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Alfredo Del Castillo

Desde mi banquillo

Mucha preparación, poco fútbol

 

El equipo culé llegó a Anoeta con el miedo en el cuerpo después de no haber ganado en este campo desde el año 2007, y con la lección bien estudiada. Luis Enrique  manifestó en la rueda de prensa anterior al encuentro: «Queremos superar su presión alta y generar nosotros más peligro».

Cuando se puso el balón, en juego se vio claramente que el míster asturiano había preparado el partido con una exactitud y un rigor muy altos. Él es el primero en saber que el Barça en Anoeta , en los últimos años, sufre, está incomod ytarda mucho en llegar a la portería de Rulli. En esta última visita volvió a sudar la gota gorda para acercarse al balcón del área de los txuri-urdines. Fue un equipo que se puso el mono de trabajo y se olvidó de las individualidades. Su gran trabajo grupal fue lo más significativo de este fantástico y apasionante encuentro. El Barça mostró una defensa sólida, rocosa, férrea, contundente y muy centradadurante todo el encuentro. Añadamos a esa solidez el trabajo de un Neymar mágico que, con Messi más escondido, cogio la responsabilidad ofensiva de su equipo. Sin olvidar el batallar y el pegarse con todos de Luis Suárez y la colocación de un imperial Busquets. Además, un Don Andrés que llevó el partido a donde él quiso durante la primera parte, con un control de los tiempos y del juego fantástico, demostrando que este Barça tiene muchos recursos para hacerte daño.

La Real saltó al verde de Anoeta sabiendo que no podía defraudar a una afición que, con rabia, estaría de su lado para llevarlos en volandas a la victoria fina. Pero esa ansiedad desbocada de llegar lo más rápido posible al área rival fue mermando la calidad técnica de cada futbolista y se convirtió en un problema. Las pérdidas de balón fueron continuas, a veces en errores técnicos individuales y otras por el planteamiento táctico del mister culé. Luis Enrique, con una presión constante, quiso desactivar a los tres generadores de juego:  Illarra, Zurutuza y Xabi Prieto. Y, amigos, desde ese momento se acabó la primera mitad del encuentro. Apareció Iniesta templando, ordenando, controlando con la ayuda de Messi en este primer acto. Por el costado izquierdo, un Neymar gambeteador y muy enchufado provocó un penalty ante Elustondo, pasado de revoluciones en esa entrada. El propio Neymar se encargó de ejecutarlo y transformó el cero a uno en el electrónico. A partir de ese momento, con Illarra y Zuru desconectados, el camino del equipo catalán estaba mucho más allanado. Con el rigor y orden en defensa les valía.

En el segundo tiempo, una Real Sociedad por debajo en el marcador, sin su juego habitual de posesión y continuidad, buscó el plan B y tiró de orgullo, amor propio, casta, genio e  ímpetu. Metió al Barsa en su propio campo, obligándole a defenderse como gato panza arriba. Solo llegaron a meter miedo a los locales con balones a la espalda de la línea de cuatro. Sobre todo Neymar, que cerca estuvo de hacer el segundo si no llega a ser por un atento Rulli que se lanzó a sus pies y blocó el balón. Antes pudo empatar Yuri, en un balón que se paseó por delante de la portería culé. En una jugada a balón parado, Zurutuza, en posición legal, pudo haber empatado el partido. Sin embargo, el juez de banda se comió con patatas y levantó erróneamente la banderola, sin darse cuenta de que el lateral Digna anulaba el fuera de juego de Zurutuza. Era un gol muy seguro que provocó que los pañuelos del cuello de los aficionados salieran al viento en pañolada. Más tarde, en una pillería, Illarra saco rápido un balón que golpeó en los pies de Messi, buscando la segunda amarilla para el argentino. El arbitro González González no señaló nada. Los continuos rifi rafes escondieron una segunda parte de poco fútbol, de pocas ocasiones, en donde el ardor de unos y el control y el gran trabajo defensivo de otros llevaron el partido a donde ellos querían. Un segundo acto discreto y de muchas paradas del juego, en el que Neymar acabó con la mala racha de no ganar en Donosti desde el año 2007.

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Sobre el autor

Entrenador de fútbol y tinerfeño. Ha pasado por multitud de banquillos guipuzcoanos, entrenando a equipos como el Lagun Onak, Beasain o Real Unión, entre otros, antes de recalar en la Real Sociedad en 2001. En el club txuri urdin estuvo nueve temporadas en varias fuciones, como la de ayudante de Periko Alonso o de Gonzalo Arconada.


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