Vaya por delante que hace una semana regresé de Etiopía. Otro viaje fantástico que ya se lo iré contando cuando termine con los relatos antárticos.
Recordarán que nos quedamos en la doble visita de isla Decepción que realizamos el viernes 17 de febrero de 2012, continuando viaje hacia el interior de la Antártida en nuestro velerito Santa María Australis, donde nos embarcamos en Puerto Willians en Chile el domingo 12 de febrero.
Muy de madrugada me despierta el ruido del motor. Vamos a zarpar de la bahía de isla Decepción. Es sábado 18 de febrero. Al spanish team (Fernando, Mané y yo), nos toca el turno de las 6 de la mañana. Escribo en mi cuaderno de bitácora: “Hace mucha mar. Muchas olas. Está nevando. Salgo fuera y ¡el barco está nevado…! Hace muchísimo frío. No se ve nada. Está muy nublado. Estamos los tres pero sale también Álvaro. No ha podido dormir nada con el meneo, increíble meneo del barco. Huele mucho el barco. Quizás las aguas negras con el mar se han revuelto. Aquí no se pueden vaciar. Está prohibido. No sé qué hace el capitán que consigue al rato que se vaya el malísimo olor. ¿Lo habrá vaciado?, ¡eh ahí la cuestión….!”.
Y sigo leyendo del cuaderno de bitácora: “Está Fernando al timón y de repente pega un grito. ¡Ha visto saltar delante del barco a estribor un ballena!, lástima yo acababa de dejar de filmar. La veo justo pegadita al barco pero no me da tiempo de fotos ni nada. Disfruto del momento viéndola a medio metro mío… ¡qué pasada!…”.
Cojo un rato la caña sustituyendo a Fernando. Hay muchas olas, muy altas, pero a medida que van pasando las horas, las olas se van relajando… El frío es intenso. Hacia mediodía ya se empieza a divisar tierra otra vez. Entramos en el canal de Gerlache y la mar está ya más tranquila. Empezamos a navegar por los mares antárticos y sus canales, bastante más relajados que todo lo que hemos dejado atrás. Cada vez avistamos más iceberes. ¡Espectacular! Vemos a lo lejos unos pináculos de hielo.
Les hablaba hace quince días del primer iceberg que vimos. Después vendrían otros, y otros, y continuando la navegación ya de otra manera, sin hacer guardias por la noche puesto que siempre fondeábamos en algún lugar, pero sí haciendo guardias de día para ver por dónde tenemos que pasar cuidando de no chocar con los grandes icebergs y esquivando los pequeños que flotan por el agua y que no se ven hasta que no estás encima de ellos. Nos sorprenden unas formaciones de hielo impresionantes donde nos detenemos dándoles vueltas, por gentileza del capitán. Todo hay que decirlo, si el capitán Meyer era como era, lo que sí tenía de bueno es que se enrollaba a la hora de, en este caso, ver algo espectacular como aquellos icebergs, de los que presento aquí algunas fotos para que las disfruten tanto como yo sacándolas.
No nos hartábamos de sacar fotos con nosotros y los icebergs al fondo; sin gente; el iceberg con el agua y sus espectaculares colores; solo el hielo, etc., y así sucesivamente, hasta conseguir más gigas de fotos que otra cosa. Lo peor de todo ello es que de hacer tantas fotos la selección se antoja complicada y larga. Pero no duden que la haré para poder hacer una presentación fotográfica de lo que es la Antártida. Porque realmente merecerá la pena el esfuerzo.
Verdaderamente todo esto que estamos viendo, estos pináculos de hielo, estos icebergs son una maravilla de la naturaleza. De vez en cuando vamos viendo algunos pingüinos que saltan por ahí. Son super txikis. El barco está super bonito con nieve y hielo, lo que nos permite hacer unas fotos espectaculares. Nos amarramos a un viejo barco ballenero varado. Es el Enterprise.
El día de las ballenas
Estamos a 19 de febrero. Hace una semana salimos de Puerto Williams y estoy disfrutando de mi viaje intensamente. Algunos hacemos un desembarco en una pequeña isla. Hace un día espléndido y quiero aprovechar cada minuto, cada salida, cada momento de este lugar espectacular. Hay unas barcas de los antiguos balleneros destrozadas. Regresamos al barco y nos disponemos ya a zarpar. Pero antes el breafing de todos los días. El capitán nos explica que vamos a comenzar a navegar entre el hielo, y además hay mucho, con cantidad de icebergs, así que cada grupo de tres en su guardia tendrá que ir uno adelante en proa, eso sí, bien abrigadito, para indicar al que esté al timón por dónde tiene que pasar sorteando todo tipo de obstáculos que haya en el mar.
