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Javier F. Barrera

Donostistorias

Una calle sin sombra

Me calo la gorra hasta las orejas.
Me subo los cuellos de la chupa
Botas bien atadas y la ciudad donde crecí, viví y moriré que siempre me espera.
Salgo de casa y me acerco al río, que bulle de agua, pleno. Sigo el murete y me dejo proteger por las ramas sin hojas de los frondosos castaños, recios. Muchos de ellos me han visto crecer y yo les he visto crecer a ellos. Hay un respeto y unas vivencias que nos conectan siempre. Las gotas de lluvia son también electrodos. Camino y me salen raíces que me atan a la tierra que me deja moverme despacio, sin pausa, contemplando, ensimismado. El sonido del viento canta una música monocorde. Silbo para disimular el cigarrillo en la boca. Pienso en el pendiente que nunca me puse y en el tatuaje que me haré contigo. Rumio una idea que me trastorna, que me acerca y me aleja del caos, de los gigantes, del acantilado. De ti. Sigo los pasos de siempre, los que me llevan a la bocana del río, donde baten las olas sobre el viejo puente adornado con farolas como las que pueblan las novelas de Julio Verne. Sin dudarlo, me adentro donde las olas mueren y explotan en la danza de la sal. Y no mojan. Excitan las sensaciones. Los recuerdos. Los planes de futuro inmediato. Los planes sin modelo, sin anhelos, sin vida, sin compromiso. Me muero diez segundos completos mientras el rugido crece. He vuelto a nacer y sigo siendo ese crío que espera la ola gigante en el filo de la barandilla. El crío que cuenta los segundos mientras la espuma de la ola y de los días trepa por el muro del Paseo Nuevo. Gana quien más tiempo resiste mientras sube. Saltar las Olas, le llamamos al juego. El agua del mar sana y me llena las venas, vacías de todas las lágrimas que sangré durante tu huida. Me falta el fuego si tengo la tierra y el agua de la mar. Lo encuentro en un brebaje que me tomo sin contemplaciones. Sopla el viento del Sur dentro de mí que contrasta con el del Norte que me acuna y alimenta. Recorro entonces la útima calle sin sombra de mi vida, la negra esperanza que me abandona cada vez que tierra, agua, fuego y viento, llegas a mí.

CRÉDITOS
-Inauguro con este post una microsección en Donostistorias, Paseos se llama, reflexiones del camimnante de esta ciudad.
-La calle Reyes Católicos de Donosti desde la trasera del ‘Buenpas’, este domingo por la tarde

 

Temas

Paseos

Regreso a la ortodoxia punk

Sobre el autor

Nacimos en Donosti con el Baby Boom de los sesenta y nos encontramos en mitad de todo: de nuestra vida, de nuestros sueños y de nuestros fracasos. Es hora de recuperar la ilusión perdida y nada mejor que un regreso a la ortodoxia Punk para criticar todo con una sonrisa.


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