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Alfredo Del Castillo

Desde mi banquillo

La parafernalia del Balón de Oro

Recuerdo que en  mi Icod de los Vinos natal durante mis años de bachillerato que la mayoría de amigos eran más de los futbolistas que de los equipos. A unos les gustaba Pirri, a otros Amancio, o Iribar,o  Gallego. Entre los canarios siempre salían los nombres de Oregi, Ulacia, Tonono, Guedes, German, y los  Gilbertos  I y II. Me sorprendía que nadie hablaba de un colectivo, de un grupo de once jugadores.  Vamos, que nadie parecía que sabía lo que es un conjunto de once futbolistas. Aquellos niños miraban más el carácter individual y las características de aquellos divos, figuras y futbolistas de unas cualidades y características técnicas especiales.

Esta semana hemos podido contemplar  una ceremonia al más alto nivel como si fuera un festival de cine,  con un glamour y unas vestimentas de divos y divas y un trofeo para premiar al mejor jugador: el Balón de Oro, que casi parece más importante que una final de Champions League. Toda esta parafernalia es un claro indicador de lo que está ocurriendo en cada domingo de partido. Primero, unos horarios malísimos. Segundo, cada vez más la gente se queda en casa viendo el partido. Mandan las televisiones. La afluencia de espectadores ha bajado una barbaridad porque el marketing trata de comerse la realidad en el planeta fútbol.

En el cambio que se está produciendo hay unos beneficiados, que son, ni más ni menos, la industria de la música, de las audiencias, que en estos actos encuentran argumentos para hacer programas a diario. El gran perjudicado es el fútbol en su conjunto porque en mi criterio jamás un premio individual se puede imponer a un deporte colectivo como lo es el fútbol.

Los grandes protagonista de toda esta historia son Cristiano Ronaldo y Leo Messi. Están tan presentes en estos actos y en boca de tantas y tantas personas y con una exigencia mediática tan importante, que se preocupan  más por sus goles y por su trabajo individual en cada encuentro de fútbol que en el simple rendimiento de su club. Vamos, que les importa más su trabajo y rendimiento personalizado que el grupal. También es verdad que en el momento que el entrenador de turno -con muy buen criterio- les da el descanso necesario para un rendimiento más optimo en toda una temporada y teniendo en cuenta as cargas de partidos que hacen, estos futbolistas demuestran su descontento y sus verdaderos egos con malas caras, malos modales y mensajitos a la prensa que los adora y los idolatra como figuritas de cristal, intocables e imprescindibles.

Y mientras tanto todo esto ocurre en el fútbol actual en donde hay más negocio que fútbol en plan colectivo, me viene al recuerdo que la Copa de Europa la jugaba el campeón de Liga, había menos premios y más esfuerzo para conseguirlos y muchos menos partidos en las televisiones. Los encuentros se jugaban los domingos a las cinco de la tarde y se llenaban los campos. Me sigue gustando aquel fútbol del domingo y a competir con el radio chiquito en la oreja.

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Sobre el autor

Entrenador de fútbol y tinerfeño. Ha pasado por multitud de banquillos guipuzcoanos, entrenando a equipos como el Lagun Onak, Beasain o Real Unión, entre otros, antes de recalar en la Real Sociedad en 2001. En el club txuri urdin estuvo nueve temporadas en varias fuciones, como la de ayudante de Periko Alonso o de Gonzalo Arconada.


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