Cuando uno está liado, está liado y punto.
Pues así exactamente he estado yo y no me ha dado tiempo estar puntual a la cita. Disculpad los que la estabais esperando. De tener que haber publicado esta entrada el 12 de agosto pasado, sale ahora, el 22 con diez días de retraso. Ahí voy con el rollo.
Ya hemos estado en Lalibela y Gondar, visitando en la primera las famosas iglesias construidas bajo tierra y talladas a golpe de martillo y cincel en la roca y en la segunda viendo sus imperiosos castillos. Ahora nos vamos por fin a la montaña. Visitamos las Simien en el norte de Etiopía. Si Gondar está inscrita como Patrimonio de la Humanidad en 1979 por la UNESCO y Lalibela un año antes, el Parque Nacional de las Montañas Simien, está como bien natural inscrito en la UNESCO también desde 1978, formando parte igualmente de ese Patrimonio de la Humanidad.
Sábado 7 de abril de 2012: Sankaber
El punto de partida para ir a las Simien es Gondar, a donde llegamos en avión. Una furgona nos lleva por carretera hasta Debark, donde entramos en la oficina del parque nacional de las montañas Simien para establecer el protocolo habitual. Aprovechamos para comer en Debark y ver y fotografiar alguna estampa característica de África.
Seguimos en la furgoneta en la que se ha ido montando gente, que, a la postre, cuando llegamos a realizar las primeras paradas nos enteramos que serían nuestro guía segundo, el que pone el parque por obligación, nuestro “pistolero”, un hombre armado con un fusil –dicen que por si acaso nos ataca algún animal-, y otros como el cocinero y su ayudante.
Pasamos las barreras que delimitan el parque nacional de estas montañas Simien, ubicadas en el norte de Etiopía y que componen una de las cadenas montañosas más altas de África con más de una decena de cumbres que sobrepasan los cuatro mil metros de altura. La montaña más alta de Etiopía es el Ras Dashen, la cuarta o la quinta altura de este país Africano, en función de su todavía custionable altitud. Algunas fuentes la ponen como la cuarta cima de África con 4.620 metros, si bien parece que impera la altitud de 4.533 metros lo que le colocaría en quinta posición tras el Meru de Tanzania.
Paradita para ver a unos simpáticos monos. Son muchos. Son los monos babuino gelada. Es curioso arrimarse a ellos –no hacen nada ni son violentos si no se les provoca-, y ver cómo escarban en la tierra buscando alimento, o ver como un macho intenta aparearse con una hembra… Mientras hacemos de “biólogos”, observando la especie, la furgo y algún otro vehículo que nos seguía continua su camino. Luego nos daremos cuenta de que se adelantan para que cuando lleguemos andando todo esté montado y listo para los “wuanas”… ¡Claro Àngels y yo! Es la pera pero para los dos llevamos un séquito de ocho majísimas personas:
Plagiando a mi colega Mikel G. Gurpegui en el comienzo de su columna semanal “Plaza Gipuzkoa” de los sábados en la última de DV (“léase escuchando la canción esa del chiquilicuatre”)…
1.- El guía de habla hispana, nuestro guía Solomon. 2.- El guía de habla inglesa impuesto por el Parque. 3.- El cocinero. 4.- Su ayudante. 5.- El pistolero. 6.- El caballero (el que lleva un caballo por si acaso nos ocurre algo –una caída o así…). 7.- El mulero. 8.- El otro mulero.
Seguimos a pie y al cabo de una pequeña caminata llegamos al primer campamento, Sankaber, ubicado a 3.240 metros de altitud al lado sur de la quebrada Wazla. Y por supuesto, todo estaba ya listo. Nuestra tienda montada, una mesita de camping al lado con sus sillas y un cafecito o te con palomitas. Es la primera vez, en mis muchos años de expediciones y trekkings por el mundo, que me montan la tienda. No me lo podía creer ni Àngels tampoco. Por eso nos considerábamos unos auténticos “wuanas”… En fin, comodidades que, a buen seguro, las hemos pagado.
Pues nada, descanso, un poquito de aseo, y a cenar tras ver la puesta de sol y asombranos con el majestuoso paisaje que ofrecen las montañas Simien, como este gran acantilado. ¡Por supuesto, también a mesa puesta!… Nada, todo un lujo por aquellos lares.
