Tras la jornada 22 de la liga BBVA y después de agotar los dos equipos la bala del cambio de entrenador, Real Sociedad y Betis volvieron a enfrentarse a la cruda realidad, la de dos conjuntos que no atraviesan un buen momento de juego. Fue un partido de muchas ausencia, ya que los de Eusebio tenían 7 bajas por lesión y los de Merino cuatro, todos ellos futbolistas muy importantes en ambos equipos.
La Real Sociedad quería enmendarse en su estadio de Anoeta después del varapalo sufrido una semana ante en Gijón. Acudieron muy pocos aficionados, es un tema de horarios, y ante esos fieles seguidores que nunca le fallan, pero que están muy, pero que muy preocupados con el rendimiento del equipo, su míster, Eusebio Sacristán, en lugar de dar la oportunidad a los mismos futbolistas que realizaron un mal encuentro para poder demostrar que solo fue un mal día y así reforzar psicológicamente al grupo, optó por hacer hacer tres cambios y así responsabilizarles a tres futbolistas del mal partido de todos en terreno asturiano. Pero es que con los cambios realizados en el transcurso del partido ante el Betis, esos tres futbolistas por indicación técnica volvieron a ocupar los mismos lugares que en el anterior encuentro. Todo esto lo comento por reforzar a ese equipo de un mal encuentro, ya saben, eso de que cada maestrillo tiene su librillo. Sin más, manías y gustos de entrenadores.
El primer tiempo de partido se vio a una Real no muy metida en el desarrollo del juego combinativo, ya que el conjunto rival con dos líneas de cuatro muy juntas quiso repetir el partido que jugó ante en Real Madrid en su feudo andaluz. El Betis fue un equipo temeroso y muy agazapado y encerrado en su propio campo y no dio muchas opciones de remate hasta que en una jugada por el costado zurdo local el eléctrico Hector sacó un gran centro que no supo tapar Molinero, tampoco anduvo fino el otro lateral Varela para evitar que Xabi Prieto alojase el balón en las redes de Adan. Más tarde, en otra jugada a balón detenido y tras un fantástico centro de Pardo, Iñigo se escapó de la marca de un contemplativo Pezzella para hacer el dos a cero. Efectividad pura y dura: dos ocasiones, dos goles y a vestuarios. Y de juego más bien poco.
En el segundo acto cambios en los dos equipos. En la Real se queda un mermado Aritz y lo releva Zaldua. En el equipo bético se quedan en la caseta Molinero y Fabian y entran el veterano Joaquin y un habilidoso y activo Van Wolfswinkel (Ricky). En este inicio de segundo acto se vio un equipo visitante más metido en tareas de juego combinativo y que quería acercarse en el marcador. En una jugada por el lado zurdo local y tras un gran centro al corazón del área, el esférico fue alojado en las redes de Rulli por el canario Rubén Castro. A partir de ese momento se vio a una Real perdida en su juego, temerosa, anímicamente ko y con un miedo total a poder perder, ya que su sala de maquinas no funcionaba en la creación de juego que quiere su entrenador. Así que a reforzar la zona ancha con Markel de medio centro, con Illarra y Pardo por delante y Xabi Prieto de extremo izquierdo después de salir del campo el novel Oyarzabal. Pero esto tampoco funcionó y se veía poco futbol y mucho miedo.
Por parte visitante la veteranía de Joaquin y la movilidad de Ricky dieron muchos quebraderos de cabeza y se mascaba el empate a dos goles ante un conjunto local que era un manojo de nervios sobre la cancha. Tanto es así que en un pie mal metido por Illarra pudo acabar en el punto de penalti si el colegiado de turno lo hubiese cazado y visto. Sin más, un encuentro en el que los dos equipos tuvieron su tiempo, el primero realista y el segundo bético, pero que por fortuna los tres puntos en juego se quedaron en Anoeta. Así que lo mejor del partido fueron los tres puntos sumados. Hay que mejorar mucho y el míster aun tiene mucho trabajo por hacer. Sin más, fútbol.