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Alfredo Del Castillo

Desde mi banquillo

Recital táctico de Mendilibar

Si volviéramos la vista atrás y les comentáramos a exentrenadores armeros como Barasoain, Arakistain, Kike Ormaetxea, Periko Alonso, Xepe Gallastegi, Mendiluce, Kopi Lacasa, Mandiola, Javi Perez o Arrieta, o a legendarios futbolistas como Garmendia, Luluaga, Vixente, Artetxe, Atutxa o Oliden que el Eibar y el Athletic disputaban un partido a cara de perro con los puestos europeos en juego pensarían que les estábamos tomando el pelo. Y con toda la razón del mundo. Pero la vida da muchas vueltas y este admirable Eibar, con label incluido, está asombrando al mundo del balompié, tanto en lo que respecta a la gestión empresarial como a la deportiva. Y muchos ya están imitando a este fantástico Consejo.

Mendilibar y Valverde salían con sus equipos de gala, ambos con mucho en juego. Había que salir a jugar con total intensidad tanto en las jugadas a balón parado como en aquellos balones sueltos que dan origen a segundas jugadas. El encuentro comenzó a un ritmo frenético, a todo tren. No había pausa, solo intensidad. Pases, presión alta, disputas, duelos vibrantes, muchas pérdidas de balón… en definitiva, el clásico partido de dos equipos que juegan un fútbol muy parecido. Y ambos con sus sistemas de juego muy claros: los de Mendilibar con su apuesta por el 1-4-4-2 y los bilbaínos por un 1-4-2-3-1.

El derroche físico fue brutal, tanto que el fútbol de toque brilló por su ausencia. Fue un partido más de músculo que de juego combinativo. Por ello, Valverde intentó colocar en el terreno de juego un equipo de un perfil más físico en la zona ancha, apostando por la calidad de Muniain y la velocidad de Williams en banda. Raúl García ocupaba la media punta, mientras que el combativo Aduriz volvía a ser la referencia en el ataque bilbaíno.

Por su parte, Mendilibar quitó al media punta y colocó a dos delanteros, con la idea de frenar la salida de balón de los centrales rivales. De esta forma, el Eibar conseguiría recuperar el balón en posiciones adelantadas y próximas a la meta de Kepa Arrizabalaga. Ambos conjuntos quisieron jugar desde el centro hacia las bandas, para buscar los centros laterales. Sin embargo, las defensas se impusieron a los ataques y las ocasiones de gol fueron muy escasas. Lo único destacable fue un disparo de Pedro León bien atajado por Kepa y un cabezazo de San José que salió fuera.

En el segundo acto, el Eibar salió muy enchufado y jugó casi diez minutos en el campo rival, con un gran derroche de fuerza. De hecho, Sergi Enrich estuvo a punto de marcar pero le faltó acierto… Hasta que llegó el fatídico minuto 55. En aquel momento, Escalante protagonizó una entrada temeraria a Muniain que le valió la expulsión. Con el Eibar con diez, Mendilibar movió ficha. Sacó del campo a Inui y metió al media punta Rivera. Sergi Enrich pasó a una banda y Kike García se convirtió en el punta en un sistema que se convertía en un 1-4-4-1. El técnico del Eibar dio todo un recital táctico de cómo funciona un equipo. Con mayúsculas. Tanto que, a pesar de la inferioridad, el Eibar resultó impenetrable. En organización, colocación, basculaciones y contundencia defensiva. Replegado y muy organizado.

Eso sí, el Athletic tuvo sus opciones. En el minuto 61, Raúl García estrellaba el balón en la madera tras una volea espectacular y en el 66 Muniain – en plan chupón – no veía a un Aduriz totalmente solo en boca de gol. En esos momentos al Athletic le faltó pausa, talento y calidad técnica. Y le sobró voluntad… y muchas pérdidas de balón.

El encuentro llegaba a su fin y ambos equipos parecían conformarse con el reparto de puntos. Sin embargo, en el tiempo añadido Beñat botó una falta al borde del área, Yoel rechazó el balón y la defensa armera despejó el peligro como pudo… pero no pudieron evitar que Raúl García aprovechara el rechace para lanzar un obús y marcar. Jarro de agua fría para un un Eibar que no merecía un castigo tan cruel. Sin embargo, fútbol es fútbol y el gol mete de lleno a los entrenados por Valverde en el puesto sexto. Los armeros, por su parte, se quedan un poco más lejos.

El sueño aún es posible; quedan 15 puntos en juego. Y esta marca Eibar está asombrando a todo el fútbol por su organización y por un saber competir impresionante. Cabeza arriba… y a Mendizorroza a por los tres puntos para seguir soñando.

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Sobre el autor

Entrenador de fútbol y tinerfeño. Ha pasado por multitud de banquillos guipuzcoanos, entrenando a equipos como el Lagun Onak, Beasain o Real Unión, entre otros, antes de recalar en la Real Sociedad en 2001. En el club txuri urdin estuvo nueve temporadas en varias fuciones, como la de ayudante de Periko Alonso o de Gonzalo Arconada.


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