Domingo 8 de abril de 2012: Geech
Al día siguiente madrugar con la luz del día y, ¡ala!, ya está el desayuno encima de la mesa. Un sol radiante, con algo de frío –a esas horas hay que llevar siempre un forrito polar puesto-, nos da la bienvenida a un lo que será un día fantástico de trekking. Hoy se organiza todo el personal para andar porque hasta Sankaber se llegó ayer en coche, y hoy ya tenemos mulas para llevar el equipaje y los muleros que también hacen de porteadores. Les dejamos a ellos con sus tareas de desmontar el campamento y nosotros, tras el desayuno y meter en la mochilita en picnic que nos ha preparado nuestro cocinero, nos vamos. Vemos en el camino un pequeño y ¿despistado? Bambi…
Generalmente la tónica del día es ir andando con nuestros dos guías, Solomon Tulu Gemeda, de habla hispana –un tío fantástico en su trabajo; el guía de habla inglesa, otro tipo genial llamado Desalegu Mesafent, con el mote de “Happy” que le bautizó Àngels porque Desalegu, su nombre, en su idioma quiere decir feliz. Y así lo era el tío. El scout armado que nos puso también el Parque como persona obligada, nuestro entrañable “pistolero”, llamado Wanegaw Shefiere -¡casualidad!, si hacemos un juego de letras con su apellido nos saldrá SHERIF-ee-. Y nuestro caballero, llamado así porque era el que aportaba a la expedición el caballo, un caballo blanco, como el de Santiago…, llamado Kasar Telahune, el caballero, no el caballo…
Por su cuenta, a otro ritmo, y por los atajos para llegar antes a los campamentos, iban el cocinero Abebe Teshale, un estupendo y profesional cocinero; su ayudante, también muy bueno, Eyayaw Bayuhe; y los dos muleros, unos hombres también muy majos y serviciales, Eshetu Adies y Mehiret Adane.
Andar por las montañas de por allí era una gozada a la vez que una gran sudada. Las montañas Simien son muy abruptas y por lo tanto exigentes. Hay que bajar mucho a los valles y volver a remontarlos. Es un gran sube-baja y rompe piernas con desniveles fuertes la mayoría de los días de trekking. Nos quedan unas seis horas por delante para llegar a Geech a 3.600 metros. En el camino tenemos la vista del río Jinnbar, que lo cruzaremos en su punto más bajo. Allí un descanso para el picnic y mojarnos los pies resultó verdaderamente fantástico. Nuestro “pistolero” se echó una buena siesta…
Luego, remontada… para volver a ascender. Visitamos en el camino también algunas aldeas donde nos reciben siempre con los brazos abiertos. Es una gozada llegar a un poblado y que en una casa, como todas, de adobe y paja, una mujer nos prepare un café auténtico. Ha tostado el grano, lo ha molido, y luego ha preparado el exquisito café. Una delicia de gente. ¡Qué majos! En el camino de cualquier día vamos viendo lobelias gigantes como compañeras de viaje.
Después nos espera la llegada definitiva a Geech, donde, ya tenemos todo montado, las mochilas metidas en las tiendas, y el cafecito o el té con las palomitas esperándonos. ¡Una gozada!, llegar del esfuerzo de la caminata y nada más hacerlo, descansar. Sin más preocupaciones que eso, estar tranquilo y relajado, comentando la bonita jornada. Hoy el cocinero ha ejercido como tal y se ha vestido de blanco impoluto y con gorrito de cocinero. ¡Impresionante! ¡Qué bien cocinaba!
Lunes 9 de abril de 2012: Chenek
El tercer campamento se llama Chenek. La caminata ha sido mayor que la de ayer, más larga siendo el día a nivel paisajístico de los más espectaculares con unas vistas impresionantes a los cuatro costados. Si ayer hicimos una cumbre de unos 3.900 metros; hoy nos toca ascender al Inatey de 4.070 metros. Ciertamente la altura ni la notamos porque la aclimatación con tanto sube y baja es excelente. Por el camino vamos viendo nativos que se desplazan de un lado a otro con sus burros y mulas para vender sus productos de agricultura o ganadería. Paradita para comer el picnic diario y por el valle de Belegez alcanzamos en unas siete horas Chenek (3.620 metros).
Cuando estábamos descansando se nos acerca el ayudante de cocina. Ha visto una gran cabra montesa (capra wallie). Espectacular. Según explica Wikipedia. “Es un mamífero artiodáctilo de la familia Bovidae”. También es un animal endémico de las montañas de Etiopía que vive entre los 2.500 y 4.500 metros de altitud en los bosques de montaña. Después del espectáculo visual que también ofrecen las puestas de sol. buena cenita y a dormir. Muchas puestas de sol pudimos apreciar desde las montañas Simien, pero si de día hace calor, al caer la tarde hay que abrigarse con algo más que un forrito polar…
Martes, 10 de abril de 2012: Ambiko
Nos ponemos en marcha para llegar a Ambiko a 3.200 metros. Será una jornada muy muy larga, pero enriquecedora. Hay que bajar mucho, muchísimo, y volver a ascender mucho, muchísimo. En el camino pasaremos por un collado desde el que se puede ascender al Bwahit de 4.430 metros, la segunda montaña más alta de Etiopía. Con mi neura montañera quiero hacerlo, pero ese día no iba a ser el momento. Lo dejaremos para la vuelta me dice Solomon. Pues vale…, pero tomo nota… Desde ese collado se aprecia ya lo que nos queda para ascender la montaña más alta de Etiopía nuestro objetivo.