Este es el día de las ballenas. Jamás las he tenido tan cerca. Tras caprichosos de estos grandes cetáceos se ponen a juguetear con el barco.
Por fin pude hacer la típica foto de la cola sumergiéndose en el agua.
Y por supuesto sacar otras fotos impensables. Verdaderamente impresionante. Son ballenas jorobadas. Es un auténtico espectáculo. Estamos con ellas como una hora, ¡a un metro del barco!, nos pasan por debajo una y otra vez. En fin una delicia que no se olvida nunca. Nos vamos y todavía durante un rato largo nos siguen… Más fotos, entre todos cientos, ¿miles? de fotos…
Nuestra primera cima antártica
En una preciosa bahía rodeada de icebergs fondeamos para al día siguiente salir a visitar a tierra una pingüinera de unos 12.000 pingüinos. Mané y yo nos vamos al monte. Hacemos nuestra primera cima antártica en la isla Kuberbiel. La ascensión ha sido superespectacular, con unas vistas impresionantes hacia los dos lados de la montaña. Volvemos al barco y navegamos hacia la base militar chilena González Vileda. Verdaderamente no sé qué pinta aquello allí, salvo, como decía el otro día, para preservar la hegemonía del lugar por parte de los chilenos. Allí los militares que la habitan deben pensar, ¡hacerme militar para esto, para estar vendiendo gorros y chamarras aquí, en la Antártida…! En fin… ahí lo dejo…
Nos adentramos con el barco en un impresionante lugar donde se encuentra un glaciar espectacular. Es un Perito Moreno pero txiki (pequeño)… Vemos caer toneladas de hielo al mar. Le izamos a Álvaro con los wincher hasta lo más alto del mástil para hacer unas fotos espectaculares.
Después de bajarle es Pascale a la que subimos hasta arriba. En esta ocasión, ¿casualidad o favoritismo?, el capitán se adentra en el mar helado, rompiendo el hielo con la proa del barco, y consigue la francesa hacer fotos más espectaculares todavía. Esas eran las fotos que quería hacer Álvaro o yo mismo, pero no tuve opción de subir al palo, había que marcharse.
Más tarde nos embarcamos algunos en la dingui para sentir más de cerca esa porción de mar helado. Cuando estamos acercándonos al barco vemos un impresionante desprendimiento. Nos protegemos a babor del barco. ¡Craso error!, la espectacular ola que hizo la caída de hielo en el mar helado hace escorar al Santa María Australis de tal manera que casi nos aplasta a todos y nos tira al agua. Literalmente nuestro propio barco donde creíamos encontrar cobijo ante la formación de la gran ola por el desprendimiento del hielo al agua, se convirtió en un arma casi letal, y se nos echó encima. Todo quedó en un buen susto y la cosa no fue a más. Estamos con la zodiak en el hielo y nos cuesta salir. Una vez todos en el barco nos vamos luego a fondear. Lo hacemos cerca de este Peritito Moreno.
Así van transcurriendo los días, pingüinos, cumbres de nieve, sin demasiados problemas técnicos ni físicos. Se dejan hacer. Visitamos cantidad de colonias de pingüinos papúa, adelaida, etc.
Uno de los días subiendo otra montaña antártica, a la que costaba llegar a su cumbre, me acordaba de una frase de uno de los dos libros que me llevé a este viaje: “Morir por la cima”, editado por mi amigo Carlos Suarez (www.carlossuarez.es), un gran alpinista de Madrid, que me lo dio unas semanas antes de marchar a la Antártida cuando coincidí con él en el Mendi Film Festival (www.mendifilmfestival.com) de Vitoria-Gasteiz que tan lucidamente dirigir mi otro gran amigo Jabi Baraizarra –ya tendré ocasión de hablar de este festi en otras entradas-. La frase en cuestión era: “La cima no es más que ese sitio donde la panorámica alcanza a ver los 360º”.
Y bien cierta es esta afirmación del amigo Carlos. Desde allí se divisaba un espectacular paisaje de la Antártida.
De momento les dejo con esta bonita y descriptiva frase y de paso, aconsejándoles se lean ese libro de Carlos Suárez, “Morir por la cima”. Recomendable del todo. Seguiré dentro de quince días con la cuarta entrega de mi viaje por la Antártida. Se lo aseguro, como reza el título, pura vida, puro hielo…
Después, ya les adelanto, me queda hablar –escribir- de la fantástica Patagonia y los trekkings que hice por allí al Fitz Roy y Cerro Torre…,
…, y ¡cómo no!, más adelante les contaré cosas del reciente viaje a las montañas Simien de Etiopía. Habrá tiempo y lugar para todo. No se impacienten…
Que los vientos les sean favorables. Hasta dentro de quince días.