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Alfredo Del Castillo

Desde mi banquillo

Griezmann, el niño que enamora

En este mundo del fútbol todos los comienzos son complicados. Es un camino de disgustos, de alegrías, de fracasos, de decepciones, de éxito, pero el que es bueno y tiene unas cualidades técnico tácticas grandes tiene muchas posibilidades de triunfar. Y Antoine Griezmann lo tiene todo.

Antoine pasó por un calvario en su niñez.  Intentó pasar el corte hasta en siete equipos de su país. La respuesta es en todos la misma: tiene una calidad técnica brutal, pero hay que esperar a su desarrollo físico ya lo que ven como muy pequeñito y muy poquita cosa. Sin embargo, lo mejor estaba por venir. En unos de esos torneos que se jugaban en la capital parisina, a un ojeador de la Real Sociedad, Eric Olhats, le llamó la atención. Contactó con él y con sus padres y les comentó si estaban dispuestos a realizar unas pruebas en San Sebastián en las instalaciones de Zubieta con la Real Sociedad. Griezmann, ni corto ni perezoso, se vino a la Bella Easo con 13 años, en edad de infantiles. Su descubridor, Eric, lo acogió en su casa como a otros compañeros de equipo en ese momento. En su nuevo equipo pasó el corte con muchas dudas por parte de todos y jugó en Infantiles, Cadetes y Juvenil. Después de un golpe de suerte, el primer equipo llamó a un zurdo para un entrenamiento. Tenía que pasar Bingen Erdozia pero estaba lesionado. Pasó Antoine y enamoró a Martín Lasarte, su valedor en el mundo profesional.  Jugó partidos de pretemporada en Azkoitia, Barakaldo y en el Trofeo Teide, asombrando a todos que preguntaban quién era ese chico rubito.

En su formación tuvo como entrenadores a Josean Rueda, Luki Iriarte e Iñigo Cortes. Y ese adolescente que llegó temeroso, miedoso y tímido fue cogiendo confianza y se vio su verdadera realidad: que era un joven descarado, atrevido, risueño y alegre. Igual lo veías solo en el portón de Zubieta con su maquinita de videojuegos esperando a los compañeros como en el vestuario gastándole una broma a su entrenador tirándole agua a la cara. Sin ese atrevimiento y ese creer en tus posibilidades el éxito esta muy lejano.

Antoine Griezmann  jugó en la Liga Adelante para llegar a la Liga BBVA y no paró en su empeño de ser cada día mejor. Con Nsue primero y con Vela después hace diabluras en el verde y es entonces cuando se fijan en él varios equipos, pero se lo llevó el Atlético de Madrid. Allí, jugando con grandes jugadores a su alrededor ha crecido muchísimo, pero no se equivoquen: ya era fantástico en el equipo de su cuna, la Real Sociedad.

Sus entrenadores lo llevan en el corazón por su entrega y calidad individual. El otro día comentaba Martín Lasarte que “el niño no se ha hecho mayor, se ha hecho muy grande”. El Cholo Simeone le da mucho más valor a su capacidad de trabajo para el equipo que a sus goles o asistencias.

Antoine Griezman es un futbolista que se mueve como pez en el agua entre líneas con una capacidad de trabajo brutal. Es listo, robador, modélico, tenaz y lleva el gol entre ceja y ceja.

Después de esta Eurocopa, la prensa mudial no le llama Griezmann, sino GR7, estando al nivel de Messi, CR7o Neymar.

Pocos son esos elegidos. Zorionak mi niño y sigue enamorando.

Sobre el autor

Entrenador de fútbol y tinerfeño. Ha pasado por multitud de banquillos guipuzcoanos, entrenando a equipos como el Lagun Onak, Beasain o Real Unión, entre otros, antes de recalar en la Real Sociedad en 2001. En el club txuri urdin estuvo nueve temporadas en varias fuciones, como la de ayudante de Periko Alonso o de Gonzalo Arconada.


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