Volvía el futbol a la Liga Santander una vez concluido el parón por los partidos internacionales de las selecciones. En el campo de Moltilivi se jugaba un duelo entre dos equipos que están en un momento dulce de juego y en una gran forma, cada uno con su filosofía de juego. Unos con su puro estilo de la posesión y la continuidad en el juego y el otro, con el rigor, la entrega, el trabajo y la disciplina táctica.
Quedó muy claro que un grupo de jugadores talentosos y de un nivel técnico muy alto, pero sin disciplina y efectividad para cumplir sus compromisos individuales, hará fracasar al conjunto, ya que el carácter de un grupo, valores, principios, creencias, comportamientos, propósitos y códigos compartidos más el compromiso y la implicación triunfan sobre el talento y la calidad individual de cada jugador.
Comenzó el partido con dos equipos sobre el verde, con dos sistemas de juego muy diferentes. Si el equipo de Machín jugaba un sistema 1-3-4-2-1, la Real de Eusebio salía con su equipo de gala y con la filosofia de mantener el balón con muchos jugadores en las medias puntas de una calidad individual alta. Es decir, cinco centrocampistas desde Illarra como eje delante de los dos centrales hasta Oyarzabal en el extremo zurdo y con un solo delantero en punta de ataque, Willian José, pero todos estos futbolistas se encontraron un rival correoso, rocoso, fuerte,con una presión muy alta a la salida de pelota y con la leccion muy bien aprendida. Si le quitamos el balón está todo mucho más controlado y, si no era por las buenas en un corte limpio del balón, era por las bravas con continuas faltas que cortaban una y otra vez los ataques del equipo donostierra. Si en el minuto seis de partido Willian José, en una jugada que rompió la cintura de un mal defensor como Bernardo, marcó el primer gol del encuentro, se le ponía el partido donde quería a Eusebio. Pero a partir de ese momento, la Real no fue la Real del juego combinativo y no lo fue porque el Girona, que es el Eibar del curso anterior, no le dejó sentirse cómoda sobre del terreno de juego y atacó y atacó casi siempre por el costado de un desbordado Kevin, con Oyarzabal por delante. Pero los jugadores locales no tenían el día de cara al marco de Rulli. Fue un primer acto de muchas pérdidas de balón por parte de los dos equipos y de muchas faltas, es decir mucha pelea, muchos duelos y muy poco juego.
En el segundo acto el Girona salió con muchas más ganas y quería empatar el encuentro. La Real Sociedad casi siempre se sintió muy incómoda por la presion asfixiante de los jugadores de Machín, que con una defensa adelantada querían robar y estar cerca de la portería rival. Pero fue primero Januzaj y después en una contra llevada por Illarra, con Willian, los que pudieron alejar en el marcador a los de Eusebio y no fueron efectivos de cara a la portería de Bonu. Después, en el minuto 63, con una mano del jugador Portu, Stuani le robó la cartera a LLorente en el salto y de cabeza consiguió el empate. Este gol espabiló a los del míster de la Seca y, en varias ocasiones manifiestas de gol, Januzaj y Oyarzabal tuvieron el segundo gol en sus botas pero una veces el poco acierto y otras los paradones del meta marroquí dejaron el marcador con el empate a un gol en un partido de poco juego, poco fútbol y sí, muchas peleas, duelos, parones y discontinuidad, que siempre favorecieron al equipo de menos calidad técnica. Pero, amigos, hoy tocó este menú y también hay que saberlo competir. Ya saben, no es lo mismo jugar que competir y tampoco es igual divertirse jugando que disfrutar compitiendo. Sin más, todo es cuestión de fútbol, de gustos, y de filosofías, pero todas muy válidas.