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Jon Piorno

Detrás de los focos

Paulino Uzcudun, el boxeador guipuzcoano al que sólo pudo tumbar Joe Louis

  Un boxeador con un poderoso gancho de izquierdas y un gran poderío físico, que tenía como su mayor virtud la resistencia, tozudo como nadie encajaba como un roble cualquier golpe. Llegó a ser tres veces campeón de Europa en la categoría peso pesado, y en toda su carrera pugilística sólo lograron eliminarlo por KO en una ocasión. Su rival, uno de los mejores boxeadores de la historia, Joe Louis. Los cronistas comparaban la fuerza de aquel golpe con el que Joe tumbó a Paulino con el de la bomba atómica que caería años después sobre Hiroshima. Ese gancho fue uno de los más duros que un boxeador haya sufrido nunca.
Sus estadísticas: 70 combates, con 50 victorias (34 por KO), 17 derrotas (1 por KO) y 3 nulos.

Sus entrenamientos eran especialmente duros para poder mejorar lo que le diferenciaba del resto de boxeadores. Durante 18 rounds peleaba con 6 personas, y continuaba su preparación realizando ejercicios de cuerda y saco. Cuando iba a luchar en un combate de 20 rounds, él decidía entrenar enfrentándose contra hombres descansados durante 24, 26 o 28 rounds, todo para convertirse en ese roble que nadie era capaz de tumbar. Era un boxeador tosco, que normalmente siempre golpeaba de izquierdas, pero cada vez que pegaba con la derecha se convertía en un golpe duro y preciso. Maestro del cuerpo a cuerpo por su envergadura, solía esquivar los golpes bajando el tronco y ladeando su cuerpo.

Nacido en el caserío “Gurutzeaga” del pequeño pueblo de Errezil el 3 de mayo de 1899, el más pequeño de 9 hermanos se dedicaba como toda su familia, a la labranza. Al igual que la mayor parte de ciudadanos de esos pueblos de aquella época, no sabía hablar prácticamente ni una palabra en castellano. En sus ratos libres competía en concursos de aizkolaris, los espectadores se quedaban asombrados por su fuerza. Cuando murió su padre se trasladó a los 20 años a la localidad alavesa de Zambrana, pero pronto volvería a Guipúzcoa para trabajar como charcutero en Donostia, a la vez que continuaba su carrera deportiva como aizkolari. Es en el servicio militar cuando convencen al joven errezildarra para meterse en el mundo del boxeo. Comenzó entrenando en el Gimnasio Casalonga de la capital guipuzcoana, mientras trabajaba como albañil en el Kursaal. Ahí dicen que era capaz de cargar con 100 kilos y subir cinco escalones como si nada.

Sus inicios como boxeador

Viaja a Paris en 1923 para disputar sus primeros combates, ya que en Francia las peleas profesionales se pagaban mejor. Con su txapela y sin prácticamente un duro en la cartera fue a casa del doctor tolosarra Luis Goñi, que se convertiría en su mayor protector. Sus primeros días fueron complicados, en los entrenamientos encajaba todo tipo de golpes por su escasa formación, pero aún así sorprendió a los entrenadores por su movilidad pese a su envergadura.

Su primer enfrentamiento fue contra el campeón de la antigua Unión Soviética, Alex Touroff. Ahí demostró por primera vez de lo que era capaz, pese a recibir continuamente golpes del ruso, el vasco le tumbó al tercer asalto con un demoledor derechazo, “Yo soy el primer español que ha luchado contra el comunismo“ diría más tarde. Tras varias peleas regresó a España para combatir, luchando en escenarios como el Frontón Euskalduna de Bilbao, el estadio Atocha de San Sebastián o el Circo Americano de Madrid.

El joven Paulino comenzaba a ganar dinero, y veía como sus sueños se iban convirtiendo en realidad. Se compraba el coche que siempre quiso, un “Gregoire”, y mantenía un intenso romance con la bella vedette de la época, Tina de Jarque. Un noviazgo imposible porque el entorno del boxeador no la veía con buenos ojos. Se veían a escondidas entre Burgos y Madrid, y pese a que ella quería tomarse en serio esta relación, no cuajó y ella poco a poco se iría alejando de él y de San Sebastián.