Desde el collado descendemos bruscamente hasta el río Mesheha. Pero antes pasamos por un poblado bastante grande. Fanta en el primer y único ¿hotel?. Descanso largo hasta volver a retomar el camino, el brusco camino de bajada hacia el río. Esto es como una ‘autopista¡ de gente y burros. Hay mucho trajín por este camino entre los habitantes del lugar. Después de cruzar el río, subidón hasta llegar al poblado de Ambiko. Ha sido una larga caminata de ocho o diez horas, ya no recuerdo, pero espectacularmente bonita. Aseo más en profundidad con afeitada y todo. ¡Esto, señoras y señores, es el culo del mundo…! Hoy nos vamos superpronto a dormir. Mañana es el día D. El día de subir a lo más alto de Etiopía. Y por ello el día se presentaba duro, durísimo.
Miércoles 11 de abril de 2012: Cima del Ras Daschen
Como digo, día D. Tres de la mañana. Arriba. Desayuno con diamantes, ¡ah! No que eso es una peli… Repetimos: Desayuno con linternas. Y a comenzar a patear. Si todos los días llevábamos los estupendos bastones que estrenábamos de la promoción que hizo EL DIARIO VASCO sobre los bastones de montaña, hoy iban a ser material imprescindible para la ascensión que se presentaba abrupta y larga, larguísima… Àngels y yo, junto a Solomon, “Happy”, el pistolero y el caballero con su caballo, comenzamos la ascensión hacia las tres de la madrugada. Lo bueno que tiene ir de noche, aunque eso sí, con linternas, es que no ves por dónde subes, no ves la pendiente, aunque la notas, no ves lo que te queda hasta que amanece…, etc. Vas subiendo pole pole, poc a poc, poliki poliki, y vas ganando metros.
Para cuando amanece estamos en un collado comiendo unas galletitas y viendo gente como pasa de un poblado a otro con unos grandes tejados de uralita al hombro transportándolo a pie a otra aldea más o menos cercana, más o menos lejana, sin que esto importe, pero llevándolo de un lugar a otro con esa fuerza, con ese tesón que solo allí se ve…
Ya divisamos la cima. Está completamente de día. Allí al fondo se ve. Abordamos una pedrera. Naturalmente por allí no pasa el caballo. El caballero lo ha atado a una lobelia gigante –planta, como los monos, endémica de este Parque Nacional de las montañas Simien-. El último tramo para llegar a la cumbre del Ras Daschen de ¿4.600 metros?, la más alta de Etiopía, es una pequeña trepada que hay que hacerla con cuidado.
Finalmente cuando faltaban 15 minutos para las 9 de la mañana estamos Àngels y yo, junto al séquito que nos acompañaba, abrazados en la cima.
Poco después comenzamos a bajar. Estamos contentos. Con esa satisfacción que produce llegar a una cima, con esa satisfacción que produce cumplir el objetivo y que cuando nos preguntan a los montañeros qué se siente al alcanzar la cumbre, no sabemos explicar… Así bajábamos Àngels y yo.
La llegada de regreso a Ambiko, hacia las 13:30 horas, fue apoteósica. Allí estaban los cocineros, los muleros y gente del poblado, para recibirnos con palmadas tipo aplausos. Uno de los muleros le dio con todo el cariño del mundo un ramo de hierbas y pocas flores a Àngels que lo recibió emocionada. El momento fue indescriptible. Maravilloso. ¡Qué gente más entrañable!
Cafecito, aseo, palomitas, agua…, ¡qué bien!, hemos hecho la cumbre y ahora estamos descansando.
Después del aseo pertinente, las palomitas y el café, vamos a dar una vueltita por el pueblo.
Éramos el punto de atracción para los niños, chavalillos, los hombres y mujeres del lugar que nos saludaban. ¡Qué bonito y entrañable…!
