Hoy os quiero acercar las historias de varios futbolistas crecidos en las favelas que llegaron a convertirse en estrellas mundiales. Las vidas de Rivaldo, Garrincha, Romario, Adriano Leite o Josimar son un ejemplo de lo complicado que es salir de la favela, y lo imposible que resulta olvidar que eres parte de ella.
Nacer en las favelas de Río de Janeiro o de Sao Paulo nunca ha sido una tarea sencilla. El futuro de un niño es duro y oscuro cuando diariamente tiene que cruzarse con narcotraficantes, drogadictos, delincuentes armados o policías corruptos dentro de estos laberintos de viviendas desordenadas.
En cualquiera de sus calles se mezclan grupos de chavales descalzos o con viejas zapatillas jugando al fútbol junto a otro grupo de niños fumando sus primeros cigarros o porros de hierba. Estos son los contrastes de una vida en las humildes calles de Brasil.
Pero cualquier niño de las favelas de Ciudad de Dios, Rocinha, Paraisópolis o Vila Cruzeiro se cría con la esperanza de escuchar algún día el himno de Brasil vestido de amarillo y saliendo al campo a disputar un encuentro con su selección en el Mundial. Y es que el fútbol no solo se ha convertido en una distracción para olvidar la mala vida que les rodea, sino que para muchos es la única salida legal que encuentran para huir de este duro ghetto, porque aquí o te matas a trabajar para ganar dos duros o acabas formando parte de una banda de narcos.
Pocas salidas más quedan para vivir dignamente en estos asentamientos precarios que rodean a las grandes ciudades de Brasil. La mayor parte de sus habitantes ganan el sueldo mínimo, unos 325$, un salario muy bajo para poder alquilar cualquier apartamento en un país en el que la burbuja inmobiliaria está pasando factura, como ya lo hizo en nuestro país.
Pero en estos lugares hay mucha gente que merece la pena, que luchan por sus sueños, ciudadanos que aunque tengan que sudar el doble por llevar un plato a la mesa lo hacen legalmente, y no apuestan por una vida en la que el dinero viene igual de rápido que las balas y la muerte.
Algunos consiguen llegar a ser futbolistas profesionales, sin embargo muchísimos más terminarán muertos en cualquier esquina por culpa de una bala perdida, por una intervención policial o por un ajuste de cuentas. Pero esta vez os quiero acercar las historias más chocantes o sorprendentes de unos pocos que sí llegaron a ser futbolistas consagrados.
Rivaldo ‘el genio de las piernas chuecas‘: Nacido en las favelas del puerto de Recife. En su físico endeble y frágil queda reflejado la pobreza que sufrió durante su infancia: malnutrición y la pérdida de varios dientes entre otras cosas. Algo característico de su mal estado físico durante su niñez eran esas piernas arqueadas (en su barrio le llamaban ‘patapalo’) que tan famosas fueron cuando se hizo un reconocido futbolista, tenía las rótulas totalmente giradas hacia afuera, algo inusual y que realmente sorprendía a cualquier médico. Lo veías jugar con esas piernas que parecía que se iban a romper de un momento a otro y te sorprendías todavía más de su habilidad, sus regates no parecían caracterizarse por su belleza pero eran más efectivos que los de ningún otro jugador.
En el colegio él y sus hermanos se dedicaban a buscar chatarra, o a vender dulces por las calles de la ciudad, mientras el fin de semana lo pasaban en la abarrotada playa de Janga para vender meriendas y helados.
A los pocos años ya destacaba con el balón en los pies, y literalmente con los pies porque el pequeño Rivaldo ni siquiera tenía para unas zapatillas. Su padre lo llevó a las divisiones inferiores del Santa Cruz Futebol Clube, donde le extrajeron algunos dientes que los tenías destrozados por la mala alimentación. Pero cuando comenzaba a encontrarse feliz jugando a lo que más le gustaba le ocurrió otra desgracia, su padre fallecía en un accidente tras ser atropellado por un autobús, algo que le dejó muy marcado y que apunto estuvo de renunciar al fútbol, sin embargo su madre se lo impidió y le obligó a que continuase disfrutando del deporte rey.
http://youtu.be/CtNcj76SC9c
Mane ‘Garrincha‘: Quizás la historia del ‘genio del regate’ sea una de las más tristes que haya conocido el mundo del fútbol. Su forma de jugar con la pelota siempre pegada a sus pies denotaba alegría, pura samba, pocos futbolistas he visto con aquella clase pero si observabas su rostro podías ver una mirada perdida y triste. Para cualquier brasileño que veía a aquel jugador era ‘la alegría del pueblo’, pero su tristeza interior lo llevaba a la autodestrucción, ingiriendo litros y litros de alcohol y fumando un pitillo tras otro.
Nació y se crió en una favela situada a 80 kilómetros de Río de Janeiro, en la empobrecida Magé. Su apodo dice mucho de él, se lo puso su hermana Rosa de muy pequeñito. Garrincha es un pájaro típico de Mato Grosso, un ave fea, torpe pero a la vez rápida y escurridiza. Así era Mané, al que le tocó sufrir desde pequeño. Padeció a los 10 años de poliomielitis, una enfermedad infecciosa que afecta principalmente al sistema nervioso. Además, tenía las piernas arqueadas (tenía los pies girados 80 grados hacia adentro), una de ellas medía 6 centímetros más que la otra, y tenía la columna torcida. A eso había que sumarle que era adicto al tabaco desde los 10 años.
