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Juan Manuel Sotillos

Del mundo a la montaña

Hablemos de iglesias. Visitamos Lalibela. Entramos en Etiopía (1ª parte)

Ciertamente estar recién llegado de un viaje de tantas semanas a la Antártida y a la Patagonia y pensar en volver a marcharse a otro punto del planeta que nada tiene que ver con el anterior destino, se me antojaba un poco duro y hasta agobiante. Pero también ciertamente es lo que me gusta. Viajar. Que todos los agobios vayan por ahí…

Así que tras cambiar el tipo de equipaje y demás a las dos semanas ya estaba otra vez volando, en esta ocasión, como ya he ido anunciándolo en anteriores entradas, a Etiopía.

Gentes Maravillosas

Vaya por delante que la gente con la que hemos tenido ocasión de compartir algún momento del viaje ha sido del todo encantadora, servicial, maja, hospitaladira, acogedora… Siempre he dicho que la gente de color tiene ese don especial de caer bien. A mí, de todos los países que he visitado del África negra, ninguno me ha defraudado en cuanto a sus nativos se refiere. Kenya, Tanzania, Uganda, Camerún, etc. Siempre Gentes Maravillosas, con mayúsculas, guardando en muchos casos muy buenos recuerdos de ellos.

Fue en la Antártida cuando comenté con mis compañeros de viaje que me iba, después de cumplir el periplo en el continente helado, a Etiopía. Álvaro Blanchard, el baranda de su propia agencia de viajes llamada El Paso del Noroeste http://www.pasonoroeste.com/, (échale un vistazo a su estupenda web y mejores ofertas de viajes de aventura), no dudó en hacerme la primera sugerencia: “Si vas a Etiopía tienes que pasar por Lalibela”. Si he de ser sincero nunca había oído este nombre. Pues bien, dicho y hecho, incluso cambié un poco la estructura del viaje que en principio iba a ser 100% de montaña. Metí con calzador un día más para volar a esta espectacular ciudad etíope, y allí que nos presentamos Àngels y yo.

De Donostia a Barcelona en avión. De la capital Condal a El Cairo, llegando a la capital de las Pirámides de Egipto de madrugada y seguido un vuelo a Addis Abeba donde llegamos a las 5 de la mañana. Control de pasaportes. Hacemos el visado, pagamos, y pasamos, se puede ir a pie, a la terminal de vuelos domésticos. Está cerrada. Esperamos sentados en unas sillas de la terraza de un bar cercano. Hace frío. Son las 6 de la mañana. Abren el aeropuerto y facturamos para Lalibela.

Allí llegamos hacia las 9 de la mañana. Esperamos en una cinta que no anda los petates. No llegan. Me doy cuenta de que están en un camión allí, en la pista de aterrizaje. Voy a por ello. Nos espera un coche para hacer la visita a Lalibela. Primero pasamos por el hotel. Una ducha rápida y a patear.

 

 

 

¿Qué tiene Lalibela que nos ha hecho transtocar el viaje? Pues sencillamente unas iglesias esculpidas en la roca y soterradas. Verdaderamente espectacular. Me ha tocado alguna vez escribir acerca de las Siete Maravillas del Mundo con motivo de esa inicitiva que salió hace años para, a través de Internet, votar las que a uno a su juicio en fechas actuales, le parecía lo mejor. Miré muchas listas de candidatos y no estaban las iglesias de Lalibela. Una vez habiendo estado allí, no comprendía por queé. Pero era cierto Lalibela no formaba parte de ninguna lista para poder ser elegida como maravilla. Y no menos cierto es, que lo es. Porque aquella ciudad con sus iglesias construidas en la roca es una verdadera maravilla que merecía al menos alguna mención en alguna elección mundial.

No obstante, eso sí, desde 1978 pertenece al Patrimonio de la Humanidad nombrado por la UNESCO. Junto con Aksum otro emblemático lugar que, presumiblemente tampoco debería perderse si visita Etiopía…, Lalibela, ciudad monástica emplazada en el norte de Etiopía, son las dos ciudades santas del país africano, siendo igualmente uno de los más importantes centros de peregrinación. Con más de 15.000 habitantes, la mayoría de la población pertenece a la iglesia ortodoxa etíope.

Lalibela se encuentra emplazada a 2.630 metros de altitud. Antiguamente fue llamada Roba, capital de la dinastía Zagüe. El nombre actual se lo debe al tiempo del reinado de Gebra Maskal Lalibela (1172-1212). Después de ser canonizado por la Iglesia etíope se enrolló para hacer de su ciudad una nueva Jerusalén como contrapartida a la conquista de Tierra Santa por los musulmanes. Lalibela tiene dos grandes secciones de sus famosas iglesias talladas en la roca, la parte noroeste y sureste. Quizás la que más llama la atención fue la de San Jorge o Beta Girorgios, construida arquitectónicamente en forma de cruz griega y tallada en la roca a 15 metros de profundidad. Una verdadera reliquia. Una verdadera pasada…

Todas construcciones tienen un interés especial. Deambular por allí es volver al pasado. Ves a las gentes, nativos, fieles a sus creencias pasear por los exteriores, no importa si van descalzos, no importa como vayan, pero por allí pasan cientos de personas, algunos muy muy muy mayores, a rezar sus oraciones.

Es bonito coincidir con la salida de algún acto religioso porque ves las vestimentas de las gentes y disfrutas de su sonrisa.

Ya lo sabéis. Si váis a Etiopía hay que ver, entre otras cosas, Lalibela. No te la puedes perder.

Quedamos dentro de quince días. La siguiente entrega serán los fabulosos castillos de Gondar. Y en una próxima y tercra de Etiopía os comenzaré a contar las andanzas montañeras por las montañas Simien en Etiopía. Hasta entonces, que los vientos nos sean favorables.

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