. Desde el infierno de… 

     Todavía recuerdo la alegría que invadió mi casa en Camerún cuando les llamé para contarles que me habían contratado en una constructora para acondicionar varios estadios de los Juegos Olímpicos de París. 

     Todo cambió desde el primer momento. En ese mismo instante nos condujeron a los barracones donde íbamos a pasar los meses que iban a durar las remodelaciones. Allí mismo, sin esperar a la previa reunión con el jefe, nos quitaron el pasaporte y nos dieron unas cuantas directrices. El trabajo era desde que salía el sol hasta que se ponía. Había que desayunar y debíamos llevar cada uno nuestra propia comida, la cual teníamos 30 minutos para comerla. Habría turnos para beber, nada de irse cuando nosotros lo creyéramos oportuno o cuando tuviéramos sed. Cualquier ausencia debería estar totalmente justificada y que si íbamos al médico lo tendríamos que pagar nosotros mismos, ya que no teníamos seguro médico – ni nuestro ni por parte de la empresa–. Nada de hablar entre nosotros y que cualquier incumplimiento de estas normas sería procedente de despido, mejor dicho, despido inmediato. Y todavía faltaba comenzar a trabajar. 

 

     Pero por si esto no fuera poco, después de terminar mi trabajo acabé viviendo en la calle. Había ayudado a que todos los diferentes países estuvieran en un lugar seguro y confortable. Estuve una temporada buscándome la vida; haciendo la compra para personas dependientes, paseando a las mascotas de las personas más influyentes de Francia, visitando a personas ingresadas que sus familiares no podían,… Pero no era suficiente para poder alquilar un sitio digno, comer, enviar dinero a mis familiares y muchos más gastos que tiene alojarse en París. 

 

     Parece ser que todo esto no era suficiente. A pesar de tener todos los papeles habidos y por haber en orden, haber trabajado regularmente y llevar varios años viviendo en este país, acabé viviendo en la calle, o donde podía, durante una temporada. Y este fue mi delito. Mandaron expulsarnos de las calles y así lo hicieron. Nos montaron en un autobús dirección a 500 kilómetros de distancia y nos dejaron ahí; sin asistencia, en la soledad más absoluta y sin futuro. 

 

     Mi nombre es Yamar Al-Houri y les hablo desde el infierno, pero no desde el infierno del París Olímpico; si no desde el otro. 

 

Historia basada en hechos reales. 

Temas

Crónicas escondidas para lograr un mundo diferente.

Sobre el autor

Apasionado de la lectura y de la escritura. Autor del poemario 'Memorias olvidadas' y coautor de 'Inversos, todos somos poesía'. Además de colaborar en varias revistas culturales. Ahora en este blog, donde traeré historias rescatadas de este mundo donde poder aprender, reflexionar o mostrar a personas que tienen algo interesante que contar.