Cena especial como premio a cumbre.Pero antes, día de compromisos para cumplir con nuestro séquito de ocho personas cuyos nombres y apellidos ya he dado antes a ritmo del ¿famosillo? Chiquilicuatre. Era el momento de los regalos y propinas. De regalos, gorras, camisetas, etc., días antes ya le había dado regalos en forma de forros polares al guía Solomon. Ciertamente se lo merecía. Se portó de maravilla con los dos. Un tío super majo, super profesional y entrañable. Por supuesto, recomendable. ¿Queréis su dirección por si os dejáis caer por Etiopía? No solo es guía de montaña. Es simplemente guía de Etiopía. De todo Etiopía. Luego la foto de grupo. Hemos sido diez personas que hemos convivido casi una semana juntos y llega el día de las recompensas. Se lo han ganado. Se lo han merecido. Y todos tan contentos…
Jueves, 12 de abril de 2012: Chenek
Ya el último día de trekking nos iba a llevar desde Ambiko de vuelta a Chenek en nuestro sexto día de estancia por las montañas Simien. Dormimos a pierna suelta después del esfuerzo de hacer la cima. El regreso iba a ser especial. Me esperaba en aquél collado la segunda montaña más alta de Etiopía, el Bwahit de 4.430 metros. Como había quedado con Solomon.
Pero la subida por aquella bajada abruptísima que habíamos hecho hace un par de días, la hicimos en caballo Àngels y yo en una mula, como Solomon. Bajamos hasta el río andando y cuando empezó el cuestón, a lomos de los animales fuimos subiendo… Alcanzamos el pueblo intermedio entre Ambiko y el collado.
Allí, tuvimos suerte, llegamos un día de mercado, donde no nos cansamos de hacer fotos y más fotos. De paso, descansaban los animales de carga.
Dejamos el pueblo y seguimos subiendo la gran pendiente. Todavía queda un buen trecho. En las cuestas más empinadas nos bajamos del caballo y mulas para que puedan subir, medio trepando, por el abruptuoso camino, muy escaparpado lleno de grandes piedras que dificulta a los animales de cuatro patas subir por allí.
Llegada al collado, y tras el habitual picnic, mientras Àngels, Solomon y “Happy” me esperan allí mismo, el pistolero y yo nos vamos hacia la cumbre. Es una subida tranquila ganando poco a poco altura, y a las dos horas estamos en la segunda montaña más alta de Etiopía. Comenzamos a bajar y lo hacemos para ir ganando terreno, y así nos juntamos antes con Àngels y la gente que va con ella. En el descenso alcanzamos ya la pista que nos llevará hasta Chenek. A veces nos cruzamos con algunos camiones que nos llenan de polvo, cargaditos de nativos que van a trabajar por ahí arriba, partiendo piedras o haciendo otras tareas.
Llegamos a Chenek, y volvimos a juntarnos con el mogollón de monos que lo invaden. Le hago entrega de los bastones de EL DIARIO VASCO al guía Solomon que lo agradece enormemente. Yo ya conseguiré otros. A él le van a venir genial. Lo mismo hacemos al día siguiente cuando llegamos a Debark y le vemos a nuestro guía “Happy” (se había ido dos días antes por algún compromiso) y Àngels le regaló sus bastones. Después de cenar, a dormir. Queda poco ya para terminar este bonito trekking.
Viernes, 13 de abril de 2012
Al día siguiente nos venía a buscar un 4 x 4 para volver a Gondar. Pero antes, desayunar. Y ahí es donde sentimos muy, muy de cerca, los famosos y endémicos monos gelada. De hecho, desayunamos con ellos, ¡nos robaron!, literalmente, las tostadas de la primera de las comidas del día. Pero, aparte del pequeño sustito, fue bonito…
También vimos a grandes pájaros, haciéndose los tortolitos en el árbol. Y seguimos sacando fotos del paisaje de la gente, de todo…
En definitiva la incursión por la montañas del Parque Nacional de las montañas Simien, ¡espectacular!, en tierra muy árida, muy seca, pero ciertamente atractiva.
La mucha arena acumulada en la pista, nada más salir con el todo terreno, nos obligó a apearnos del mismo y a realizar una buena caminata a pie hasta que las ruedas, con ayuda de otro 4×4 cuajaron en el terreno y pudo ascender por la pendiente de la pista.
Mientras tanto, esto nos vino bien, pudimos seguir sitiendo el calor de las gentes que por allí purulan, descalzos, a pie, cargados, etc., viendo el día a día como pueden, sin saber si van a llegar al día siguiente… De hecho ya vimos a una mujer mayor extremadamente enferma en la orilla de la pista, sin que nada se pudiera hacer por ella. Dura vida…
Quedamos dentro de ¿quince días? para escribiros sobre algo que ahora mismo no lo sé… Hasta entonces, que los vientos nos sean favorables.
¿O no quedamos? Estoy pensando en dejar de escribir el blog. No sé. Lleva mucho tiempo. Dependerá de vosotros si sigo o no. Si queréis que siga me enviáis un e-mail a sotillos@diariovasco.com. Si hay demanda, sigo; si no, no. No voy a aburrir más. Suerte en la vida… Ha pasado ya un día y ni un e-mail. Parece que está claro. Como en las noticias de las 9 de la noche de una cadena de TV. Vosotros tenéis la última palabra… Hasta cuando queráis.