Con este currículum absolutamente nadie daba un duro por el pequeño Garrincha, pero él no se rindió y su habilidad con la pelota le llevó a ser uno de los mejores futbolistas de la historia del fútbol. En lo personal nada cambiaría: indisciplinado, mujeriego, fumador compulsivo y alcohólico crónico (le chiflaba el aguardiente entre otras cosas). Todo ello le llevó a tener una descontrolada vida en la que tuvo 14 hijos con diferentes mujeres. Intentó suicidarse tras tener un accidente de tráfico en el que moriría su suegra, y falleció a la temprana edad de 49 años por ‘congestión muscular, pancreatitis y pericarditis, todo dentro del cuadro clínico de alcoholismo crónico‘.
Adriano Leite: Nacido en la conflictiva favela Vila Cruzeiro de Río de Janeiro. Al ex jugador del Inter de Milan se le llegó a vincular con uno de los líderes del narcotráfico. Envió dinero al líder del ‘Comando Vermelho’ (según el jugador lo mandó tras haber sido extorsionado). Pero a Adriano se le ha visto en multitud de ocasiones en esta favela rodeado de personas armadas, de hecho en una de las fotos que él mismo publicó portaba un arma y realizaba con los dedos el símbolo del ‘Comando Vermelho’.
Él dijo que era una broma entre amigos, pero una semana después compró una moto en nombre de la madre de un traficante.
También le intentaron extorsionar dos policías que amenazaron al jugador con relacionarle con el tráfico de drogas.
En 2011 una chica de 20 años le acusó de dispararle accidentalmente cuando se dirigían a una fiesta en el coche de Adriano. Él lo negó diciendo que se disparó ella misma, que él le prestó ayuda y que entregó después el arma a la policía.
El delantero carioca siempre ha sido señalado por su mala conducta fuera del terreno de juego, llegando a tener problemas serios con la bebida y las drogas.
Pero también Adriano ha colaborado siempre económicamente para mejorar el estado de esta favela y la situación de los menores creando una fundación en Vila Cruzeiro.
Su padre estuvo cerca de morir por una bala perdida cuando se encontraba bailando funk, la bala le impactó en el cráneo pero sobrevivió. Adriano por entonces tan solo tenía 10 años.
En 2004 falleció su padre, y Adriano entró en una espiral de autodestrucción, el alcohol era lo único que le relajaba, salía cada noche y bebía todo lo que le llegase a sus manos.
No era de extrañar que Adriano cogiese un avión desde Milán hacia Río de Janeiro para ir a su favela para compartir cervezas y prostitutas con sus amigos de la infancia, muchos de los cuales están involucrados en el narcotráfico.
Romario: Nacido en una de las mayores favelas de Río de Janeiro, Jacarezinho, vivía en una pequeña casa sin luz ni agua, y pasaba las horas con un balón que su padre le había regalado. Esa infancia parece haber marcado su estilo de fútbol, ya que era un jugador capaz de hacerte un regate en un espacio mínimo, todo ese tiempo que pasó en un hogar minúsculo parece que dio sus frutos.
Su padre era un loco del fútbol que luchó toda su vida por su hijo, pero también era un profesional de la bebida, ambas aficiones parece habérselas contagiado a su hijo que se ha visto involucrado en infinitos escándalos que mezclaban bebida y sexo.
Muchos de sus entrenadores se desesperaban con él, porque pese a marcar un gol tras otro era muy indisciplinado. Se escapaba de las concentraciones para irse con mujeres o de fiesta y jugaba los partidos tras haber pasado toda la noche de fiesta. Así era Romario, algo que algunos entrenadores aceptaron y callaron, y otros como Luis Aragonés no soportaba.
http://youtu.be/3J0q43iW0Cg
Josimar era uno de los laterales con más clase que ha pasado por la selección de Brasil (llegó a jugar en el Sevilla). Lo tenía todo: rapidez, potencia, fuerte disparo… pero se crió en ’Ciudad de Dios’, la famosa favela que Fernando Meirelles llevó a la gran pantalla. Josimar no consiguió sacarse la favela nunca de la cabeza. Alternaba grandes partidos con grandes escándalos fuera del campo.
En 1986, unos meses después de haber disputado el Mundial de México y ser una de las revelaciones, fue arrestado por golpear a una prostituta, aquella noche la estaba pasando con tres prostitutas a las que solo quería pagarles una cuarta parte de lo pactado.
Unos años más tarde volvería a hacer de las suyas, esta vez fue detenido en un club nocturno por consumo de cocaína y agredir a un policía. Según la prensa, estaba consumiendo la sustancia ilegal en el baño del club, cuando alguien intentó retenerle y Josimar le agredió con un fuerte puñetazo.
Las historias de estos jugadores son perfectos ejemplos para comprobar lo complejo que es educar a chavales que ponen todas sus esperanzas en salir de las favelas con la esperanza de convertirse en estrellas mundiales del fútbol. Por ello actualmente hay ex jugadores de la talla de Jorginho o Jairzinho que dedican su vida no solo a enseñarles a ser mejores jugadores, sino sobre todo a ser buenas personas y poder olvidarse de la vida que les rodea pasando las tardes practicando su deporte favorito, y no mezclándose entre malas compañías jugando a ser mayores probando drogas y empuñando armas. Gracias a ellos entre las decadentes viviendas podemos observar campos de fútbol de hierba artificial, algo más que impensable hace unos años cuando los niños golpeaban a la pelota en embarrados campos de arena.