Cualquier aficionado al ciclismo recordará al entrañable Alex Zülle especialmente por su poca visión, sus innumerables caídas y su terrible mala suerte. Pero también recordarán a este discreto y humilde ciclista por ser un extraordinario contrarrelojista, por no rendirse jamás y por destacar en las grandes vueltas. Era un genial corredor que se le daba bien cualquier tipo de terreno, excepto cuando llovía y se le empañaban las gafas, en ese momento perdía la visión y los nervios, los descensos de montaña se convertían en un quebradero de cabeza para él y para su director, teniendo que abandonar en multitud de ocasiones por sus caídas. Y es que Alex tenía nada más y nada menos que 4,5 dioptrías en cada ojo, así que en los descensos cuando llovía no le quedaba otra que rezar y guiarse por las frenadas de los demás ciclistas.
Ahora que empieza la Vuelta al País Vasco, he decidido recordar a este ciclista histórico, uno de mis favoritos por el gran coraje y valor que demostró a lo largo de su carrera. Ganador en dos ocasiones de la Vuelta al País Vasco, además de proclamarse campeón de la Vuelta a España otras dos veces y del mundial de contrarreloj en 1996. Llegó incluso a quedar segundo dos años en el Tour de Francia. Por sus cualidades pudo haber ganado más grandes vueltas, pero su mala suerte y la enorme rivalidad existente esos años con corredores de élite como Miguel Indurain, Lance Armstrong, Tony Rominger, Marco Pantani…o tantos otros se lo impidieron.
Sus comienzos
Su pasión por la bicicleta no podía llegar de otra manera, por una caída. Alex, como cualquier deportista suizo, quería dedicarse al esquí, pero una lesión mientras competía en una prueba se lo impidió. Para mejorar la rehabilitación decidió entrenar en bicicleta en Holanda, un país perfecto para practicar este deporte. Su padre, Walter Zúlle, terminó comprándole todo el equipamiento necesario para practicar el ciclismo, y poco a poco le convencería para que se pasase a este deporte.
El suizo tras unos años destacando en pruebas amateur decidió pasar a nivel profesional. Su primer contrato lo iba a firmar con la ONCE de Manolo Saiz, pero el director deportivo no se lo iba a poner tan fácil, ya que en un primer momento rechazaría contratarlo entre otras cosas por llevar pendientes, algo que no permitía entre sus corredores.
Las caídas
Vuelta a España 1993, el 14 de mayo se celebraba la 19ª etapa entre Gijón y el Alto del Naranco. Por entonces Tony Rominger y Alex Zülle se habían quedado solos por la victoria final de la vuelta, tras unos sensacionales duelos de contrarreloj y montaña. Pero esta etapa iba a ser la clave para que Rominger consiguiese la victoria final. La lluvia se hacía presente en los puertos asturianos, y cuando llegaron a La Cobertoria, Zülle ya sólo veía barro y agua, y comenzaba a no diferenciar las curvas de las rectas, “Agua…bici, flores; culo, suelo“ así es como describía el lugar el desafortunado Alex. La subida de este puerto es dura, con un desnivel del 8%, pero el descenso es peligrosísimo. De esta manera, cuando faltaban 50 kilómetros para la meta, perdió el control en la bajada y se fue hacia una cuneta rompiéndose hasta el culotte, y muchas de sus posibilidades de ganar la Vuelta a España al perder más de un minuto. Tal era su desesperación y su poca visión, que lo que más le preocupaba y agobiaba en el momento de la caída era no encontrar la bicicleta. Embarrado desde la gorra hasta las piernas, intentó recortar distancias, pero fue insuficiente. Venció la contrarreloj final pero tampoco le bastó para recortar todo lo perdido en su caída, y se quedó a las puertas de lo que hubiese sido su primera victoria en una gran vuelta.
Tour de Francia, 6 de julio de 1996, la etapa Chambery-Les Arcs. El día que todos recordamos como el día en el que Miguel Indurain bajaba de las nubes para ser un mortal más. Era la primera subida importante de Los Alpes y el pentacampeón perdía más de 4 minutos en meta. Ese mismo día también iba a ser una desafortunada jornada para el bueno de Zülle, que llegó a caerse en dos ocasiones durante el descenso de Cormet de Roselend, un complicado descenso en el que se necesita mucha técnica, paciencia y visión, algo de lo que carece el ciclista suizo. La segunda caída fue más aparatosa, y le tuvieron que rescatar varios fotógrafos entre los matorrales. Aquel Tour Alex Zülle comenzó como líder tras una sensacional contrarreloj, demostrando que era un serio candidato al triunfo final.
En 1997, tan solo en dos semanas iba a tener otras dos importantes caídas. La primera en la Dauphiné Libéré que le dejó el cuerpo bastante magullado tras una espectacular caída. La segunda en la Vuelta a Suiza, esa fue más grave, ya que tuvo que operarse por una fractura de clavícula.
En el Tour de aquel año sufrió una nueva caída, y no tuvo otra opción que abandonar porque le habían vuelto nuevamente los dolores en la clavícula.
Tour de 1999, el primero de los 7 tours que conseguiría Lance Armstrong. En esa edición Alex Zülle terminaría segundo a 7’37’’ del norteamericano. La clave fue la segunda etapa, la del Paso de Gois, un estrecho paso solo transitable con marea baja, donde Alex no solo perdería las gafas sino también sus opciones en la victoria final. Hubo una caída masiva en la que estuvo involucrado y perdió nada más y nada menos que 6’03’’, además de sus gafas, que no las encontraba en aquel camino que une el continente con la isla de Noirmoutier. Aquella caída fue extraña como pocas, los ciclistas caían unos sobre otros, o chocaban contra las húmedas rocas del paso.
http://youtu.be/4GAbnnKQ_oo
El escándalo
En 1998 firma por el potente conjunto francés Festina, pero en el Tour de Francia iban a saltar las alarmas y el escándalo, al verse inmerso todo el equipo en uno de los mayores casos de doping de la historia del ciclismo actual. Alex afirmó haber consumido EPO, que según él lo tomó por satisfacer a sus patrocinadores. Consecuencia, expulsión del Tour y suspensión de 7 meses.
Tras salir de comisaría se quejaría porque según él le trataron como un criminal. Le dejaron completamente desnudo, e incluso le quitaron las gafas, “Me han quitado los anillos, los pendientes y las gafas. Me han dejado en pelota viva. Me han metido el dedo por el culo. Me han hecho análisis de sangre, orina y de la raíz del pelo, para mirarme el ADN. Y me han interrogado. Al final me han dicho, o dices que te has dopado o no sales de aquí. No he visto otra salida que la de confesar. Lo que me han hecho no me lo puedo creer”.
Este es Alex Zülle, un corredor que pese a que le haya perseguido la mala suerte durante su vida como ciclista, ha demostrado ser uno de los mejores y más respetados ciclistas de los 90, y ser recordado por cualquier aficionado de este duro deporte. Y es que no todo han sido caídas, sino que ha sido un auténtico placer verle darle pedaladas exhibiéndose en contrarrelojes, y no rindiéndose jamás. Alex, Gracias por habernos hecho disfrutar!!!