Regresó a Paris para conseguir el título de Campeón de España frente a José Teixidor “Kamaloff“. El combate se realizó en la capital francesa porque según el boxeador catalán su esposa iba a dar a luz allí, otros en cambio difieren señalando que fue porque era prófugo del servicio militar. Es el único combate por el titulo nacional celebrado fuera de España.

Consagración

En Barcelona conseguiría su primer título europeo tras derrotar al italiano Erminio Spalla, que además de boxear era un gran pintor y actor. Ese día en la capital guipuzcoana pusieron altavoces por toda la ciudad para que la gente pudiera seguir el combate. Allí le esperaban 100.000 personas aclamando y ovacionando al ganador.

Tras la conquista del título marchó primero a La Habana y después a New York. En un combate ante Homer Smith perdió varios dientes tras un cabezazo, y desde aquel día Paulino luciría unos llamativos dientes de oro. En su primer combate en el mítico Madison Square Garden derrotó por puntos al danés Knute Hansen, y al finalizar se atrevió a hacer varios ejercicios de gimnasia para demostrar lo fresco que todavía se encontraba. Conseguiría ese título dos veces más. En 1928, en Donostia, ante el alemán Ludwig Haymann, y en 1933 al derrotar en Madrid al belga Pierre Charles.

Fue ante Harry “Pantera negra” Wills cuando el vasco conquistó al público, un boxeador norteamericano de raza negra que fue una de las víctimas del boxeo al negársele luchar por el título mundial por su raza. Paulino Uzkudun en un alarde de superioridad y agresividad logró noquearlo en tan solo 4 rounds.  Nuevamente se puso hacer diferentes ejercicios en la lona con una agilidad sorprendente, el público impresionado lanzaba sombreros al ring y ovacionaba al púgil guipuzcoano.
Ese día, estaba el mismísimo Al Capone presenciando la lucha, con el que cenó en una ocasión en su mansión de Miami. “Sería un gángster, pero yo le digo que era un tío muy simpático. Gordo y alegre. Tenía en la cara una cicatriz de un tiro que le dieron en Chicago” decía de él Paulino.

En 1929, y sin haberse recuperado de una fractura de codo producida en un entrenamiento, se enfrentaría al potente Max Schmeling en el Yankee Stadium, perdió el combate pero se embolsó la astronómica cantidad de 100.000 dólares.

Frente a Max Baer (muchos le recordaréis por ser el enemigo de Braddock en la película de Cinderella Man), venció por puntos, y perdió nada más y nada menos que 8 kilos durante el combate, debido al impresionante calor que hacía ese día en Reno. Aquel día en las gradas estaban personajes como Buster Keaton o los hermanos Marx.

http://youtu.be/1GRG8XCU-ug

Paulino, ese modesto fortachón de Errezil que fumaba caldo de gallina, se había convertido en Estados Unidos en un boxeador estrella, en Francia provocaba la curiosidad del espectador, pero en España y en especial en el País Vasco no parecía transmitir esa misma admiración o simpatía con la que le observaban en otros países. En EEUU incluso quisieron nacionalizarlo, pero Paulino dijo: “Por nada del mundo dejaría de ser español”.

Parte hacia Roma en 1933 para volver a pelear con el gigantón Primo Carnera, el símbolo de la fuerza fascista.  En un impresionante combate ante 75.000 espectadores y con la mirada atenta del duce Benito Mussolini, el vasco dio un auténtico recital que apunto estuvo de costarle el título de campeón del mundo. Ese día el público ovacionó a Paulino y silbó al italiano, que había prometido que ganaría el combate por KO.

Otro combate recordado fue el celebrado en el Estadio de Montjuic en 1934 ante 30.000 espectadores, su rival Max Schmeling, un boxeador muy técnico y con un derechazo demoledor. El guipuzcoano salió de Donostia escoltado por 40 coches, y al llegar a la provincia de Barcelona otros 50 coches acompañaron a Paulino hasta el estadio, siendo vitoreado por las calles de la ciudad condal. El combate acabó con empate.

