Todo aficionado de la Real Sociedad estaba con unos deseos enormes esperando el partido contra el Girona de Eusebio Sacristán en Anoeta, para ver que once sacaba el míster de Bergara. Tras el brutal partido de los potrillos Sangalli, Bautista y Gorosabel en San Mamés había que comprobar si Garitano apostaba por “lo que funciona no se toca” o daba entrada a los futbolistas que en su momento llegaron al equipo para marcar diferencia, aunque en estos momentos muchos de ellos estuviesen sin ritmo de competición.
Día de partido, cojo el topo bocadillo en la Sociedad del Lengokoak y a por el móvil para ver el once inicial. Primera sorpresa: No juega Sangalli y entra Sandro. Ante esta alineación me sale un 1-4-4-2. Espero a que dé comienzo el encuentro y se ve claramente el dibujo de los dos equipos. La Real Sociedad apuesta por el sistema 1-4-4-2 con Rubén Pardo metido más en el pasillo interior en la derecha para dejar la salida a Gorosabel y como atacantes para tres centrales Bautista y el canario Sandro. Por su parte el Girona apuesta por el mismo sistema que empleaba con Machín o Quique Setién en el Betis, es decir, 1-3-4-2-1. Con estos dibujos y un equilibrio total de pizarras, comienza a rodar el balón. Enseguida me di cuenta de que el míster de la Seca, en un planteamiento de repliegue y contra, quería sorprender después de robar el balón ya que su equipo estuvo durante toda la primera parte en su propio terreno de juego; muy defensivo y csi siempre con diez jugadores por detrás del balón. Además con un juego y ritmo lento y con una parsimonia brutal ya que su idea era cortar el ritmo alto de juego del equipo de Garitano.
Para el minuto cinco la tuvo el canario Juanpe en un remate de cabeza flojo a las manos de Moya y después Bautista en un disparo muy fuerte desde la frontal de área que desvía el marroquí Bono. A partir de estos dos tiros a gol el partido entra en un estado de “mi campo es mi campo y aquí te espero y tu ataca todo lo que quieras que yo estoy bien colocado”, y durante un buen rato no pasa nada de nada. Sandro es el único jugador que, con su fuerte disparo y su movilidad y deseos de gustar, pone en aprietos la portería del Girona. Primero con un tiro a media vuelta que paró el portero y después con un disparo lejano que dio en la cepa del poste después de tocar con los dedos Bono. Visto lo visto el míster cambia el sistema y juega con Pardo de enganche, Oyarzabal y Sandro en bandas y como único atacante, Bautista, pero así tampoco y el tiempo no dio para más.
Después del paso por vestuarios Garitano vuelve a buscar soluciones y cambia de nuevo el sistema con Illarra de pivote, por delante Bautista y Pardo a pasillos interiores y por afuera Sandro izquierda y Oyarzabal derecha, delante, como único atacante, Bautista. En el bando contrario, Eusebio, más de lo mismo y vuelve a ser Sandro el más peligroso tanto en banda como en punta de ataque. Salió Juanmi que, con sus desmarques, estuvo cerca del gol en el minuto 66 pero apareció Bono. Salió Sandro muerto y entró Willi subido por todo lo alto por su participación, intimidación y juego de espaldas a la defensa rival, pero no pasa nada. Y como no pasa nada el revulsivo es el del por qué. Luka Sangalli sustituye a Pardo y volvemos al 1-4-4-2 en el minuto 73. Desde ese momento, su participación por el costado derecho y su contagio de fuerza, lucha, deseos y ganas ponen en aprietos a la buena defensa zonal de 1-5-4-1 de Eusebio, que pasa apuros. Pero cuando el gol no llega, el contrario con muy poco o mejor dicho con un solo tiro dentro de los tres palos está a punto de ganar un encuentro en los últimos minutos a balón parado. No fue así y un pobre Girona se llevo inmerecidamente un punto de Anoeta, pero, en fútbol no se gana por merecimientos se gana con goles y estos no llegaron.