En las paredes de las tres plantas de Zubieta hay fotografías de la Copa y las Ligas ganadas, las participaciones del equipo en Europa, recuerdos de las celebraciones, abrazos, lágrimas, sudor, piñas de jugadores abrazados y compartiendo un esfuerzo brutal… Y cuadros con fotos de jugadores emblemáticos que invitan a los futbolistas actuales a pensar que después de las dos decepciones en Copa y en Europa aún queda una competición en que hay que competir de igual manera que aquellos jugadores (que nunca se dieron por vencidos). Sí, aquella Real que nos enseñó unos valores que jamás se pueden perder. Sí, la Real Sociedad de siempre.
Tras el varapalo de Salzburgo y sin tiempo para la reflexión, la competición daba a los jugadores otra oportunidad: podían demostrar su potencial en un campo que en las ultimas temporadas se les había dado muy bien. Y ellos son sabedores de que cuando juegas tres competiciones hay que dosificar esfuerzos y hay que estar muy bien físicamente…
A Mestalla salieron dos equipos con una filosofía y estilo de juego bien diferentes. Por un lado, el Valencia, un equipo que con su 4-4-2 se caracteriza por el repliegue y el contraataque. Los de Marcelino dejan jugar al rival y no les importa regalar el balón al contrario. Ante sí, una Real cuya 4-1-4-1 tiene como prioridad el control del juego, la continuidad y la posesión. Ante el conjunto ché, Eusebio decidió salir con hoy con Oyarzabal de falso delantero centro y con Juanmi en banda.
Al inicio del partido, ambos equipos alternaron la presión alta a la salida de balón y el repliegue si se superaba la línea inicial. Fue un primer acto de mucho juego en el centro del campo, con poca presencia en las áreas rivales, sobre todo, una Real Sociedad inoperante en ataque. Y es que no tiró entre los tres palos en este medio tiempo a excepción de un cabezazo de Oyarzabal que se fue alto. En el Valencia, el más activo fue el gallego Santi Mina, quien participó en casi todas las acciones de peligro y marcó el primer gol en un despiste colectivo de la saga txuri-urdin ante un descolocado Aritz. El cuadro valenciano tuvo más ocasiones al contragolpe, donde se enocntró a un Odriozola imperial al corte y un Llorente que casi regala el segundo tanto local en un pase a un contrario.
En el segundo tiempo, la Real salió con otro talante, más intensa, más enchufada y más metida en tareas ofensivas. Y se fue a por el gol del empate desde el pitido inicial. Ahí se vio a una Real que basculó el juego a la derecha, donde Odriozola (qué bueno es), Illarramendi y la calidad técnica de Canales fueron los grandes protagonistas. Fruto de ese dominio llegó el gol. Illarra presionó la salida de balón ché, Murillo falló y Oyarzabal aprovechó para marcar tras un sutil golpeo. La Real Sociedad siguió teniendo el balón, pero abusó del juego en horizontal y apenas llegó al área rival, situación muy del gusto de los entrenados por Marcelino. El técnico del Valencia optó por meter más dinamita arriba, con Mina en Banda y Zaza en ataque. Y en un ataque por banda izquierda, Rodrigo centró al área, Toño no sujetó el balón y el pícaro Mina hizo el segundo. Con el 2-1, Eusebio optó sorprendentemente por quitar a un hombre gol (Juanmi) y sacar a un centrocampista (Januzaj). Diez minutos después, quitaba a un cansado Zurutuza y en su lugar entraba Bautista. Y fue el nacido en Mahón quien estuvo a punto de marcar el gol del empate en una falta lateral botada por Canales que rechazó posteriormente Neto con el codo.
En este segundo acto, la Real Sociedad fue mucho mejor ante un Valencia ‘muy italiano’, que se dejó dominar y que estuvo a punto de perder dos puntos importantísimos en su pelea por el tercer puesto de la liga. Pero el equipo de Eusebio sigue empeñado en demostrar su debilidad en ambas áreas. Y así es muy difícil sumar. Tanto es así que de los últimos 17 partidos oficiales se han perdido once, se han empatado tres y solo se han ganado otros tres. Números muy malos para la apuesta que se vendió al inicio de temporada…