“Esta es mi primera y última caída”

13 de Diciembre de 1935, Madison Square Garden (New York). Paulino Uzkudun de 36 años iba a luchar contra la esperanza negra norteamericana, Joe “el bombardero de Detroit” Louis de 21 años. En Estados Unidos había una gran expectación, de hecho las entradas se agotaron en horas, 19.000 espectadores abarrotaban el mítico estadio. En aquel combate se habló hasta de la mafia, y es que por entonces los hombres de Lucky Luciano controlaban las apuestas ilegales, y necesitaban que Paulino no aguantase de pie los 15 asaltos para ganar dinero.
Tras dos rounds de tanteo pero en el que ya se veía el dominio del norteamericano, Paulino, que parecía fatigado, logró enganchar un upercut a la altura del corazón de Joe Louis, al que dejó un poco atontado, ese golpe sería un espejismo. Antes de comenzar el cuarto round los ayudantes avisaban a Uzcudun: “no dejes al descubierto el mentón“. Al comienzo del cuarto round Paulino golpeaba a “El bombardero”, pero éste iba a aprovechar para atizar al guipuzcoano con un potente gancho rápido a la altura del mentón. El “roble” Paulino encajó aquel golpe bestial y cayó a la lona, ahí estaba tumbado, sangrando por la nariz y agitando los brazos, pero a tozudo no le ganaba nadie y consiguió levantarse a la cuenta de 8. Lleno de sangre, desorientado, y con varios dientes en el suelo, volvió a caerse de espaldas a la lona. El árbitro contó hasta 9, pero Paulino nuevamente logró ponerse de pie y llegar hasta su rincón, Joe le observo y fue hacia él enganchándole varios puñetazos leves. El colegiado observó a Paulino desorientado y dando puños al aire, y decidió detener la pelea. Joe diría después del combate: “Nunca me he visto obligado a pegar tan fuerte para derrotar a un adversario”.

http://youtu.be/NFGkezjZpv0

Tras aquella pelea Paulino decidió volver a España. Durante la Guerra Civil Uzkudun se posicionó con el bando franquista. Se dice que fue uno de los componentes de un comando para liberar en 1936 a José Antonio Primo de Rivera de la cárcel de Alicante. Un centenar de falangistas, incluido el boxeador, se concentraron en Sevilla, pero tras un mes y  medio de entrenamiento nunca se pudo efectuar dicho golpe, porque no lograron sobornar a ningún “rojo“. Por su apoyo al franquismo los republicanos decían que se entrenaba con un saco lleno de huesos de fusilados, incluso Umbral llegó a decir que mataba a puñetazos a los prisioneros del bando rojo.

Durante la Guerra Civil estuvo a punto de celebrarse un combate entre Uzkudun, que representaría al bando franquista, y el republicano Isidoro Gastañaga, un joven mujeriego y vividor pero gran boxeador de Ibarra apodado “el martillo pilón” o “el bello Izzy“. Finalmente no se produjo la pelea, y en 1944 el de Ibarra moriría en Argentina asesinado a balazos a la salida de un burdel.

Tras la retirada de Uzcudun del ring, Franco ordenó a Vicente Gil, médico de cabecera del caudillo y Presidente de la Federación Española de Boxeo, buscar otro boxeador semejante. Vicente viajó a Gipuzkoa en busca de un sucesor, primero intentó convencer al levantador de piedras José Antonio Lopetegui Aranguren, padre del famoso guardameta Julen Lopetegui. Pese a prometerle fama y dinero, éste declinó la oferta. En cambio, un tal José Manuel Ibar Aspiazu, más conocido como Urtain, no iba a rechazar la propuesta. Un joven de Zestoa que también vivía en un caserío, y cuyo padre murió por un extraño reto: apostó si era capaz de aguantar, tumbado y boca arriba en el suelo, el peso de un hombre grande que se lanzaría sobre su abdomen. Finalmente no soportó el peso y falleció.

Al finalizar la guerra se trasladó con su mujer al pueblo madrileño de Torrelaguna, tuvo cuatro hijos, y se dedicó durante años a asesorar a otros boxeadores guipuzcoanos como Perico Llorente, Ramón Martínez, Paco Bueno o Agustín Mendicute, quien moriría trágicamente junto a su novia  atropellados por un tren en Hernani.

Paulino Uzcudun falleció a la edad 86 años de un derrame cerebral, llevaba varios años andando con muletas y sin recordar esos años en los que todo el mundo conocía al “Toro vasco”, el hombre que nadie lograba tumbar.

El deporte es la perfecta excusa para contar impactantes historias que las cámaras no llegan a captar.

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