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Javier F. Barrera

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“Aita, cada día soy más de la Real”

El martes pasado, día 22 de septiembre, Andrés, nuestro querido hijo, cumplía 11 años. Ese mismo día el Granada CF recibía en el Nuevo Los Cármenes a la Real Sociedad en partido de Liga. Menudo partido. Andrés es andaluzarra, como le dice su madre, y tiene dividido el corazón entre el Granada CF y la Real Sociedad. No me negarás que no tiene mérito en un mundo de Ronaldos, Mesis, Madrides y Barcelonas que todo lo absorben y lo copan.

Así que de momento, ha aprendido a competir y a sufrir. Esperamos que cualquier día de estos, tras saber perfectamente cómo se pierde, y se sigue luchando y animando, aprenda a ganar porque le dan una alegría y cae algún trofeo, unas semis, algo por Europa o por la Copa, ya veremos. Entre tanto, Andrés nos ha salido un Séneca, un filósofo, un tipo cuerdo y sabio mientras sigue siendo un niño. Dice que en un partido de este tipo, pase lo que pase, él gana. Y, por supuesto, está lleno de ilusión. Y ahí, no hay ningún otro equipo como la Real.

Estas vacaciones fuimos toda la familia a Anoeta a ver a la Real contra el Sporting. Un partido que empezó con garra y terminó de forma soporífera. Al término del encuentro, la pandilla, que incluía a los tres primos y unos amigos, se apostaron con un móvil con la cámara de fotos encendida a esperar la salida de los jugadores de la Real.

Uno a uno fueron saliendo con sus potentes cochazos a una velocidad de diez kilómetros por hora. Todos los jugadores se paraban con todos los aficionados que se lo requerían, firmaban autógrafos y se hacían selfies. Andrés dejó la rampa de salida y se vino corriendo hacia nosotros y me dijo, excitado ilusionado, maravillado: “Aita, SE PARAN a hablar con nostros”. Se paran a hablar con nosotros, repetí para mis adentros.

Los chavales ven en la TV que los jugadores galácticos apenas invierten algún minutico en pararse con la afición, ya sea a la salida de los entrenamientos, en los aeropuertos o a la llegada a los hoteles. Y los de la Real, simplemente se paran con todos. Si es necesario salen del auto y se sacan fotos de cuerpo entero. A uno de ellos le dije, de broma, que se los llevara a dar una vuelta en su deportivo y tuve que rectificar rápidamente y decirle que era de broma, porque prácticamente se estaban subiendo ya en el coche.

El resultado es que Andrés y sus primos, Jon y Pablo, profusamente fotografiados por su amigo Aner, terminaron la sesión con las entradas del partido firmadas y una colección de selfies para toda la vida. Estaban encantados. Pensé entonces que quizá no hay gol ni trofeo que pueda compararse con la posibilidad de estar cara a cara con los jugadores. O hablar con ellos, por ejemplo, y que te respondan. Andrés le dijo a Illarra:
-Muy guay tirarse del Tambor de Mutriku…
¿Y qué te respondió?
-Sonrió y nos echamos el selfie. Illarra es supermajo…

Mientras volvíamos, ya con la noche cayendo, camino de casa, Andrés valoró la jornada futbolera con una frase que me llegó al corazón: “Aita, cada día soy más de la Real”.

Fue quizá en ese momento cuando decidí regalarle por su cumple, una camiseta de Illarra. Lo que no podía imaginar, tras pasar por la tienda oficial de la Real y pillarle una superchula azul de entrenamiento, es que todo mejoraría de forma increíble gracias a la gente que te quiere y a las hadas mágicas del marketing, que en vez de varitas portan palos de hockey. O así 😉

Granada. Martes 22 de septiembre.
¿Cómo superar la experiencia de Anoeta

Estaba yo dándole vueltas y vueltas a la pregunta de marras cuando por la tarde sonó mi teléfono móvil. Había pasado a media mañana por el hotel donde se aloja la Real. Ahí me presenté al presidente de la Real, Jokin Aperribay, y le dije que era el cumple de Andrés y que si había posibilidad de que viera a los jugadores.

-“Voy a preguntarle al Míster”, me respondió. Vente a la hora de comer, añadió.

Allí que nos fuimos para el hotel Andrés y yo para ver si surgía el milagro y podíamos ver a la Real. Por si acaso, no le conté nada a Andrés, para aumentar la sorpresa si ocurría y para no levantar expectativas que no pudieran cumplirse, como en este primer momento ocurrió.

No pasa nada. Pensé. Nos fuimos a comer una burrata y unos espaguetis con parmesano y trufa y mientras engullía tales delicias pensé que Jokin Aperribay era un tipo bien majo, que tendría en la cabeza mil cosas, y que ninguna de ellas era la de un padre y su hijo de la Real en este Big Sur donde vivimos que es Granada. Sonreí y pedimos el postre.

Como comentaba, fue por la tarde cuando sonó el teléfono de mi móvil. Era Jokin Aperribay. Comprobé que no solo son los jugadores de la Real los que atienden a la afición. Ese respeto también es cosa de la Presidencia. Volví a sonreír y Andrés, al día siguiente, tenía puesta la camiseta con que Illarra jugó contra el Granada FC. Exactamente la camiseta con la que saltó al Nuevo Los Cármenes.

Gracias, gracias. Muchas gracias. No cambiéis nunca. Y Aúpa la Real!!!

Regreso a la ortodoxia punk

Sobre el autor

Nacimos en Donosti con el Baby Boom de los sesenta y nos encontramos en mitad de todo: de nuestra vida, de nuestros sueños y de nuestros fracasos. Es hora de recuperar la ilusión perdida y nada mejor que un regreso a la ortodoxia Punk para criticar todo con una sonrisa.


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