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Juan Manuel Sotillos

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De la Antártida a la Patagonia argentina (1ª parte): Un paseo por Ushuaia

Quizás ya os he aburrido bastante con el viaje en velero y mi periplo por la Antártida, un viaje como os decía el último día: FANTÁSTICO. ESPECTACULAR. INIMAGINABLE. Hoy capítulo corto, les hablaré de mi paseo de dos días por Ushuaia.

Después de llegar a Ushuaia me tocó despedirme de mis compañeros, convertidos a amigos, ellos se iban. Yo me quedaba solo en la ciudad del Fin del Mundo. Una soledad que no esperaba fuese tal ya que había quedado con mi buen amigo y compañero de trabajo Oskar Parrondo que, habiendo dado el difícil paso de pillar una excedencia para darse un año sabático, para juntarnos en El Calafate y hacer unos trekkings por allí juntos. AL llegar al hotel de Ushuaia me encuentro con un e-mail suyo diciendo que no podía venir. Es entonces cuando me encuentro en una soledad, como diría mi hermano José Luis en el guión de nuestra película sobre la ascensión al McKinley en Alaska, “apenas compartida”, pero no cejé en el empeño de seguir mi viaje por la Patagonia argentina. Pero antes hablemos de Ushuaia y mi estancia de dos días en esta inconfundible ciudad.

 

El mal llamado Faro del Fin del Mundo

Me dirán que estoy loco. Quizás no les falte razón, porque nada más llegar a Ushuaia, procedente de Puerto Willians (Chile), viaje que hicimos en un pequeño ferry; y con todo el mareo de tierra que tenía de haber vuelto a navegar por el Pasaje de Drake y Cabo de Hornos en el velero Santa María Australis después de tres semanas de navegación por la Antártida, me vuelvo a embarcar en otro ferry, esta vez turístico y me voy a ver una pingüinera a Isla Martillo. ¡Casi ná!, otra vez navegación por el canal de Beagle, vuelta a pasar por Puerto Willians y todavía más al sur, llegamos a isla Martillo habitada por una gran colonia de pingüinos magallánicos. Antes, paraditas a ver focas y lobos marinos en la isla de los Pájaros, y en otras pequeñas islas donde la fauna de diferentes especies (focas, lobos marinos, cormoranes, etc.), es el principal habitante. Pasamos también y además muy bien para fotografiarlo hasta la saciedad, cómo no, por el mal llamado Faro del Fin del Mundo. Ese faro que sale en el famoso programa de ETB, el conquis…, no es en realidad, y vamos a dejarnos de engañar ya, el Faro del Fin del Mundo. Se llama el Faro de Les Eclaireurs –los iluminadores-, si bien en algunos programas turísticos se vende como Faro del Fin del Mundo. A mi no me parece bien que te engañen. El verdadero Faro del Fin del Mundo y en el que se inspiró Julio Verne para escribir su fantástica novela del mismo título está en la isla de los Estados y se llama el Faro de San Juan de Salvamento.

 

Más pingüinos

Llegamos a isla Martillo y los pingüinos se cuentan a miles. El barco prácticamente se posa en la arena de la orilla y si bien no está permitido bajar, las fotos que puedes hacer son fantásticas. Venía de la Antártida de navegar por allí cientos de millas, y ¡toma, más millas de navegación para llegar aquí!. Venía de la Antártida de ver miles de pingüinos, y ¡toma más pingüinos, esta vez magallánicos!. Venía de la Antártida de pasar frío, y ¡toma, más frío en esta excursión donde el estupendo anorak de Ternua que meses antes había comprado en Forum, me tenía bien calentito. Un anorak, de verdad, recomendable. No ocupa nada y abriga un montón…

Les decía…, más pingüinos. Observarlos durante un buen rato es una maravilla. Ves qué hacen, cómo viven, cómo nadan… Sin duda una excursión de las decenas de salidas que se cogen desde Ushuaia, del todo recomendable.

 

En el Museo del ex presidio de Tierra de Fuego: Cuatro museos en uno

Y así, quedándome el domingo 4 de marzo de 2012 en Ushuaia, con un tiempo infernal me fui a visitar la famosa cárcel, hoy en día convertida en museo de diferente índole. Nada menos que alberga cuatro museos en uno. Sin duda yo aconsejo visitar lo que fue el presidio por la historia que alberga entre sus paredes. Ese día quería sobre volar en helicóptero la bonita ciudad de Ushuaia. Si el tiempo continuaba malo me quedaría con las ganas. Pero afortunadamente, mientras por la mañana me refugiaba de la lluvia en el propio museo, al mediodía comenzó a despejar quedando un bonito día. En aquella localidad austral se pueden vivir en el día las cuatro estaciones. De un frío terrible con nieve y/o lluvia, podemos pasar a tener mucho calor con la presencia de un sol radiante…

Primero visité el Museo del Presidio, muy atrayente, con muchísima historia. Después el Museo Marítimo, igual de interesante, así como también muy sugerentes el Museo de Arte Marítimo y ¡cómo no!, puesto que de allí venía, el Museo Antártico. Genial el cuarteto de visitas en una sola.

Por cierto, en el exterior del museo se encuentra una réplica de lo que era el Faro del Fin del Mundo, como he dicho antes, llamado San Juan de Salvamento. Muy bonito de ver y fotografiarlo. La foto está más arriba, donde el otro faro que, insisto, le llaman el del Fin del Mundo pero no lo es…

 

 

 

 

 

Sobre volar Ushuaia

Y así, después de la visita al museo me fui a encargar el vuelo en helicóptero. Fui a la oficina central de la calle Laserre, esquina a la centrísima calle de San Martin. Contraté el vuelo con Heli-Ushuaia http://www.heliushuaia.com.ar y allí que me fui. Una pareja de brasileños que nunca habían visto la nieve y mucho menos pisado, eran mis compañeros de viaje en el pequeño y práctico helicóptero. A mí me tocó junto al piloto. Un lugar estupendo para hacer fotos y filmar. Despegamos del viejo aeropuerto de Ushuaia para volar durante tres cuartos de hora.

El viaje que elegí era con aterrizaje en la cima de un cerro. Así que nada más estar en el aire sobrevolamos Ushuaia, y nos adentramos en el valle Tierra Mayor obteniendo una majestuosa imagen del monte Olivia. Como había estado nevando ese mismo día el monte estaba precioso. Seguimos hacia la famosa Laguna Esmeralda y por el valle del río Encajonado y pasando el canal de Beagle.

Nos posamos tranquilamente en el monte Le Cloche donde nos reciben unos impresionantes cóndores a los que irresistiblemente les saco unas magníficas fotos mientras los brasileiros juegan a tirarse bolas de nieve en su primer contacto con el blanco elemento. Desde esta atalaya mendizale se ofrece una buena vista de Ushuaia. Y ya tocó regresar con un bonito vuelo sobre la antigua cárcel.

 

 

 

 

Después anduve por todo Ushuaia hasta quedarme casi exhausto de la pateada en la localidad más austral de Argentina. A veces se pueden obtener imágenes curiosas según se va andando por la ciudad, ofreciendo algunas fotogénicas instantáneas. Esto solo pasa pateando.

 

Al día siguiente volaba a El Calafate, así que había que descansar bien por lo que me fui a dormir al hotel, super céntrico, en la calle San Martín. Pero esto os lo contaré más tranquilo en la próxima entrada.

 

Que los vientos les sean favorables. Hasta dentro de quince días.

 

 

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