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China produce la misma cantidad de acero que el resto de los países del mundo juntos en un momento en el que el crecimiento industrial del país está en el nivel más bajo de los últimos 25 años.
El mercado inmobiliario nacional, el principal consumidor de acero chino, sigue debilitándose, provocando la caída de su consumo interna. Y ante dicha previsión, el sentido común nos dice que la medida económica a tomar sería la reducción de la producción ante la débil demanda. Pero la mayoría de las fábricas de acero en China son empresas de propiedad estatal, en donde la reacción política de destrucción de empleo sería perjudicial para el Partido Comunista Chino en el poder. Y dichas razones políticas mantienen a los pobremente pagados operarios chinos trabajando sin descanso y a las chimeneas de acero lanzando humos contaminantes sin tregua.
¿Qué ocurre con esas montañas de metal?
Con el yuan devaluado y sus ya de por si baratos productos son aún menos costosos en los mercados internacionales, China seguirá enviando Himalayas de acero al resto del mundo. Acero que en el caso de El País Vasco es un 30% más barato que el de producción local.
¿Un 30%?, ¿Dumping? Esta última semana hemos escuchado en los medios de comunicación este término relacionado con el precio del acero, pero, ¿qué significa? básicamente, es cuando se exporta a un precio inferior al de venta en su mercado nacional o por debajo del coste de producción. Y las reglas del comercio mundial impiden esa práctica y occidente denuncia que es lo que el gigante asiático está haciendo.
Sin embargo, China lo niega y apunta al resto del mundo, acusándoles de que ante las demandas de competencia desleal está la falta de eficiencia productiva de sus empresas. Y al parecer incluso parece que han encontrado inesperados aliados en este debate.
En una carta al Wall Street Journal los profesores estadounidenses de economía Donad J. Bourdreaux, Nelson y Martha Getchell, daban la razón a las declaraciones del gobierno chino. “Las siderúrgicas de Estados Unidos quieren forzar al gobierno a que sus consumidores terminen pagando más por el acero. Estas compañías hacen justamente lo que dicen que China está haciendo, gastar fortunas para persuadir al gobierno a que ponga trabas proteccionistas para ampliar sus propias cuotas de mercado”, señalaron los académicos.
Es cierto, que esos comentarios nos llevan a reflexionar si realmente es el intervencionismo del gobierno chino, los bajos costes salariales, el hecho de no tener que cumplir con multitud de estándares y normas internacionales (desde medio ambiente a seguridad) o si realmente es la ley del mercado quien está dejando fuera de juego a aquellos que no son competitivos: ¿si la diferencia actual en el precio del acero es del 30% y si China compitiese limpio y con las mismas reglas de juego que los demás se lograría realmente reducir ese gap o aun así seguiría siendo el acero chino considerablemente más competitivo?
Pero independientemente de la opinión de éstos académicos, la realidad es que las consecuencias de su problemática nacional no lo sufren las empresas y trabajadores chinos sino las empresas del sector a nivel internacional que están cerrando sus plantas o reduciendo sus plantillas como indican sus directivos “Si no podemos ser competitivos en un entorno tan difícil y frente a la competencia desleal del extranjero, y sin el apoyo de nuestros gobiernos, puede ser necesario el cierre de más plantas y más despidos.” Esas consecuencias son ya una realidad en nuestras empresas del sector.
¿Anti-dumping vs. proteccionismo o es más que una simple guerra comercial?
Europa, América Latina, EEUU y Corea del Sur tienen demandas “antidumping” en curso ante la OMC. Pero, los expertos del sector apuntan que esta opción es lenta (un proceso que dura entre 12 y 18 meses) y costosa (hay que presentar pruebas y justificaciones). Y ante tal problemática, los líderes de la industria siderúrgica han comenzado a exigir a sus gobiernos la imposición de aranceles (de entre el 18 y 33%).
¿Pero, podría el proteccionismo ser la medida más efectiva ante la lentitud de los análisis antidumping. O ahora bien, la situación se debería de analizar desde la perspectiva de un acuerdo global?
Dada la actual crispación del mercado, los rígidos procedimientos antidumping de la OMC y las connotaciones del proteccionismo ante un mercado global y libre, un acuerdo político a nivel mundial parece ser la solución, incluso muchos ven en la OECD (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) la única solución al problema.
“Debemos detener ya la situación actual. Necesitamos un acuerdo con China”, “No se trata simplemente de medir la sobrecapacidad de producción de un país y ya está. Hay que solucionar el problema a un nivel político. Si se logra hacer esto, entonces sí tendremos un avance si no, todos sabemos las consecuencias” señalan expertos sectoriales.
Pero la crisis del acero es solo lo que vemos al comienzo del camino…ya que el acero forma parte de una cadena de valor que se extiende tan lejos como la gran muralla china…
Por lo que las consecuencias de una falta de acuerdo a nivel global no van a afectar únicamente a las empresas del sector siderúrgico. “Si uno analiza la exportación de manufacturas chinas con alto componente de acero, el problema es más grave porque no es un problema sectorial sino que hay un desequilibrio mucho más amplio en el comercio que afecta a amplios sectores industriales “, agregan desde Alacero (Asociación Lationamericana del Acero).
El acero forma parte de una cadena que se extiende a otros sectores de la economía por la incidencia que tiene su precio en una gran variedad de productos. Y en los últimos cinco años, China ha aumentado su presencia en dichos productos tales como motores, refrigeradores, herramientas, vehículos”. Todos ellos sectores de gran peso en la economía vasca.
Por lo tanto, lo que está en juego en caso de que esta situación se mantenga no es el futuro del sector del acero si no de una gran parte de nuestro tejido empresarial. Y aunque la labor de apoyo del gobierno es importante, la clave para la supervivencia de nuestras empresas a largo plazo en un mercado global, abierto y cambiante tiene que basarse en sus propias estrategias de diferenciación.
Debemos entender que las empresas occidentales difícilmente vamos a poder competir a precio con países de bajo coste en productos de poca diferenciación en calidad. Por lo tanto, la apuesta real por productos de valor añadido, aporte tecnológico, e inversión en I+D+i son condición sine qua non para seguir en el mercado, mercado que además es global, lo cual implica también salir al exterior, internacionalizarse. Y las empresas siderúrgicas vascas que llevan aplicando esa estrategia declaran que no se están viendo afectadas ya que se dedican a fabrican productos especiales, de valor añadido y por tanto diferenciadas del producto chino barato pero básico.
Por lo tanto, las empresas vascas no se han quedado esperando que las consecuencias de las políticas económicas del gigante asiático les perjudiquen sino que sus estrategias y ventajas competitivas les permiten diferenciarse e incluso rentabilizar eslabones de sus cadena de valor. Sin olvidarnos de las que además llevan ya años luchando y mirando de frente a un ejército de competidores de terracota, e incluso conquistando pequeñas batallas en la lucha por cuota de mercado,en el propio país del sol naciente.
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