Un post rápido para contaros que ya he vuelto de Nepal. ¿La experiencia?, tan dura como enriquecedora. Cuando vaya asimilando y digiriendo esta desgarradora experiencia os contaré con más detalle.
Ver aquél maravilloso país convertido, en muchas zonas, en ruinas es verdaderamente desolador.
Como os conté en la anterior entrada, antes de irme, tras el terremoto que asoló Nepal, sentí la llamada, y me fui.
Quería aportar algo e identificarme con la desgracia del pueblo nepalí apoyándoles en lo que pudiera, llevando ayuda humanitaria a algún rincón perdido y necesitado y colaborando, en mi caso con Sos Himalaya (allí estaba María Climent, su responsable; y Jorge, bombero de la comunidad de Madrid, muy implicado con el proyecto de esta ong www.soshimalaya.org), la fundación del alpinista navarro muerto en 2008 en el Annapurna Iñaki Otxoa de Olza, para aquella gente que nos necesita de verdad.
Colaboré también con un grupo de nepalís, en el que estaba integrado mi amigo Manu López, el guía de viajes con el que compartí experiencia el pasado verano en Camerún y la República Centroafricana, a quién le pilló el terremoto precisamente en Gorkha cuando se disponía a recorrer parte de Nepal en moto. Este grupo nativo trabaja para su propia gente en el epicentro del terremoto en Gorkha.
También llevé ropa, pañales, juguetes y alimentos para niños que me habían dado unas compañeras de El Diario Vasco. En un agotador viaje llegué a Hetauda, donde en un orfanato con una treintena de niños, la mayoría discapacitados física y psíquicamente, subvencionado por la ong Nepal sonríe de Madrid, entregué estos elementos. El abrazo de los niños cuando me vieron, inenarrable e impagable…
No me había dado cuenta que la cuarta letra del abecedario es cruelmente suficiente para describir lo que he vivido en dos intensas semanas de periplo por Nepal, viajando por sus cuatro costados para intentar aportar un pequeño grano de arena.
Esto es lo que he visto y he vivido estas dos últimas semanas: Dolor en sus corazones, desolación en su interior, destrucción de sus vidas y viviendas, devastación de sus tierras y pertenencias, dureza extrema la que les va a tocar vivir, desastre natural con dos fuertes terremotos que han arrasado con todo, depresivo el más absoluto de los ambientes, desgarro íntimo…, ya veis, desgracia se escribe con D.